-3 cuadras... 3 cuadras. Esa información hubiese sido de mucha utilidad Albert-Comentaba la doctora Shepark mientras subíamos por las escaleras, varias cosas pasaron por mi mente en ese momento. Una extraña sensación de intranquilidad y nerviosismo me invadieron, era como si de alguna manera inconsciente me estuviera dando cuenta que esa quizá no fue una gran idea. Al llegar al piso del sujeto se empezó a escuchar música rockera a todo volumen, le pedía a dios que dicho escándalo no proviniera del departamento.
-¿¡De donde viene esa bulla!?-Exclamó Shepark cubriendo sus oídos, fingí no escucharla para así no tener que responder. Al llegara frente a la puerta de mi habitáculo era obvio de donde provenía el escándalo. Miré a la facultativa la cual me responde de la misma manera. Su cara, además de incomodidad y un poco de enojo, denotaba confusión e intriga. Deslice lentamente la mano dentro de mi bolsillo en busca de las llaves, «Debo hacer algo pronto» pensé aún con la mano en el bolsillo.
Aparenté haber perdido las llaves con la vieja excusa del agujero en el saquillo, le pedí amablemente que se marchara luego de agradecerle el haberme traído, sin embargo, esta se negó hasta que el pendejo abriera la puerta. Tocó con fuerza y, pausadamente, se fue abriendo la entrada dejándonos ver una escena horrible; el piso lleno con bordes de pizza y las cajas de estas repletas de insectos, coletas de cigarros, ropa, humo salia con cada vez más abundancia de la casa. Abriendo la puerta se encontraba una mujer cubierta únicamente con una bata de baño y un hilo que tapaba de forma floja sus partes intimas.
-¡Bebe hay un andrajoso y una psiquiatra en la puerta!-Exclamó la mujer después de tomar un trago de cerveza. El rostro de la sorprendida doctora me lo dice todo, seguramente nunca había tenido la mala suerte de ver un panorama cómo ese. Al salir el tipo encima de vergüenza en su rostro se manifestaba la ira que decidió arrojar sobre mi luego que se marchara Shepark.
-¡Que hiciste Albert! Como se te ocurre traerla.... Maldito niño-Se lleva ambas manos a la cabeza-Maldigo el día en que te saque de las calles-Aclara para de un portazo acabar con la conversación. Me sentía culpable aunque no lo era, yo solo quise ayudarlo como él me ayudo a mi. Ahora veo que en esta vida es mejor no socorrer a un alma perdida, pues, jamás aceptara sus errores, más bien, te los adjudicara a ti.