Alas Negras

DEL LADO CORRECTO

— Mira lo que has generado con ese odio que nunca has podido soltar, Judith —vociferó Norah Bruchhagen quien acababa de recibir la terrible noticia de que su hijo fue herido en manos de su propia madrina—
— Fue un accidente, Norah. Lo juro.
— No fue ningún accidente y lo sabes. Estoy al tanto de todo —proseguía hundida en llanto— Said Majewski está vivo y tu única intención era acabar con su vida. ¿En verdad pretendías hacer eso delante de sus hijas, el día de la boda de Isabella, tu sobrina? Casi me arrebatas a mi único hijo, Judith. ¿Qué hubiese sido de mi vida? ¿Qué hubiese sido de Sebastian que aún se encuentra muy delicado de salud? ¿Qué hubiese sido de Gina y de sus hijos? ¿Te has puesto a pensar en todo eso al menos por un segundo? ¿Lo hiciste?
Judith Stenzel, también hundida en llanto, ya no podía expresar palabra alguna.
— ¿Cuántas veces te lo he pedido? ¿Cuántas veces conversamos como las hermanas que siempre hemos sido? Te supliqué que dejaras a un lado todo ese odio y rencor que has albergado durante años en tu corazón. Siempre pensaste que has sido la única que ha sufrido por la muerte de Paula. Que solo a ti te afectó. Que solo tú la extrañaste. Todos… Todos hemos sufrido por su muerte. Gina, Isabella y Aurora tuvieron que aprender a seguir sus vidas sin su madre. Luego está el chico que acaba de aparecer como hijo legítimo de Said y Paula.
Norah se detuvo a respirar por un par de segundos.
— Ese hombre ha hecho muchas cosas incorrectas en su vida, Judith, pero tú más que nadie sabes cuánto amaba a su familia. Adoraba a Paula de un modo indescriptible, tanto que habría dado la vida por ella, por sus hijos y por todos los seres queridos que lo rodeaban. La muerte de Paula fue una desgracia que nadie hubiese deseado. Mucho menos su esposo que la amaba con toda su alma. A estas alturas ya no me importa hacerte cambiar de idea porque has sobrepasado todos los límites. Solo deseo que alguna vez recapacites y logres ver el daño que te has causado a ti misma por causa de todo ese odio en tu corazón.

