Alex terminó su chocolatada casi en el mismo momento en el que Daniel le describía el incidente en el cual Douglas encontró que Aleris había desaparecido. Aún le quedaba la mitad de un sandwich, pero no podía evitar seguir tiritando de frío.
—¿Te sientes bien, compañero?
—Sí, aunque mamá creería que estoy agonizando—aclaró sonriendo. En el fondo sabía que el panorama no era muy alentador.—Creo que sé donde fue Aleris.
—¡Vaya, hubiese venido muy bien tu presencia en la residencia de los Douglas!
Alex rio satisfecho. Reconocía que su padre bromeaba, pero se sentía reconfortado.
—En serio, la única posibilidad es que Luke la haya pasado a buscar para ir al centro de recreaciones.
—¿Te olvidas que estaban peleados? Además, el centro estaba en plena construcción. Tu padre no es tan desprolijo contando historias. Daniel miró hacia el costado, el nivel de la nieve había crecido de manera alarmante, en breve no podrían abrir las puertas para salir. Hizo el intento y para ello debió empujar con fuerza. En el pequeño hueco que pudo lograr asomó su teléfono en busca de señal. No veía cambios. No quería preocupar a Alex, pero si no los contactaba alguien que pudiese auxiliarlos pronto, quedarían sepultados en la nieve.
—¿Saldremos vivos de esta, papá?
Daniel pensó en Hanna, ella sabía que camino tomarían para salir del pueblo, es probable que a estas horas estuviese movilizándose para que alguien trate de ubicarlos. En ese momento no podía pensar en alguien más que pudiera ayudarlos.
—Hijo, la nieve es un bello regalo de la naturaleza. Admito que muchas veces no lo
pedimos y lo tenemos en demasía, pero disfrutémosla mientras esperamos por la
caballería. ¿Todavía quieres saber qué pasó con Aleris?
—Creo que sí, como dijiste antes, ella no nos salvaría para dejarnos morir congelados. Tal vez si me cuentas el resto entienda qué espera de nosotros.
—Perfecto, seremos dos tratando de entender, entonces.
Daniel miró al frente, cada vez se veía menos y la nevada era más fuerte. Desvió la
mirada hacia abajo para no distraerse, retomar la narración era el ejercicio más
productivo.
—Como bien supusiste, esa tarde Luke pasó a buscar a Aleris…
***
Mientras Luke llevaba alzada a Aleris en su espalda, con ella abrazando su cuello, no pudo dejar de disfrutar de su calidez y los cabellos suaves acariciando su mejilla.
Ambos permanecían en silencio quizás por no haber limado asperezas aún desde su última discusión, pero también porque estaban disfrutando de la proximidad del contacto, que por el momento era suficiente para conciliar. Era una noche más bien cálida y pese al esfuerzo el aire fresco no los dejaba transpirar por el esfuerzo. Para Aleris, el nivel de adrenalina era el máximo que había experimentado en su corta vida.
—¿Vas cómoda?
—Pues, recuérdame la próxima comprar el ticket clase turista, este es demasiado
confortable para mi gusto.
—¡Qué bueno! El camello tampoco se queja, dice que le agrada que hayas dejado a
Terminator en tu cuarto, porque le hubiese dañado seriamente la joroba.
Rieron evitando elevar el tono de voz, llevaban más de diez bloques caminando
por la sombra y pisando tierra y césped para evitar ser escuchados al caminar en asfalto.
El camino era bastante largo, pero ambos sabían que esa aventura les haría muy bien.
—Oye en serio, gracias por esto. No tenías por qué hacerlo.
—No hago nada que no quiera, princesa, descuida. Recuerda que no estamos en
salida recreativa, si no en una misión riesgosa.
—De una u otra manera es así, si mi padre se entera de esto, morirás en el acto y a mí me encerrarán en una celda más protegida que la que pretenda albergar a un X-MEN.
—No lo decía por eso, es un riesgo evidente.
—Como sea, morirías antes que yo aunque goces de excelente salud.
—No me hagas reír, me quitas fuerzas y las necesito para enfrentar lo que venga.
