Aldawen

CAPÍTULO 1

Era el próximo rey de Yartes.

Una frase que conocía mucho antes de comprender el peso que conllevaba.

No recordaba con exactitud cuando esas palabras se volvieron un peso sobre mis hombros, pero se sentía como una eternidad atrás.

Siempre supe que mi vida no podía catalogarse como normal.

No todos los niños pequeños vivían en un castillo, rodeado de más sirvientes que familiares, escoltado por guardias que portaban armas cada vez que salía, aún cuando fuese a la gran extensión de jardín cerca de su habitación.

Pero eso nunca me detuvo de actuar como un niño.

De reírme sin pensarlo. De gritar de emoción cuando lo sintiese. De correr. De jugar.

Todo hasta que fui sentado en la oficina de mi padre y él me explicó la importancia de mi existencia.

Que significaba no solo para mi familia sino para todas las familias en Yartes.

Desde ahí la etiqueta se volvió más estricta, cortando las alas de mi infancia y volviéndolas solo un recuerdo que aún en en mi adultez añoraba.

Añoraba poder actuar solo porque sí. Tomar decisiones siguiendo mis deseos, sin tener que sopesar como eso afectaba a todos.

Sin embargo, aquello no podía cumplirse porque era el próximo gobernante de Yartes.

Era demasiada la responsabilidad de ello solo para dejarme llevar por anhelos pasajeros.

La corona, el trono, todo lo que significaba la realeza yartesana no podía derrumbarse por mi culpa.

Por esa razón, cuando Jordan, mi relacionador público, me tendió una carpeta y vi el emblema de la Casa de Aldawen, supe de qué se trataba.

—¿Cuándo saldrá al público? —pregunté, abriendo la carpeta y encontrándome con la lista de candidatas para ser mi futura esposa.

Y la futura reina consorte de Yartes.

—En unos treinta minutos. Hemos sido cuidadosos porque se rumoreaba la presencia de posibles infiltrados de los tabloides y canales de chismes en el palacio, pero nada salió de eso.

Asentí, más concentrado en leer la lista.

Aquella lista que había comenzado a utilizarse hace tres generaciones atrás, cuando mi casa casi encontró la extinción debido a malas decisiones.

Lo que en un principio sirvió para elegir entre las mejores candidatas del país una reina consorte, se había convertido en una tradición para hacer partícipes a todos los habitantes de Yartes en la selección de su nueva reina.

Diez candidatas, meticulosamente elegidas, de las cuales solo una me acompañaría en mi tarea de mantener la realeza vigente cuando la corona fuese puesta sobre mi cabeza.

Y la primera persona en ella me hizo apretar mis labios con una mezcla entre incredulidad y desagrado.

Solo había conocido a Jedyth Jasir una vez en mi vida y aunque quería darle el beneficio de la duda, solo se necesitó ese encuentro para ver la codicia en sus ojos y el sarcasmo en su voz.

Salir con Tara Wesling fue una de las pocas decisiones que había tomado por mi propia cuenta.

Y aunque siempre supe que llegaría a su fin una vez que mi cumpleaños numero veinticinco se acercara, eso no evitó que la primera vez que entablamos una conversación en un juego de fútbol, me sintiera atraído por ella y comenzáramos una pequeña pero honesta relación.

No me importó que fuese una actriz rodeada de rumores y escándalos, y a ella tampoco le importó el hecho que fuese el príncipe heredero.

Solo nos sentimos como dos personas atraídas hacia la otra, compartiendo momentos espontáneos y no establecidos previamente.

Amor no fue lo que hubo entre nosotros, pero el cariño sí.

Por eso, el hecho de que la colega de Tara estuviese en esa lista, se sentaba agrio en mi estómago.

Comprendía que todo era por el espectáculo mediático, debido a como siempre se les comparaba, pero el hecho de que esa lista había sido aprobada por todos, hasta por mis padres, se sentía como un pisotón a mis sentimientos.

Porque todos llegarían a la misma conclusión.

Que Jedyth era, de alguna forma, el reemplazo de Tara. Un reemplazo que si llegó a ser elegida para estar entre las diez candidatas.

Lo único que me mantenía tranquilo era que su nombre no pasaría de esa lista.

La persona que mis padres, los asesores, los ministros y todos a mi alrededor buscaban para mí era alguien que pudiese tomar el puesto con confianza y darle estabilidad, tanto a la realeza como al país.

Jedyth no se movía en mis círculos. No trataba con la realeza, ministros, empresarios de gran calibre.

Y siguiendo mi lectura, me percaté que la mayoría de las candidatas tampoco cumplían con todos los requisitos.




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