Nunca me notaste, permanecía en lo más olvidado que hubiera, permanecía en el olvido, permanecía en el aire, pero estaba ahí, aunque me ignorarás de la vil manera que exista y me dejaras al rincón del abismo, ahí permanecía, inquieto, con el afán de verte vivir añadía Elm a su libro.
Los meses a veces eran eternos y otras ni se miraban cuando se marchaban, día tras día la vida indiscutiblemente iba firmando territorio.
Septiembre un mes privilegiado y saboteador a la vez al crear melodías bajo la lluvia de cenizas y soplos penetrantes a las pupilas y plaquetas, cielos oscuros sin luna acompañaban los suspiros y canciones, eran las cruzadas que normalmente se vivían, pero habían peores momentos en el año cargados de más nostalgia por todo y un corazón sensible como el de Elm, sufriría mucho, septiembre era duro y es que solo quedarían 3 meses para culminar un año, ¿3 meses para sufrir o morir? O ¿3 meses para sonreír y vivir?
Cartas al otoño y la nieve hacía Elm al oler la brisa que le encogía el corazón con cada suspiro que hacía, hay días donde el sol se marcha anticipadamente sin pronunciar su adiós y dejando al día un tanto gris
Elm respiró, y al sentir el aroma de los besos que le daban los árboles pensaba como la vida se le escapaba sin avisar, él amaba la compañía de amigos y molestar con ellos sin parar, reír hasta unas lágrimas soltar, pero ese día solo anhelaba estar solo, casualmente su casa estaba situada frente a una nostálgica montaña en la que él había crecido, pues al ver esa montaña pensó en alejarse del mundo por un rato y huir del ruido y la gente y así lo hizo
_mamá voy a salir dijo_
Ese día era inusual los pajarillos susurraban al cielo querer agua, para Elm era un poco complicado que el susurro del pájaro se juntase a los abrazos que daban los árboles, era un poco asfixiante y nostálgico a la vez, pero Elm eso quería, perderse, y se fue. Comenzó paso a paso a llegar a aquel lugar donde se observaba el cielo y toda clase de sensaciones que hacían vibrar a mil por hora el corazón; no había transcurrido ni siquiera una hora y el tiempo comenzaba a pesar, era eterno aunque siempre se iba como un rayo, pues esta vez anhelaba charlar con aquel chico deslumbrado por la belleza de ese lugar dispuesto a perderse.
-suspiró profundamente-
Miró el inmenso cielo color violeta y se echó a viajar mirando las nubes y las curiosas siluetas que formaba, sin medir el instante, no se dio cuenta y sus ojos cerró involuntariamente, y comenzó a imaginar aquellas cosas que deseaba ocurrieran, de pronto una chica de porcelana, con una tallada silueta perfecta, sonriente, pegajosa al alba, inquietante al alma, erizante a la piel.
Se acercó y con su sonrisa implacable, su piel radiante despojó a Elm de las estrellas.
_hola dijo con una cálida y dulce voz_
A lo que Areu respondió con un ¿hola? Preguntándose si solo era un sueño
_ ¿qué haces en este lugar tan solo? Preguntó la chica, Elm se sentó y respondió: viajaba a las estrellas, pero me despertaste_
-lo lamento mucho dijo, no quería interrumpirte añadió con una pizca de dulzura_
_tranquila contestó él, estaba en las estrellas, pero ahora estoy en el cielo_
Ella sonrió mirándole…
Se sentó junto a Elm y comenzaron a hablar intentándose conocer y envolver en el universo
-eres grandioso ¿lo sabías? dijo esa chica después de un rato de charlar-
Areu se quedó mudo por unos instantes, _nunca me habían dicho eso pronunció él con admiración y sorpresa_
-he venido a salvarte Areu dijo-
Sorprendido, se le quedó viendo y su corazón palpitó como nunca lo había hecho, era un terremoto total en su interior.
-Me temo que debo irme dijo la chica- y le regalo un beso en su mejilla
_no te vayas ¡por favor! respondió Elm con voz un poco quebrantada_
-está bien, Elm no me iré porque necesitas de mí y yo de ti_
-¿Puedo darte un abrazo eterno? añadió- él con su cabeza dijo sí, ella lo abrazó como nunca y... ¡despertó! Areu abrió sus ojos y se escuchaba el susurro de los árboles
_todo era tan perfecto para ser verdad dijo y suspiro fuerte que hasta el alma se le quería salir_