La velada había continuado con la cena, donde me había sentado en la misma mesa que mis padres y hermanos. Cercano a nosotros estaba toda la familia real, cada uno en sus diferentes mesas, llenando la plataforma donde nos encontrábamos.
Las demás mesas estaban puestas a lo largo de la sala de banquetes, donde los candelabros iluminaban el lugar con luz cálida. La decoración era minimalista, pero mostrando la clase de la corona Yartesana, y podía ver como muchas personas veían maravillados alrededor.
Al arte en el cielo. A las incrustaciones de oro en las paredes. A las esculturas cercana a las grandes ventanas que daban a un jardín iluminado.
Sin embargo, mi vista no se había movido de la única persona que me importaba esa noche.
Por alguna razón, mi puesto me entregaba una vista perfecta de la mesa de Dyna, cercana a unas de las paredes, y no pude evitar darle vistazos más seguido de lo recomendado.
No debía mostrar mi elección. Al menos, no aún.
Pero se me hacía difícil.
Ver el rostro tranquilo de Dyna y como conversaba con las personas en su mesa con tal serenidad en su semblante, era hipnotizador.
Era sorprendente ver a alguien pertenecer tanto al palacio sin ser parte de la realeza como ella.
Luego de haber compartido una plática tenía la necesidad de extender aquella charla. Quería escuchar más su voz. Sus ideas. La forma en la cual cada palabra salía con confianza de su boca. La cortesía y la inteligencia entrelazándose en cada frase que emitía.
Y también quería admirar su rostro más de cerca.
Al color peculiar de sus ojos. A la curvatura de sus labios. A sus pestañas largas. A cuán suave se veía su piel.
Junto con hacer que nuestras miradas se encontrasen.
Debido a la cantidad de personas que se nos habían unido, sus ojos raramente se posaron fijamente en mi rostro, y existía ese anhelo de ganarme su atención, como había sucedido cuando me acerqué a ella por primera vez.
Lo ansiaba, como nunca nada en mi vida.
—Sabemos que no hay paparazzis aquí, pero aún así hay muchos invitados, hermano. Sería bueno que no miraras a quién creo con tanta fijeza.
Mi cabeza se movió hacia mi hermana, Alanna, quién me observaba con diversión.
—No la miro con fijeza.
—Si lo haces y no negaste que sí la estabas mirando. —La risa brillaba en sus ojos azules y se limpió la comisura de los labios con su servilleta—. No te preocupes, tus vistazos no han durado más de treinta segundos. Pero si continuas a este ritmo, todos se percatarán.
»No te haría mal intentar lucir interesado en las otras candidatas.
Bufé por lo bajo, terminando el último bocado de comida que me quedaba.
—Es una perdida de tiempo. Y no me gusta dar falsas esperanzas —dije cuando terminé de comer—. Platiqué con todas las chicas y fui educado. Ahora solo queda el primer baile, así que no hay necesidad de seguir fingiendo.
El primer baile de Yartes.
Aunque no era una regla de por sí, siempre fue una forma de indicar la posible candidata a ser elegida como reina.
Cuando se anunciaba el primer baile, el príncipe heredero de Yartes invitaba a una chica de la lista a bailar con él.
Todas las chicas que habían sido elegidas en el pasado se habían convertido en reinas consortes.
Mi madre había sido la primera elegida.
Por lo cual era el punto cúlmine de toda esa velada.
Estaba seguro que todos estaban ansiosos por saber mi elección de esa noche. Sin embargo, yo estaba mucho más ansioso.
No por incertidumbre, sino porque no podía esperar a tener un momento con Dyna para poder hablar sin que otras personas nos interrumpieran.
No podía esperar a ver esos hermosos ojos nuevamente en los míos.
Fue como si el cielo me hubiera escuchado cuando se anunció que la comida había culminado y era momento de lo último en el cronograma de esa noche: el baile.
Viendo como todos se levantaban y hacían su salida de la sala de banquetes, obtuve un vistazo de la espalda de Dyna antes que ella también saliera.
Sentí una palmada en mi hombro y mi hermano Kennet me dio una mirada divertida.
—Tranquilo, chico enamorado. Ya tendrás tu primer baile con ella.
Volví mi mirada hacia Linette, la cual solo me sonrió, y pude ver como mis intenciones que no había pronunciado eran claras para mis hermanos.
No es como si me importara, para ser sincero.
Pronto nada de eso sería un secreto. No cuando sacase a Dyna a bailar.