Alas sobre Elm Areu ©

Capítulo 7. La melodía

La tormenta erizando los corazones, veloces y acelerados que aparecían a la vista de aquella fría lluvia avecinándose al horizonte sin mediar palabras, todos con sus típicas carreras para salvar su ropa, resguardarse de las aguas agitadas que traían las nubes, y aquel chico solo sonreía al ver tan maravillosa que era la naturaleza, y quedaba sorprendido en lo absoluto al oler el arrebol, al sentir las caricias de amor que un día gris le daba, relámpagos y una dulce melodía acompañaban a Elm aquella tarde de martes mientras esperaba la calma, observaba por doquier y sentirse tan acobijado por la vida al regalarle esos besos de ternura cuando el viento de verdad había venido a susurrar, pensaba que no era el día para sentirse bien consigo mismo y correr unos versos a su anhelada compañía del papel, pero... no era así, la tormenta llegó en el instante indicado a robarle la tranquilidad por un rato de inspiración.

Era perturbador que las aguas brotaban en expiación del alma, los árboles se bañaban de dulzura, y... los ojos añorando la compañía de un abrazo inexistente viajaban por los paisajes borrosos, se imaginaba tantas locuras alentadoras al alma que parecía ya algo malo, eran mil locuras que por su cabeza pasaban y arraigaban cada pétalo de su interior, por suerte el agua le volvía a dar vida, ponía su mano en línea del tejado donde corrían las aguas para llegar a su destino, las colocaba mientras sentía el leve toque que le ofrecía la vida, esas bellas melodías de agua, ya mojada completamente su mano la observaba y es que miraba como le daban vida y le hacían sentirse él, tan cálido, tan dulce, tan todo.

La gente resguardándose en sus hogares en compañía de una deliciosa taza de café mientras esperaban que todo estuviera en completa tranquilidad, cuando la lluvia lo único que anhelaba era ser escuchada, y comprendida; el olor a pino se hacía presente convirtiendo ese momento lleno de fantasías y recuerdos, Elm de pronto pensó en su viejo, en su hogar y su fantástico carisma sabiendo que iba a morir, recordó su inmensa historia y todo su sufrimiento, ¡pero aquel sueño!; eran casi las 3 de madrugada, el viejo andaba por sus sueños y ante aquel chico que lo extrañaba le miró, sonrió y cruzó su mirada hacia atrás, se encontraba un ataúd y dentro me decía que estaba su esposa y que le estaba esperando desde hace mucho, de pronto aquel sabio viejo miró a un costado y era alguien que bajaba en una luz radiante, no pudo soportar tantas emociones y se echó a reír y llorar al presenciar aquel maravilloso relato que se daba, ¿era acaso Dios?
¿y ese era su inigualable amor que no se podía explicar?

_te mando un abrazo mi viejo dijo Elm en lo profundo de su ser_

La tormenta cada que pasaban los segundos se iban tranquilizando, pues alguien la había escuchado y se habían hecho uno solo, ni la temible noche podía quitar ese corazón inmenso y su gracia.

Elm decidió viajar aun cuando la tormenta no había acabado, deseaba transcurrir y deslizarse a lugares mágicos llenos de su ser, de lo que lo hacía feliz, y eran mares las miradas y eran magia las gotas que caían con tanta suavidad a los corazones rotos; ya era oscuro, los rayos provocaban apagones ligeros y permanentes, Areu pensaba que era ya el momento perfecto para salir, la luz era opaca solo el cielo gris daba un poco de luz, la lluvia seguía cayendo como melodía y las emociones danzaban y se emocionaban ellas solas al sentir todos esos aleatorios pensamientos pegadizos al alma; salió muy deprisa a buscar canciones y fragmentos de poesía o amor que podría tallar en sus escritos a la hora de su regreso, unos pequeños faroles alumbran los caminos, pero su luz profunda lo hacía volar.

Areu decidió tomar el riesgo de andar por esos caminos sin destino, sin saber que le deparaba el mundo, y las cosas; de pronto se encontró un adicto totalmente desorientado de tanto alcohol que se había metido, la lluvia lo mojaba lentamente y lo abrazaba como su hijo, era estremecedor y delirante como se apropiaba de aquel perdido, Elm se acercó a él, se quitó su chamarra la colocó en sus hombros y le dijo:

_no temas mi querido amigo, no estás solo_

¿Qué representaría para ese adicto aquellas palabras?

Podría haberlo tomado como pésimo, algo sin valor, pero... Inexplicablemente él adicto comenzó a llorar, preguntando:

-¿eres tú Dios? sabía que vendrías por mí-

Elm solo se quedó paralizado, reaccionó poco después y dijo: _no lo soy, pero él me ha mandado a por ti, para hacerte saber que te ama y está esperando a que llegues y le dejes entrar en tu vida_


-gracias- fue lo único que aquel adicto pudo decir por tantas lágrimas que rodaban uniéndose a las gotas de lluvia.




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