La familia Schmidt se acaba de mudar al vecindario.
Después de cinco largos años, la casa más grande y lujosa acaba de ser comprada.
Carla Roberts, ama de casa y vecina de los ahora recién llegados estaba más emocionada que incluso los mismos integrantes de la familia Schmidt.
—Oh, veo tres adolescentes, un chico y dos chicas.
—Carla, aléjate de la ventana.
—¡Gato! Una de las chicas tiene un gato en brazos —exclama la mujer con emoción. Su esposo le da vuelta a la página del periódico que está leyendo.
—Carla, cierra la cortina —continúa el hombre sin alzar la mirada y con un tono aburrido.
—Theo, ¿cómo puedes estar tan tranquilo? Tenemos nuevos vecinos, después de cinco años al fin alguien compró la casa junto a nosotros.
Theodore Roberts baja el periódico y observa a su esposa. La mujer está en una esquina de la ventana mirando por un pequeño espacio abierto de la cortina color salmón.
—Si sigues así los espantaras antes de que siquiera desempaquen —sube el periódico y pasa la página queriendo darle fin a la conversación.
—Enviaré a Will con un pastel de bienvenida en la noche.
Cuando a Carla Roberts se le metía algo en la cabeza ni su esposo podía detenerla.
—Deja a Will fuera de esto, nuestro hijo no tiene por qué darle la bienvenida a nadie, Carla.
—Will hace lo que yo le diga, me lo debe.
—¿Te lo debe?
—Pues sí, ¿Quién lo cargó nueve meses en su barriga? —cuestiona la mujer llevando ambas manos a sus caderas y caminando hasta el sofá donde se encuentra su esposo.
—Tú, pero tampoco es como si hubiese existido otra opción, Carla.
—¡Theo! —grita la mujer y toma el periódico que su esposo leía y lo arroja por los aires cayendo detrás de ella.
—Y... supongo que leeré el aumento de la gasolina en otro momento —suspira negando y quitándose los anteojos —Ya que no es tan importante —dice sarcástico.
—¿No te emociona tener vecinos después de tanto tiempo?
—Si te digo que sí... ¿Dejarás el tema a un lado?
—No.
—Por supuesto que no —murmura el hombre, se pone de pie y se inclina para dejar un beso en la frente de su esposa.
Se gira para salir de la sala y Carla Roberts se apresura a abrir nuevamente la cortina para mirar.
Taylor Schmidt se encuentra recostado de manera aburrida en uno de los camiones de mudanza.
—¿Quieres? —Alexis, la gemela menor, le ofrece una manzana y Taylor la acepta con una sonrisa.
—Me duelen los brazos —se queja el chico antes de darle una mordida a la manzana.
—A mi igual.
—¿No salía más fácil pagarle a alguien para que nos ayudara descargar los camiones?
Alexis niega con gracia y prefiere no responder.
Ellos son tres hijos, sus padres no iban a contratar a nadie cuando los tenían a ellos para hacer todo.
—¿Podrían hacer algo útil? —gruñe Rain, la gemela mayor, al salir de la casa y ver a sus dos hermanos muy tranquilos recostados del camión —¿Acaso piensan quedarse allí toda la mañana? ¡Son tres camiones de mudanza!
Alexis rueda los ojos al ver a su gemela caminar hasta ellos con cara de pocos amigos. Taylor por su parte alza los hombros despreocupado y le da otra mordida a su manzana.
—Y dos camiones más vienen en camino, no estamos ni cerca de terminar, así que relájate, Rain —dice Alexis bufando.
—Deberíamos decirle a la señora que nos espía en la ventana que nos ayude —comenta Taylor señalando con gracia detrás de Rain —¿Soy el único que la ha notado? —Taylor sube la mano que tiene libre y saluda a Carla sin quitar la sonrisa burlona, pero esta rápidamente cierra la cortina.
—No podía faltar —Rain se cruza de brazos —En todos los vecindarios hay una vecina que hace de cámara de seguridad.
—Veinte dólares a que en la noche nos trae un pastel de bienvenida —le dice Alexis a Taylor y este le extiende su mano.
—Hecho —acepta el chico.
—¡Por un demonio! mejor muevan sus traseros y terminen de llevar las cosas.
Rain pasa de sus hermanos y toma otra de las cajas para seguir en lo suyo.
—Ni porque nos mudamos al otro lado del país dejas de ser una amargada, Rain.
Bromea su hermana y puede oír como Taylor se ríe.
—Ja ja, ¡son tan graciosos deberían tener su propio acto en un circo, par de payasos! —grita Rain desde la entrada.
—Auch —Taylor se lleva una mano al pecho.
—Ya sabes lo que dicen de las gemelas —Alexis sube los hombros fingiendo pesar —Una se queda con el buen genio, lindo carácter y excelente gusto por las chicas y la otra... es solo un ogro gruñón de por vida que se cree superior solo por nacer diez minutos antes.
—¿Qué? Nadie dice eso —Taylor se burla.