Aledis.

Capítulo 1.

«La vida se encargará de guiarte, no importa cuan difícil sea».

Ese pensamiento invadió mi cerebro en los próximos segundos, mis ojos se deslizan a través del cristal. ¿Es tan necesario que la vida se encargue de guiarte por donde tú no quieres ir? Pues al parecer si, no tienes más opciones que tomar el camino que no deseas seguir.

—Señorita Aledis... —susurra una voz familiar atrás de mí, es la ama de llaves—, la señorita Miracle la está llamando para que se dirija hacia la mesa a cenar.
Sin apartar la vista del cristal le respondí con un "En unos segundos bajo", la ama de llaves con esa respuesta en su subconsciente se limitó a bajar las escaleras de la casa y dirigirse hacia algún lugar.
Las gotas se deslizan a través del cristal, a un ritmo lento pero seguro, en las afueras de mi vivienda hace mucho frío, esto se debe a que en las últimas horas ha llovido como si el mundo se fuera a acabar.

Despego mi cara del vidrio, me pongo mis pantuflas y bajo las escaleras para encontrarme con el comedor. Mi madre está sentada en la cabecera de la mesa, miro a su lado y en el puesto a su derecha se encuentra un hombre.

Tanto Zafiro, la ama de llaves, como yo sabemos que los amores de mi madre no duran mucho, los hombres se acercan a ella solo por su dinero, una vez que ella sacia su apetito tanto digestivo como sexual, se largan, y nunca más sabemos de ellos.

—Ya estoy aquí, madre.

—¡Excelente, querida! —Mi madre me muestra una de sus lindas sonrisas y me señala un asiento al lado izquierdo de ella, lo peor de esto es que quedo situada frente al extraño, esto no se me hace tan incomodo como las primeras veces, pero aún no es del todo normal—, te presento a este amable caballero llamado: Jackson.

—¿Qué hace este sujeto aquí? —Miro los ojos verdes de mi madre, mi intención es sacarle todo tipo de información del allegado.

—Querida, un poco más de respeto, por favor —Mi madre se ruboriza levemente—, él es Jackson, como ya te dije, un hombre de 30 años, nos conocimos ayer en la taberna de la vieja Zoe...

—Ah, ¿él es un nuevo tipo que te hará tener un poco de ilusión en el amor y luego se marchara con un poco de tu dinero y comida en su estómago? —digo señalando al hombre sentado frente a mí.

—¡Hija!... discúlpate por decir esas atrocidades —chilla mi madre totalmente afectada.

—Madre, sabes que para ser feliz, no debes depender de un hombre, eso es solo por placer.

—¡Que bicho te picó hoy, Aledis!

—Tranquila, Jane —Habla por primera vez el hombre, no sé que trama, pero yo con Zafiro hicimos un pacto, cada que llegara un sujeto que no nos agradara a ninguna de la dos, le haríamos la vida imposible en los adentros de nuestra vivienda.—, es solo una niña, dentro de unos años se enterará de lo que está hablando —termina el sujeto y empieza a reír para calmar el ambiente, unas leves arrugas inundan su cara al reírse.

Yo me quedo callada y termino mi cena a regañadientes, este sujeto... no me gusta para nada, bueno no hemos tenido buenas experiencias con los hombres, de seguro te debes preguntar qué sucedió con mi padre, pues el hecho es que se largo hace mucho con una mujer y nosotros nos quedamos con la mayor parte de su fortuna, así que él perdió más que gano.

Mi madre me lanza una mirada de severas consecuencias, yo me encojo de hombros como si no hubiera hecho nada, Zafiro entra en la habitación, le guiño un ojo y ella me devuelve el gesto.

La amable Zafiro nos pregunta si necesitamos algo más, los tres respondemos al unísono que no. Ella se larga del comedor y nos deja con el silencio reinando en el aire.

Termino de comer y pido permiso para levantarme, me lo permiten y me largo a mi habitación, en esta agarro una pequeña libreta en donde tengo anotado cada supuesto novio de mi madre. En este pequeño tesoro anotó características físicas de los individuos. Agarro un bolígrafo y empiezo a garabatear en una hoja nueva.

Nombre: Jackson

Lugar de encuentro: Taberna de la vieja Zoe

Edad: 30 años

Características físicas: Alto, moreno, cabello negro, muestra una leve barba que no lo hace ver varonil, risueño (eso le durará poco, muy poco).

Termino de garabatear y dejo escondida la libreta bajo mi cama en una vieja caja. Cierro la puerta con pestillo y me limito a irme a dormir, el sueño no tarda en llegar.

Brujas... Dios... sacrificios... muerte...

Despierto sobresaltada cuando siento que una mano helada como la de un cadáver me toca mis descalzos pies. Ahogó un pequeño grito de terror. Me llevo las manos a mi cara y noto que estoy sudada, enciendo la lámpara que tengo a mi lado y miro hacia todos lados buscando alguna figura anormal, no hay nada, de seguro solo fue parte de un sueño.

Me levanto de la cama, me pongo mis pantuflas y bajo hacia la cocina por un poco de agua, el agua es lo único que me calma en situaciones de pesadillas.

Ya llegando a la cocina escucho unos gritos anormales, en estos se sienten a dos personas jadeando y gritando. Esto hace que de un respingo del susto. Esos gritos parecen ser de... ¿mi madre? Claro, debe estar ocupada con ese estúpido hombre.

Los gritos inundan el ambiente, ya no son "gritos felices" como los llama mi madre, son gritos de horror y sufrimiento, de un segundo al otro me siento amenazada, estos provienen de la parte de arriba de la casa, tomo un vaso, lo lleno de agua, me tomo la mitad y deshecho el resto. El objeto compuesto de vidrio tiembla en mis manos, estoy asustada.

«Aledis... piensa, ¿prefieres un vaso o un cuchillo?», «cuchillo, pero debo actuar rápido, algo malo sucede, así que vaso será, ahora cállate o arruinarás esto tonta conciencia».

Con los sentidos exaltados subo rápidamente al segundo piso, miro hacia mi izquierda y derecha, en la parte de la izquierda veo que al final del pasillo, hay una puerta entre abierta y se encuentra una luz prendida, es el baño.



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En el texto hay: misterio, secretos, drama

Editado: 17.07.2020

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