Alas Olvidadas. Encantus (libro 2)

Capítulo 4: Cristales

Capítulo 4:

Cristales

 

Esparzo las hojas sueltas del librillo sobre mi cama y comienzo a organizarlas para colocarlas donde corresponde. Alfred no me dijo mucho, tengo más esperanzas en las antiguas hojas escritas por esa muchacha humana. En la mañana lo poco que leí contaba que ella regresó a Encantus muchas veces desde que encontró la puerta, dejando de lado la búsqueda de su hermana y también a los olvidados.

Ella conoció a dos hadas, pero no las menciona por sus nombres. Los años pasan y su amistad con las hadas se fortalece, se siente atraída por toda la magia de Encantus. Ella se ha convertido en una importante bruja como su madre en el pueblo donde vive, y mucho de sus conocimientos se debe a sus dos hadas amigas.

Comenta que las puertas de Encantus estaban abiertas en todo momento y que no solo ella visitaba a las hadas. Por el contrario, las hadas comenzaron a ir a su pueblo, curiosas por conocer el exterior, dejándose ver por los humanos.

Lo que me ha hecho pensar que se trata de Idris y Agadria, y lo que significa que tengo una parte del pasado entre estas hojas antiguas. El comienzo de la hermandad.

Lo arreglo y lo oculto debajo de la almohada. Ayer vi un libro que podría servirle a Susej con sus habilidades, pero olvide por completo tomarlo.

Tengo que encontrar la manera de ir a ver a Mafer, y saber que ocurre allá. Para eso necesito que mi hermana pueda abrir un portal que me lleve y traiga de regreso sin problemas. Lo que significa que mi hermana tiene que dominar por completo sus portales, si no ir sería un desastre.

Me escabullo por el pasillo, evito los guardias.

Después de que mi hermana fue sacada del castillo por un hada de mi corte muy cercano a mi madre, se me es difícil confiar en aquellos que se supone nos protegen. No dejo de preguntarme si alguno de ellos será un traidor, es peor cuando tengo que asistir a las reuniones de la reina. Tantas hadas oscuras a su alrededor, todas supuestamente leales a ella. La traición de Darah es algo que me mantiene alerta. Veo traidores en todas partes, quizás estoy enloqueciendo o mis instintos tiene razón, parte de mi corte está comprometida con la hermandad, con mi abuela Arcadia.

He pensado mucho en Yira, no creo que esté sola en Encantus. Alguien tiene que estarla ayudando a moverse entre las cortes, lo que significa que siguen habiendo fieles a la hermandad dentro de Encantus. No todos fueron expulsados como se cree. Las defensas fallaron o han encontrado una entrada para regresar, y no son las puertas. Mi madre se niega a decir nada que tenga que ver con la hermandad, ella solo tiene un tema de conversación para mí y es mi unión con Romina.

Antes de poder desviarme hacia los aposentos de mi madre encuentro a Lyon.

—Príncipe Gerald —dice como saludo.

Recorre el pasillo hasta asegurarse de que estamos solos.

—Lyon. ¿Alguna buena noticia?

—No estoy seguro de que sea buena. Es posible que tengamos a un infiltrado de la hermandad entre la guardia.

Lo que me temía. No todos han sido expulsados por las defensas.

—¿Sabes quién es? —mantenemos un tono bajo de conversación.

—Sí, estoy vigilándolo a ver si nos lleva con Yira.

—No le comentes nada a reina. No hasta que tengamos algo.

—Como diga.

Él sigue hacia las escaleras.

—Lyon —llamo. Él se detiene.

—¿Has entrado alguna vez a la puerta que da hacia el mundo humano?

—Una vez, sí. No estarás pensando en usarla —dice el elfo oscuro un poco tenso y preocupación en la voz.

—No. No se trata de eso. —Su postura se relaja de inmediato—. Ayer estuve allí y vi algo que me pareció extraño.

—¿Qué podría ser?

—Me mostró un boscaje diferente al que vi cuando se fue Mafer, y había una niña.

—Si mal no recuerdo esa puerta siempre muestra el mismo lugar. No suele cambiar —dice pensativo. —Hace algún tiempo escuché que esa puerta está destinada a varios lugares, distintas zonas del mundo humano, pero con la prohibición del cruce de humanos o nosotros quedo activa para un solo lugar. El pueblo hacia donde enviaron a Mafer. ¿Estás seguro de que viste eso?

—Tanto así que la oí hablar.

—Me parece muy raro. Le daré un vistazo al lugar —dice retomando su camino hacia las escaleras.

Por mi parte continuo mi ruta hacia la habitación de mi madre. Mi mente gira en torno a esa niña que vi anoche. Si Lyon no presencia nada parecido en ese lugar entonces estoy volviéndome loco.

Logro pasar a los guardias que custodian el pasillo de la reina, pero me toma más tiempo entrar. Abrir la puerta sin ser visto y escuchado no es sencillo.

Una vez dentro, busco con premura el libro que necesito.

***

Susej acaricia las gemas esparcidas sobre la cama. Su oscuro cabello es como una sedosa tela que se desliza por su hombro. Ambos heredamos los ojos gris plata de nuestro padre. Ella se parece mucho a mamá, insisto, sería una buena reina en el momento en que nuestra madre decida retirarse.




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