Aldawen

CAPÍTULO 2

—Con ustedes, vuestra Majestad, el rey Brandon de Aldawen, la reina, Eliza de Aldawen, y vuestras Altezas reales, los príncipes reales Mael de Aldawen, Kenett de Aldawen, y las princesas reales, Alanna de Aldawen y Linette de Aldawen.

»Vuestras Altezas, Tristan, Magux de Elish, Kelly, Magissa de Elish, la princesa Arwen de Elish y los príncipes Dilan de Elish y Galván de Elish.

»Y vuestras Altezas, Neil, Magux de Valques, Wendy, Magissa de Valques y las princesas, Lesley de Valques y Shayla de Valques.

Las puertas dobles se abrieron luego de toda aquella presentación y como lo había hecho desde que había asistido a mi primer baile, dejé cinco pasos de espacio entre mis padres y mi persona antes de comenzar a caminar.

Siguiendo la línea de sucesión, mi hermano me siguió dos pasos atrás mío, seguido de mis hermanas. Lo mismo sucedía con mis tíos y primos.

Había escuchado incesantemente de parte de mi prima, Lesley de Valques, cuanto odiaba todo el protocolo estricto que cada uno de nosotros debía de seguir. Hasta podía imaginar con claridad su rostro aburrido al final de nuestra fila, pero no había nada que pudiese hacerse.

La tradición y el protocolo eran importantes.

Era lo que mantenía a nuestra familia en el trono.

Cuando mis padres comenzaron a bajar por las escaleras y yo quedé en la parte superior, sentí todas las miradas en mí.

Era de esperarse. Después de todo, todos sabían qué significaba ese baile.

De la misma forma que mi padre, al participar del baile el cuatro de junio cuando tenía veinticinco años, conociendo a mi madre y dejando en claro que ella era la opción de la lista que todos en Yartes conocía, yo seguiría sus pasos.

Esa noche revelaría quién era mi candidata para estar a mi lado como futura reina de Yartes.

Con un pequeño asentimiento y evitando mirar directamente a las personas del gran salón, comencé mi descenso al mismo ritmo que mis padres.

Evité alisar mi traje de tres piezas, como lo había estado haciendo solo hace treinta minutos atrás, y me enfoqué en bajar los escalones con tranquilidad y serenidad.

Podía escuchar claramente los murmullos por sobre de la música de la orquesta, casi como pequeños zumbidos cargando la habitación. Y aún cuando no fui capaz de escuchar con exactitud sus temas de conversación, no era necesario.

Sabía que hablaban de mí y mi elección de esa noche. Sabía que hacían sus apuestas a qué chica de las diez elegiría, y eso solo ponía un peso innecesario sobre mis hombros.

Porque, aunque todos pensaban que era mi elección, lo cierto es que la realidad era más complicada.

Ya había tenido una reunión con la junta para hablar acerca de las verdaderas candidatas entre las cuales podía elegir, y solo eran tres.

La hija del ministro de comercio exterior, Lizz Blastin, la hija de un importante empresario del sector inmobiliario, Carol Bros, y Dyna de Epecto.

Todas las restantes de aquella lista no cumplían con los requisitos mínimos para portar la corona Yartesana, por lo cual, aunque debía ser cortés con las diez chicas, mi enfoque debía de estar en las únicas tres que habían pasado el corte.

Había estado leyendo el expediente de cada una, intentando familiarizarme antes de entablar una conversación, y podía entender porque ellas si habían sido elegidas.

El padre de Lizz Blastin, Estin Blastin, había estado en su puesto como ministro por dos elecciones consecutivas, y había logrado entablar relaciones económicas con países que años antes se rehusaban a trabajar con Yartes. Con ello, la economía había visto sus mejores años en toda la historia del país.

Además, Lizz Blastin estaba actualmente cursando una especialización en políticas públicas, siendo una de las estudiantes destacadas de la Universidad de Noscato. No existían mayores escándalos a su nombre según el expediente que Jordan me había entregado, junto con lo que me habían dicho de ella en la reunión que tuve con la junta.

Hughes Bros había contribuido de gran manera a expandir el desarrollo inmobiliario a lo largo de Yartes, afiliándose con la corona cuando mi padre aún no tomaba el trono. Siendo uno de los grandes personajes en disminuir el déficit habitacional que el país comenzó a experimentar a mediado de los años ochenta, no era de extrañarse que su hija estuviese en aquella lista.

Entre todas las hijas en edad cercana a la mía de los empresarios más poderosos de Yartes, ella era la única que llegaba a los estándares de la corona.

Sin embargo, ambas candidatas palidecían al lado de Dyna de Epecto.

Aunque todos los participantes de la junta entregaron sus opiniones de forma objetiva, solo basándose en la información que se tenía a mano, pude ver con claridad el brillo en sus rostros cada vez que se hablaba de Dyna.




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