MANSIÓN DE HERDECKE
El reloj marcaba casi medio día cuando la repentina algarabía de Aurorita llamó la atención de Akins quien bajaba al comedor. La joven acababa de recibir la buena noticia de que Michael había superado con estabilidad las primeras 8 horas posterior a la intervención quirúrgica.
— Que buena noticia, mi luz —dijo tomando asiento—
— ¿Le sirvo el desayuno, joven?
— Por favor
— También a mí Vivian, por favor
— ¿Tú porque no has desayunado?
— Porque te estaba esperando.
Vivian, la encargada de la cocina sirvió para los dos.
— Deseo tanto agradecer personalmente a aquel donante. Por su buen corazón, pudieron salvarle la vida a Michael.
— Eso no será necesario. La gente dona su sangre porque así lo desea, sin esperar agradecimiento. Y habitualmente lo hacen de manera anónima, por lo tanto deja eso.
— Tuve tanto miedo al imaginar nuestras vidas sin Michael. Mi pobre hermanita Gina Alicia habría muerto de tristeza.
— Nunca antes dimensioné cuánto lo quieres.
— Michael estuvo siempre en mis buenos y malos momentos. Ha sido siempre como un padre para mí.
— Mmm… Pues ojalá lo hubiese sido en verdad —susurró Akins en voz elevada—
— Como si eso hubiese cambiado las cosas —susurró también ella—
— Tal vez nuestro pecado no sería tan grave—
— ¿Cuál pecado? ¿Nuestro amor no es ningún pecado.
— Por supuesto que lo es, Aurora. Ya tengo los dos pies puestos en el infierno y tú te empeñas en seguirme hasta allí.
Entristecida y con los ojos nublados de lágrimas, Aurora dejó caer los cubiertos al plato. Se puso de pie y abandonó el comedor. En el pasillo se topó con su primo Ihsân quien acababa de llegar a la mansión. El joven la saludó, sin embargo ella sin decir nada lo apartó de su camino y se marchó.
Ihsân ingresó al comedor suponiendo que quizás Akins acababa de contarle referente a Said Majewski toda la verdad.
— ¿Por qué Aurorita salió de aquí entristecida? ¿Ya le hablaste acerca de su padre? ¿Le dijiste que está vivo?
Prosiguiendo con su desayuno, Akins no contestó.
— ¿Lo hiciste?
Interpretando claramente aquel silencio de su primo, Ihsân negó con la cabeza.
— ¿Dime qué demonios esperas para contárselo a Aurora? Ya todo el mundo lo sabe, y si no lo haces tú, acabará enterándose de todas maneras. ¿No dirás nada? Bien… Te diré yo entonces algo que te hará arreglar ese asunto de una vez por todas para centrarnos luego en lo que nos importa. Acabo de localizar el escondite donde el fiscal Lutič tiene a Nikolai Kozloi y también a Julia Gartmann.
— ¿Lo tienes en verdad? —preguntó Akins incorporándose sobre su silla—
— ¿Acaso dudas de mí?
— Si es así será nuestra oportunidad de acabar con ese fiscal de una vez por todas.
— ¿Ya tienes un plan? Espero que sí porque las intenciones del fiscal Lutič son claras. Sabe que del modo que sea, miembros de Solntzevskaya querrán recuperar a Nikolai Kozloi. Es más, Anatoli Zeytzev ha enviado a Grigori Orlov con esas intenciones
De aquello, Akins ya se había enterado, sin embargo debido a la confabulación de Orlov con Said Majewski para recuperar a Nikolai Kozloi, prefirió no mencionárselo a su primo. Si bien Ihsân no se había asociado con aquella organización, al involucrarse con la nieta de Anatoli Zeytzev, aquello no tardaría en suceder, por lo tanto enterarse que Orlov y Majewski se habían asociado no le caería nada bien.
— En cuento a Julia Gartmann, desconozco si Hasnan sabe que ella está viva. Si no es así, el fiscal Lutič no tardará en hacérselo saber. Sus intenciones son utilizar a esa mujer para capturar a tu padre y por sobre todo capturarte a ti. Si para lograrlo tendría que repetirse la desgracia como la muerte de tu madre, lo hará.
Preso de aquel odio que lo consumía, Akins se puso de pie. Si su única salida fuera hacer arder el mundo entero y convertirlo en su infierno con tal de proteger a Aurora y a sus hermanas, estaba dispuesto a soportarlo.
— Si en la cabeza de ese fiscal ronda la mínima posibilidad de hacer lo mismo que hizo tu abuelo, yo no se lo permitiré.
Sin pronunciar más palabras, Ihsân permaneció en su silla. Akins notó que aquello que acababa de decir no fue del agrado de su primo, sin embargo debía dejar las cosas claras con él si deseaban seguir trabajando juntos.
— Ihsân, sé que te lo has negado durante muchos años. Que le has echado toda la culpa únicamente a Yasâr Hasnan, pero tu abuelo era un agente encubierto obsesionado quien con tal de lograr su objetivo no le importó nada ni nadie. Se confabuló con Julia Gartmann para secuestrarte a ti y a tu hermana. Y lo peor de todo, involucró a tu madre en la muerte de la mía. Por querer capturar a Yasâr Hasnan a como diera lugar, Vladimir Avdeyenko mandó secuestrar a mi madre y la mataron. Lo que sucedió después ya no nos compete ni a ti ni a mí. Yasâr Hasnan actuó en aquel momento del único modo en que actuaría cualquier persona sedienta de venganza.
— Mi abuela y mis tíos no tenían nada que ver —vociferó poniéndose abruptamente de pie—
— Tú y tu hermana tampoco tenía nada que ver. Tu madre y la mía no tenían nada que ver, pero siempre pagan justos por pecadores, Ihsân. Ahora escúchame. Si quieres continuar de mi lado tendrás que dejar eso atrás porque la familia que pienso proteger del modo que sea también es la tuya. Ese maldito fiscal acaba de demostrar que es capaz de lo que sea, por lo tanto más que nunca debemos proteger a cada uno de los miembros de nuestra familia.
— Mmm… ¿Y es que acaso tú estás dispuesto a olvidar el odio que sientes por tu padre?
— No mezcles las cosas porque eso no tiene nada que ver.
— Me pides que olvide el hecho de que tu padre acabó con la vida de la familia de mi madre, pero tú no puedes olvidar que Yasâr Hasnan tuvo que entregarte a otras personas para que te criaran. Tuvo sus razones para hacerlo, Akins aunque te duela asimilarlo. Si tú logras perdonar a tu padre, también yo lo haré.
— ¿Por qué estás intentando provocarme de ese modo? ¿Quieres que te arranque la cabeza? ¿Eso quieres?
— Es una propuesta válida
— Ihsân, no estoy de humor, por lo tanto no tengo ganas de aguantar tus tonterías.
— No son tonterías. En cuanto trabajes en ello, me avisas y yo haré lo mismo. Ahora podemos ir a la sala de monitoreos para enseñarte la localización exacta del escondite utilizado por el fiscal Lutič.
Akins e Ihsân abandonaron el comedor.
— ¿Mi papito está vivo? —oyó la voz de Aurorita que frenó estrepitosamente sus pasos—
Cómo si fuese a salirse de su pecho, el corazón de Akins comenzó a latir.
— Me adelantaré a la sala de monitoreos —susurró su primo alejándose lentamente—
— ¿Era eso lo que me estabas ocultando y hacías todo lo posible para que yo no lo supiera? ¿Por qué callaste? Tenía derecho a saberlo. Mírame a la cara y contéstame.
— Solo no quería que sufrieras, Aurora, pero nada de lo que hago tiene sentido ya.
— Tenías que habérmelo contado. ¿Desde hace cuánto tiempo que lo sabes? —gritaba hundida en llanto—
— Desde hace unos cuantos meses. Anoche se apareció sobre el final de la fiesta, Judith lo vio y quiso dispararle, pero acabó hiriendo a Michael. Fue lo que sucedió, Aurora. Si quieres ir a verlo le pediré a uno de los guardias que te lleve. Se encuentra en la UCI porque fue él quien donó la sangre para Michael. Ahora debo irme porque tengo asuntos que atender.




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