¡aléjate de mi ventana!

16. Autocompasión

—¿Ellos te quieren?

—¿Quienes?

—¿Quién viene a tu mente cuando digo eso?

Rain mira a Theodore con exasperación. Ningún psicólogo había iniciado una sesión con una pregunta tan extraña.

—¿Mis hermanos y mis padres? —responde confundida.

Theodore baja la mirada a su libreta y comienza a escribir cosas en ella que Rain no puede leer.

—No se trata de que adivines, Rain. —dice al cabo de unos segundos.

—¡Esto es completamente ridículo! —entrecierra los ojos —No quiero ser grosera, pero esto no llevará a ningún lado. ¿Tiene idea de la cantidad de psicólogos que he visto en mi vida?

—No, pero puedo jurar que ninguno es bueno, por lo menos no como yo.

—¿Detecto narcisismo, señor Roberts?

—¿Detecto enfado, Rain?

Rain se queda callada. Theodore ladea una sonrisa perezosa y baja la mirada nuevamente a sus notas para escribir.

—Honestamente me harta tratar de explicar mis problemas a gente a la que sé que muy en el fondo no le interesa. Señor Roberts, yo no estoy obligada a responder sus preguntas. Lamento que ambos estemos perdiendo nuestro tiempo en esto.

—Yo no pierdo, Rain. De todas maneras recibo un pago por esta sesión.

—No tiene que ser tan arrogante.

—Pensé que de eso te estabas encargando tú. —repone el hombre.

Rain abre levemente su boca ante eso y en vez de sentirse ofendida reprime una sonrisa.

—Ya veo de dónde William ha sacado su forma tan irritante de ser.

—¿Es de eso de lo que te gustaría hablar en esta sesión? ¿De Will?

—¿Qué? —exclama sintiéndose acorralada por la mirada curiosa del hombre —¡Claro que no!

—Entonces dime algo, lo que sea. No somos enemigos, Rain.

La chica pasa una mirada por el recinto, el consultorio de Theodore le parece muy cálido e incluso la armonía del lugar le resulta placida a pesar del hostil comportamiento que ella ha tenido desde que llegó.

—¿Ha tenido ese sentimiento de cuando está totalmente tranquilo y sin nada que hacer y de repente su cerebro comienza a decir cosas cómo: ¡No tienes tiempo! ¡Haz algo!

—Puede que sí —responde. —Pero no últimamente. ¿Tu sí?

—Todos los días, a cada minuto —confiesa ella.

—Rain, tener miedo del que pasará es uno de los grandes desencadenantes de la ansiedad, lo sé y seguramente tú también. ¿Por qué no me dices lo que de verdad está afectándote?

—No me gusta mostrarme vulnerable.

—Créeme, ser vulnerable no cambia en nada la percepción que tienen otras personas de ti, es más te vuelve más humana ante sus ojos...

—¿Cómo está tan seguro de eso?

—Soy psicólogo —responde el hombre —Yo lo sé todo —bromea y logra sacarle una sonrisa diminuta a la chica.

—Mis ataques de ansiedad están creciendo y por las noches cuando intento dormir no puedo respirar por tanto llorar. Y en medio de mis ataques termino acariciando mi propia cabeza. ¿Qué rayos me sucede?

—Es un mecanismo de autocompasión, Rain... Al hacer eso, estás reconociendo que algo te está pasando y lo estás aceptando.

—¿Entonces por qué después de mis ataques lo único que quiero hacer es romper todo?

—Dime que color viene a tu mente cuando piensas en tus ataques de ansiedad.

—Rojo.

Theodore asiente y prosigue a escribir en su libreta: enojo.

—No te gusta sentirte vulnerable y cuando te dan ataques de ansiedad es cuando más entras en ese estado, Rain. ¿Sabes lo que eso quiere decir? —Rain asiente con pesadez, pero prefiere dejar que Theodore continúe hablando —Tus pensamientos se convierten en sentimientos que se transmiten en acciones.

—Ojalá mis hermanos y padres pudieran entender eso...

—¿Cómo podrían? Tú no les dices nada y ninguno es adivino.

—Ya suena a mi hermana —Rain niega.

—A ella le importas mucho, más de lo que tu mente puede imaginar. —dice él —Y no hace falta decir que a tu hermano también y tus padres ni se diga.

—A veces me gustaría ahórrales tanta angustia y desaparecer de sus vidas.

—Pero no lo harás. ¿Sabes cómo lo sé? —Rain niega. —Al inicio te pregunté si ellos te querían. No te dije quienes y tu cerebro automáticamente se fue a ellos, porque muy dentro de ti, sabes que esa es la verdad. Tu familia te quiere demasiado y sufrirían mucho si algo llegase a pasarte.

—Lo sé —Rain bufa —Tienen miedo de encontrarme muerta en la ducha, eso es seguro.

—Puedes bromear todo lo que quieras, pero si un día tomas la decisión de acabar con tu vida, podría ser lo más doloroso que alguna vez les harás y no habrá nada, ni nadie que reponga tu perdida.

—¿Qué puedo hacer? —lo mira con ojos cansados.



#5580 en Joven Adulto
#15478 en Otros
#2421 en Humor

En el texto hay: vecinos, gemelas distintas, bromas y peleas

Editado: 25.12.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.