Alas sobre Elm Areu ©

Capítulo 6. Pétalo

No podía apreciar ni como era mi estado en ese instante, solo notaba una mirada perdida bajo la influencia de la noche, versos sueltos deambulando mi frágil mente a través de la lámpara de aquellos ojos opacos provocados por unas cuantas lágrimas, era inexplicable sentir como consumía el suelo aquel devastador naufragio.

Rosas y abrazos los cómplices más sublimes en esa tarde marchita de color, dispuesta solo a franquear los dilatados suspiros, no es posible creer que un mundo pintará blasfemia para verte feliz, eso es incontrolable y sumiso, es como inventar que en otro planeta existe el amor de tu vida y que solo los separa un espacio junto a las estrellas.

Pétalos rosas cantando bajo la melodía de aquella triste guitarra engañando la eufórica historia creada mientras duermes.

Tener que huir no era algo que podías tapar con mirar al cielo, cerrar los ojos y anhelar que sucediera, iba más allá, más allá de las estrellas y las galaxias, debías decidir abandonar lo que te hacía feliz y dejar que el soplo te hiciera débil y propenso a ya no volver a soñar.

Todo lo que Elm tenía que pasar para poder conseguir esa anhelada felicidad; cruzar mares y llamas ardientes con tal de volver a sonreír, sonreír era lo que menos hacía aunque mirara al cielo y su imaginación brotara como agua en manantial, nada volvería a ser igual.

Le aterraba pensar eso mientras el tiempo se iba, ni las nubes querían hablar con él, solo los árboles, pero no daban buenas vibras; solo susurraban lo mismo una y otra vez: "estás perdido"

Obviamente comenzaría a creérselo, cada día que pasaba era más complejo y aun siendo el pequeño gigante estaba acorralado, ¿qué? ¿Pensaste que a capa y súper poderes vencería al mal?

Después de ese tramo medieval hacia ninguna parte más que a la perdición, Areu comenzó a encarrilar sus pasos a la remota isla de la tranquilidad donde la magia se apoderaría de hasta su alma; emprendió el viaje hacia lo interminable, comenzó a naufragar por aquellas espesas aguas profundas del océano, en el trayecto fue cruzando caminos con Amapola que se dirigía con rumbo a la ciudad de Elm

Ella preguntó: -¿tu vienes de allá? y le señaló su ciudad-

 Areu respondió rápidamente: _ si, y no te recomiendo tomes ese rumbo_

-pero ¿por qué? Preguntó Amapola-

 a lo que Elm dijo: es un vértice de dolor y melancolía, los pájaros cantan ausencia y ternura mientras los bosques tocan su melodía de fragancia de los susurros que pegan en tu rostro abrazándote con toneladas de recuerdos pegadizos a tu sentir, sabes, tomaba el tren a casa y esos viajes mientras miras por la ventana aquellos paisajes tenebrosos que irradian amor cuando en realidad no hay nadie a mi lado_

-pero es lo que busco dijo Amapola-

_ ¿qué pasa por tu mente? fue con lo que reaccionó Areu a esa absurda respuesta de Amapola_

Y es que ¿quién iría a un lugar que se respira la nostalgia de los árboles?
Pues sí, ¡Amapola!

_ ¿por qué quieres ir allá? preguntó Elm_

a lo que Amapola respondió: -donde yo vengo, no existe tales árboles que tú mencionas, ni la belleza resaltante de las rosas y su delicioso perfume, no existe tales viajes por la deriva, ni siquiera debería existir yo-

Areu quedó sorprendido con tal respuesta de Amapola, siguió su camino a la isla de la paz, pero te preguntarás ¿y Amapola? Pues sí, a toda marcha iba a la ciudad maravilla a la que Elm le había descrito.

Los días transcurrieron en aquel barco, empezaba a cansarse de recorrer las aguas sin llegar a su destino, de pronto una ligera presencia cautivo sus ojos, ¿era una sirena acaso? O ¿un delfín? ¿Sus ojos le mentían? Será que ¿comenzaba a delirar? O ¿estaba viendo fuera del universo?


Resulta que solo era Alondra, que danzaba en locura mojándose con melodías y el mar
-hola querido dijo-

_ ¿pero quién eres tú? Preguntó, acaso ¿eres otra insolente que quiere ir a esa desgarradora ciudad?_

-no, solamente soy el ángel de la guarda que ha venido a decirte: no te rindas- y luego de decir eso se fue.

Después de 4 horas 56 minutos y 26 segundos para ser exacto, la isla del encanto estaba a solo escasos metros, pero cada que se iba acercando iba pensando en Amapola y Alondra, ¿y a qué se debía ese pensar?




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