Era una mañana fría y oscura, el viento soplaba con fuerza azotando la ventana principal de la habitación.
Elena, envuelta en sus sábanas, no se percato de que esta estaba habierta y; sin embargo, tenía los ojos más abiertos que en una competencia de miradas. Alguien al otro lado de la puerta la golpeó.
Inmediatamente la chica salió de su cama de un salto, extendió las sábanas y se sento en el sillón medieval junto a la ventana abierta. Cogió el libro más cercano y lo habrió al azar.
- Pasa- respondió por fin. La puerta se entre abrió, dejando ver a una niña pecosa de aproximadamente nueve años. - ¿Qué ocurre Linh?
- Papá dice que bajes a desayunar- susurró la niña.
- ¿O sino qué?- respondió la chica con una sonrisa juguetona.
- O si no te cortará el cabello- la niña se rió e intentó huír de su hermana, pero ella ya la tenía atrapada en un ataque de cosquillas.
- ¡Oigan! ¡Si no bajan yo me comeré su comida!- un niño idéntico a la pecosa apareció al lado de las niñas.
- ¡Corre Linh, o sino Ash se comerá tu sandwich!- gritó Elena riéndose a carcajadas después de soltar a su hermanita.
Los gemelos Ashlinh y Ash, Linh y Ash para no confundirse. Eran cuatro hermanos en total, pero el gemelo de Elena hacía mucho que se fue, segun él, a un viaje de exploración. Sin embargo, no llamaba, no les enviaba mensajes o postales, solo desapareció.
Un año, pronto se cumpliria un año desde que Max se fue. Cada mañana Elena leía el último mensaje que este le había enviado: "te quiero enena".
Sus padres ya lo habían dado por muerto y habían inventado una historia para los gemelos. Pero Elena sabía que el seguia vivo, podía sentirlo en los huesos.
Con mucho cansancio se levanto del sillón y se dispuso a buscar su telefono. Revolvió cajones y sábanas hasta que por fin lo halló al lado de la ventana.
Después de un largo bostezo, lo encendió y entro rápidamente a WhatsApp y buscó el nombre de su hermano, dio click en el vaner y ahí estaba, aún seguía con el mismo mensaje. Elena miró a través de la puerta abierta hacia la habitación de Max, que era paralela a la suya, la puerta seguía cerrada, sus padres la habían cerrado con llave y la tenían guardada Dios sabe dónde.
Suspiró, regresó la mirada a la pantalla de su teléfono y llamó a su hermano: una timbrada, tres timbradas, cinco y, al final, la grabación: "Hola soy Max, no puedo contestar ahora así que, por favor, llama más tarde. Posdata: te quiero enana".
Algo se rompió dentro de la chica al escuchar la voz de su hermano, hacía mucho, mucho tiempo que no la escuchaba diciéndole que la quería. Frustada, aventó su celular a la cama y salió al pasadizo. Otra tortura, las paredes estaban llenas de fotos familiares, una de ellas, la favorita de Elena, era cuando habían tomado una foto sin que ellos se dieran cuenta.
Elena recondaba perfectamente ese día, era la primera fiesta en donde habia usado un vestido y, debido a su inexperiancia, no podía subirse la cremallera. Sus padres estaban abajo recibiendo a los invitados cuando Max entró a su habitación, Lo habían vestido muy guapo: unas zapatillas Adidas, unos jeans oscuros, una camisa y una corbata. El único problema era que no la tenía anudada. Al verla triste, el mismo le subió el cierre de su vestido y luego ella lo ayudó con su corbata, recordando las veces que había visto a su padre hacerlo antes de irse a trabajar.
Sus papás habían capturado ambos momentos y los habían enmarcado: a la izquierda estaba Max, ayudandola con su vestido y; a la derecha, ella lo ayudaba.
Desvió la mirada y sacudió su cabeza para evitar las lágrimas, bajó las escaleras y se encontró con el panorama de siempre.