La abuela de Will abre la puerta con una sonrisa que se borra en cuanto ve la cara triste de su nieto.
—¿Pero que pasó? —pregunta la mujer.
Le extiende el balón y su abuela lo toma con preocupación.
—Abuela, creo que hice algo estúpido.
—Ay, cariño, de seguro no es tan grave. Ven, pasa, vamos a la cocina.
Su nieto suspira y se adentra al lugar haciendo su camino por la estancia. Ella cierra la puerta y prosigue a dejar el balón en el suelo.
Will abre la nevera para sacar el cartón de jugo de naranja y se sienta en la mesa mientras que su abuela le pasa un vaso de cristal y se sienta frente a él.
—¿Qué ha pasado?
—Exploté cuatro tubos de confeti en la habitación de Hulk.
—¿Es parte de esa guerra que se han creado?
—No —niega y desvía la mirada. —Lo hice porque estaba furioso con ella, pero usé la excusa de que solo fue por recuperar mi balón de baloncesto.
—¿Qué te hizo?
—Ese es el problema, abuela —la mira —No me hizo nada, solo estaba con alguien más divirtiéndose.
—¿Un chico?
—El estúpido Jared de su colegio —murmura Will y se lleva el vaso de jugo a los labios para beber del contenido de un solo trago.
Su abuela quiere reír, pero en su lugar toma el cartón de jugo y dice: —¿Más?
—Sí, por favor —asiente. La mujer vierte un poco en el vaso con una sonrisa.
—¿Cariño, hiciste esto por celos?
—No lo sé, abuela.
—¿No fuiste tú el que hace unos días atrás me dijo que no te gustaba y entre ustedes no pasaba más que disgusto mutuo?
—Abuela, tengo dieciocho años, ¿sabes que significa eso? mis sentimientos pueden cambiar de la noche a la mañana, ¡ni siquiera sé si me gusta! simplemente me enojó verla con otro. ¿Cómo le llamarías a ese sentimiento?
—Celos.
—Pero... Ugh. —no dice nada, se lleva el vaso a la boca y toma el contenido nuevamente de un solo trago. —Más, por favor —extiende el vaso en dirección a su abuela.
Ella le rellena el vaso y lo mira con dulzura.
—Te diré algo, Will —dice ella y su nieto la mira expectante —Ser un humano significa ir descubriendo cada parte de nosotros. Eso incluye, ideologías, gustos y sentimientos. ¿Si sientes celos por qué te cuesta tanto aceptarlo? Te lo dije aquel día y te lo digo ahora: la chica es bonita. No te culpo si has cambiado de parecer, tampoco te juzgo, cariño.
—Pero no me puede gustar —se lleva las manos al rostro —¡No puede!
—¿Por qué?
—Le prometí a su hermano que no me fijaría en ella nunca. Abuela, hice una promesa que me tiene atado, así que si me gustara igual no podría hacer nada.
—¿Prometiste eso? —la mujer frunce su arrugado ceño —Will, sabes muy bien que hacer promesas es algo delicado y no debes hacerlas a lo loco.
—¡YA LO SÉ! —grita aun con las manos en su rostro. Su abuela suspira. Will baja las manos y la mira como cachorro asustado. —Lo siento, me alteré, no quise gritar.
—Ustedes los jóvenes de hoy en día se complican por todo. ¿Dónde quedaron las cartas de disculpas y las salidas a tomar batidos? —piensa en voz alta.
—¿Cuándo el abuelo y tu discutían que hacia él para contentarte?
—Me preparaba mi postre favorito: pastel de calabaza. —responde la mujer con nostalgia —Y mientras lo comíamos conversábamos. Ciertamente no explotaba tubos de confeti en mi habitación y luego se iba.
—Pues lastimosamente no heredé el talento en la cocina que al parecer todos mis familiares tienen y aun si así fuera, estoy seguro de que Hulk me arrojaría el pastel en la cara y proseguiría a gritarme lo mucho que me odia.
—O quizás puedan arreglar el malentendido y disfrutar de un postre delicioso. Recuerda que el mundo siempre gira en torno a diferentes posibilidades.
—No lo sé...
—Ayer fui al mercado y compré muchas calabazas, no sé tú, pero eso parece una señal. —comienza a decir en tono divertido —¿Qué dices? ¿Quieres pasar el resto de la tarde horneando con tu abuela?
Will sonríe y asiente. Se le levanta de la silla para rodear a la mujer por los hombros y darle un sonoro beso en la mejilla.
—Te quiero muchísimo, cuanto daría porque fueras eterna. —ella se ríe.
—También te quiero, Will, eso lo sabes. —dice en tono dulce y se pone de pie para buscar entre las gavetas de la cocina delantales y gorros de papel.
Will no cree que Rain quiera tener una conversación con él sobre sus sentimientos. Tampoco cree que pueda volver a verla después de que ella explícitamente le dijo que lo odiaba y aunque espera que esa frase solo fuera por el enojo del momento, una parte sabe que quizás sea verdad.
Las cosas se sienten irremediables, por eso estar con su abuela le da tranquilidad.