Un sentimiento de rabia me invadió en aquel momento lo suficientemente fuerte como para aceptar la indirecta muy directa y salir por esa sucia puerta. Una rata se despidió de mi... ah, y también un roedor, me considerarán una persona detestable por decidir irme de ese agujero cutre, tal vez piensen que soy un mal agradecido, pero yo les pregunto, ¿prefieren morir en una casa que se parece a la calle, o morir en la calle?. (Al menos en la calle no moriré de asma).
Mi viejo amigo esperaba con las barandillas abiertas listo para darme ese frió abrazo de madera.... Tomé unos cuantos periódicos que encontré dentro de un basurero y me dispuse a dormir. Debo admitir que aquel sillón polvoriento era mucho más cómodo que el banquillo, No obstante, no tenia que compartir la banca con millones de criaturas microscópicas listas para succionarme el alma misma.
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Los rayos mañaneros del sol iluminaban mis parpado de forma tal, que el color rojo, una vez los abrí, fue la sutil tonalidad que dominó por algunos segundos mi somnolienta vista, misma, que posé en la silueta de un hombre que de un momento a otro se paró frente la luminosidad solar-Estas en mi puesto.
Soló pensaba en evitar que tomara asiento, no le debía nada, por su causa casi me mata el asma y un gato me había defecado... un poquito. Esta bien esto último no tenia nada que ver con él, ¿saben como funciona la ira?; culpas por todo a las personas que te rodean cuando aveces ni siquiera son las causantes de tus problemas.
Al final decidí darle mi asiento, tenia hambre. de todos modos tendría que buscar comida en el supermercado, bueno, en las afueras del supermercado, me levanté del asiento, este hizo lo contrario, me miro unos segundos, arrugó el entrecejo, abrió su laptop aún observándome, para luego desviar la mirada hacia su aparato y comenzar a trabajar en lo que sea que hiciera.
«Vaya loco» Pensé. Es difícil aceptar que la vida le da, en la mayoría de los casos, las oportunidades a personas que ni siquiera se esfuerzan en mantenerlas. ¿Como era posible que alguien con la suerte de tener un techo sobre su cabeza viviera de forma tan miserable? Me pregunté todo el trayecto hacia el basurero adyacente al super. No podía entenderlo en aquel entonces, pero la vida me hizo aprender por las malas que si algo no te agrada, nada te impide cambiarlo,