Luke tenía aún algunos magullones, pero nada que le causara algún dolor insoportable. Hasta su nariz se veía más sana con apenas la cicatriz del corte y las bandas adhesivas habían volado hacia un par de días. Luego de la discusión que
habían tenido, Aleris decidió romper el hielo y enviar un mensaje a su amigo.
Decía: “SOY UNA IDIOTA , LO SIENTO. ESPERO NO HABERTE PERDIDO”, a lo que Luke respondió: ”OLVÍDALO, NO SOY DE LOS QUE SE OFENDEN FÁCIL, NO PASA NADA”. Aleris pensó en el tiempo que le llevó escoger sus palabras y en lo rápido que había recibido respuesta y se sintió complicadamente femenina. Sonrió avalando que su amigo fuese tan simple. Luego llegó otro “¿AÚN SIGUE EN PIE LA VISITA GUIADA AL CENTRO?”. Quedó desconcertada, faltaba un tiempo para que abrieran y ella le había dicho que acudiría a él solo si su padre se negaba a llevarla.
”¿YA ABRIERON? ¿TAN IMPACIENTE ESTÁS?
“ES QUE NECESITO DE TU AYUDA. NO ABRIERON AÚN PERO CREO QUE HAY ALGO MUY RARO. ¿TE ANIMAS A IR AUNQUE ESTÉ CERRADO?”
“CLARO, DAME UNOS MOMENTOS PARA EMPACAR MI KIT DE LARA CROFT… ¿ESTÁS LOCO?”
“SÍ, CREÍ QUE YA LO SABÍAS”
Aleris se sentía invadida por un estado de excitación que jamás había experimentado antes.
Y a la vez feliz, no había persona que conociera que la hiciese sentir tan plena
como Luke.
“OK, SÉ DISCRETO, RECUERDA COMO TE FUISTE LA ÚLTIMA VEZ”
Se higienizó al detalle y se vistió con un conjunto deportivo que aún no había estrenado. Su cuerpo no estaba tan mal siendo objetiva, más allá de lo delgados que eran sus miembros en comparación a su torso y la debilidad general que el impedían movimiento, tenía cierta armonía que le gustaba admirar en el espejo. Hasta tenía senos desde hacía unos meses y cuando cayó en la cuenta de la transformación no pudo más que llorar. También supuso que todo tenía que ver con sus cambios hormonales a partir de su primer período. Cuando se decía que ya no era “niña” sino “señorita” por menstruar no era tanto por el florecimiento de su capacidad para procrear, sino por el mal genio y arranques más propios de cualquier mujer que de una niña caprichosa. A sintió frente al espejo, quería lucir bien en su primera y quizás última aventura fuera de los confines de la mansión Douglas. No tenía idea de a lo que se refería Luke con “algo raro”, pero así fuese una fantasía de niño explorador sin fundamentos lo ayudaría en lo que parecía ser “su primera cita”. O lo más aproximado a ello. Luke prescindió de los guijarros contra el cristal y envió un mensaje: “ESTOY ABAJO” Ella le hizo la señal de costumbre y él trepó con mayor discreción que la acostumbrada. Atardecía aunque faltaba un buen rato para que llegara su padre, y Sara seguramente estaba distraída con la serie que seguía por las tardes. Una vez en su cuarto el chico le explicó el plan para avanzar con mayor comodidad. Aleris sugirió llevar aunque sea arrastrando su juego de muletas, pero Luke lo descartó de plano. No le pidió mayores explicaciones y colgada de su espalda y sujeta apenas con un cinturón para mayor seguridad, salió de su cuarto por primera vez sin permiso de su padre.
Ya llevaban más de medio camino recorrido en plena oscuridad. El viento sacudía el follaje con más fuerza, las aves que cantaban no sonaban tan amigables, parecían enviar mensajes codificados anunciando la presencia de intrusos en su reino. Las ventanas de la mayoría de las casas ayudaban a iluminar el sendero, pero Luke evitaba pasar demasiado cerca de ellas para evitar ser vistos. Una cosa era que lo divisaran a él, y otra a él llevando una mochila parlante de cincuenta kilos y gran cabellera.
Editado: 28.09.2022