Todo lo que nos ocurre tiene algún motivo oculto.
La vida es cambiante, voluble e inconstante. Por un momento te encuentras en la cima, gozando de todo lo bueno que te otorga la vida, y de pronto, sin previo aviso, ya estás de vuelta al mundo real. Donde nos damos cuenta que ese pequeño momento de felicidad, era solo para mantenernos desatentos de todo lo que se avecinaba.
Una desconexión del mundo real.
Algunas veces nos cuesta comprender que todo tiene un motivo de ser; cuesta entender la importancia de todo lo que nos llega, hasta que por algún motivo, la vida, de la forma más cruel posible, nos obliga a hacerlo. Por fin vislumbramos que los momentos más pequeños son los que más valen, y de la poca atención que le ponemos a lo que debería tener toda la importancia posible. A veces se nos pone a prueba, para poder medir nuestros propios límites.
A veces todo lo comprendemos tarde. Comprendemos que después de todo, cada persona en nuestra vida tenía un motivo, o de su gran importancia. Lamentablemente lo comprendemos cuando ya no están.
Siempre había escuchado aquella frase motivacional que citaba, que todo lo que pasaba tenía algún motivo, pero hasta ahora, yo no había logrado comprender el mío.
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Editado: 15.05.2019