Alchem

1. Encuentro

En el momento en que volteé para ver qué hacía el misterioso ruido ensordecedor, me di cuenta en qué problemas me había metido; y como siempre, no podía faltar mi mano derecha, Matt, la clase de chico que te hace vivir el día a día como si fuera el último. Estamos en una especie de cueva, mojados hasta las rodillas por el agua estancada que contiene. Todo está a oscuras, pero nuestros cascos con linternas incluídas nos permiten ver unos pocos metros adelante. Hemos caminado por horas, buscando eso que tanto hemos anhelado desde pequeños, sin obtener nada más que unos rasguños.

-Recuérdame, ¿Qué hacemos aquí?- Me pregunta Matt, por enésima vez.

-¡Estamos a punto de volvernos millonarios, Matt!. Sólo necesitamos llegar al punto exacto, donde todo se volverá tornasol y nuestras vidas cambiarán también de color.

-¡Mucho drama!- Me reniega. -Ya estoy cansado. Hemos caminado ya muchos kilómetros para ver lo mismo que tienes en tu casa, un par de murciélagos y unas ratas gigantes.

-¡Matt! ¿Cómo dices eso?- Me molestaba siempre que podía. -Si sigues con esos ánimos, seguro nos quedamos en cualquier lugar sin encontrar nada. Deja de quejarte tanto y sigue avanzando, seguramente llegaremos en unos minutos. -Soy una persona muy pesimista. No me dejo llevar por casi nada y las cosas que me motivan las puedo contar con la palma de mi mano; pero en cuanto me enteré que podía encontrar el mayor tesoro de todos, y que el lugar se encontraba muy accesible a mi vivienda, no lo pensé dos veces, y convencí a Matt a que cambiáramos nuestra vida juntos, como siempre lo habíamos hecho.

-No sé porqué accedí, ¡en serio! ¿Qué clase de razón es esa de cambiar nuestras vidas? ¡Las cambiamos diario! No puedo creer que, como siempre, haya cedido a tus malicias. ¡Es injusto!

-La curiosidad es lo único que te trajo aquí, Matt. Estamos a punto de ser los primeros en encontrar lo que todos han deseado y nadie a querido jamás. -Sonreí para mi, porque en el fondo, adoraba ver a Matt cansado y quejumbroso, era una señal de que estábamos haciendo algo.

-Hasta donde yo sé, lo que buscamos es algo diminuto, muy sencillo y que puedes portar con facilidad. ¿Quién nos asegura que no lo dejamos atrás? ¡Ni siquiera sabemos que forma tiene! ¡Es un pérdida de tiempo!

-Matt, por favor! El mapa no puede mentir, vamos en la dirección correcta, solo debemos tener un poco de paciencia y... -Fue aquí donde escuché el sonido más horrible y aterrador de toda mi vida. Era un grito desesperado, un grito tan fuerte, que no podía venir de una criatura pequeña como una rata o un murciélago.

-¿Qué fue eso? - Preguntó Matt, sin siquiera volver a verme. Estaba paralizado, veía como sostenía una gran roca con su mano derecha, mientras se apoyaba con la izquierda en la pared de la cueva.

-No lo sé, Matt, se escucha muy lejos. Debemos apresurar el paso.

-¡Carajo! ¡Se escucha horrible! y estoy completamente seguro que viene hacia acá.

-¡Busquemos un escondite! -Es lo más sensato que se me ocurrió decir. -Delante de nosotros estaba una especie de hueco, donde podíamos ocultarnos mientras descubríamos que cosa causaba los molestos ruidos. -Caminemos hacia allá Matt, pero no pienses mucho en tus pasos. -Intenté que mis palabras calmaran a Matt, aunque estaba experimentando una especie de nerviosismo intenso, tenía muchísimo miedo, quizás mucho más miedo que Matt.

El hueco se miraba a unos cuantos pasos, pero por alguna extraña razón, sentíamos que no lográbamos llegar a el. Habían muchas rocas en el camino de tamaños irregulares que nos dificultaban el paso, pero me parecía rarísimo que, si la luz de mi casco llegaba hacia el hueco, no pudiéramos llegar rápidamente. Y Matt lo notó al instante.

-¿Soy yo o ese hueco que se mira cercano se aleja mientras intentamos acercarnos? ¡Esto no me gusta nada!

-Matt, no importa lo que pase, quiero que sepas que eres lo mejor que existe en el mundo.

-¿Eso es una despedida? ¿Estás jugando, verdad?

-Matt, ¡solo avanza! No importa que el hueco se aleje, ¡intenta llegar a el! -Pero en ese momento, el ruido se intensificó y Matt ya no logró escuchar mis palabras. Eran unos gritos demasiado horrendos, nada puede compararse con ese escalofrío que sentimos cada vez que los escuchábamos. Y a los pocos segundos, el agua comenzó a turbarse, podíamos escuchar unos pasos gigantescos que hacían que todo temblara y ya no solo nos preocupaba escondernos, sino también sobrevivir al posible derrumbe que se veía venir.

Y como si hubiéramos entrado a una realidad alterna, una sombra enorme comenzó a crecer desde la curva de la cueva detrás de nosotros, y fue cuando volví hacia atrás, con pocas esperanzas de encontrar lo que buscaba y más aún, de salir vivos de ahí.

No puedo explicar con certeza lo que pasaba por mi mente, parte de mi ser creía que lo que estaban viendo mis ojos era irreal. ¿En qué nos metimos?, pensé, y peor aún, en qué problemas arrastré a Matt. Estábamos solos, ante la sombra de lo que parecía ser un imponente dragón, no podía ser otra cosa, ninguna otra criatura en la tierra podría tener semejante tamaño y emitir un ruido tan estruendoso y aterrador. La sombra crecía cada vez más y yo estaba de pie, sin poder mover ninguna parte de mi cuerpo, totalmente de frente a lo que se avecinaba. Me olvidé por un instante que Matt se encontraba detrás, y comencé a buscar con la vista cualquier objeto que me sirviera para defenderme, topándome con puras rocas irregulares y mucha agua, que ahora nos mojaba las entrepiernas, de tanto movimiento.

-¡Oh, Dios! ¿Qué hemos hecho?- Solloza Matt.- Esto está mal, ¡muy mal!. Sea lo que sea esa cosa, estamos perdidos. No hay como salir de acá y no tenemos armas de defensa. ¡Quiero irme a casa!

-Matt, por favor, cálmate. Es un dragón eso que viene y debemos ver como salimos de esta.

-¿Cómo dices? ¿Un dragón? ¡Jajajajaja! ¡El mejor chiste que puedes inventar en este momento!




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