Douglas estacionó su vehículo en la puerta de la casilla de los Jobbs, sabía que el padre de Luke había tenido sus problemas con la ley tiempo atrás, no en ese pueblo, pero que había purgado con años de cárcel, presuntamente por robo a mano armada. No obstante al casarse con Linda, una maestra rural, su vida dio un vuelco y no retomó más la senda criminal. No encontró nada malo en los antecedentes de Luke, que si bien no tenía un trabajo fijo ayudaba a su padre al tiempo que seguía asistiendo a la escuela. Martin se preguntaba qué hubiese pasado si ambos, Aleris y Luke, se hubiesen conocido en ese ámbito y no en un consultorio, ¿se habrían hecho tan amigos? Mientras subía por el camino de tierra hacia la puerta de entrada trató de apartar pensamientos que contribuyeran poco a lo que necesitaba hacer en ese momento: encontrar a su hija. Tocó con los nudillos en la madera seca y vieja, en menos de diez segundos apareció el rostro de Linda.
—Señor, Douglas, ¿a qué debemos su visita?
—Señora Jobbs, ¿su hijo Luke está en casa?
Linda parpadeó incómoda, Douglas no dejó de notar que algo raro estaba pasando.
—Pues, ya tendría que estar aquí, ¿pasó algo malo?
—Sinceramente, no lo sé, mi hija no está en casa y jamás ha salido si no es conmigo. Pero desde hace tiempo su hijo la visita a escondidas. Lo permito mientras se tratase de una travesura, todos los chicos deben tener su cuota, pero ahora temo por su vida. No es una niña sana y tengo la certeza de que Luke sabe donde puede estar.
Linda se tomaba la boca con ambas manos, Douglas tenía cada vez más certezas de que la madre sabía algo al respecto.
—Linda, usted como madre debe entenderme, no puedo perderla como perdí a mi esposa, sería el fin.
La mujer miró hacia atrás, Derek Jobbs, un hombrón de aspecto tosco y barba de varios días asomó por detrás.
—¿Qué pasa, Douglas?
—Mi hija, Jobbs, desapareció y apuesto lo que sea que tu hijo Luke sabe donde está o está con ella.
Jobbs volvió a meterse y al rato salió con una campera cazadora y un rifle en la mano. Dijo “Vamos” y encaró hacia el auto de Douglas, que saludó con la cabeza a Linda y lo siguió. El padre de Luke no tenía simpatía alguna por el de Aleris, lo cual era recíproco, pero si en algo coincidían ambos hombres era en la devoción por sus hijos.
—¿Tienes idea de dónde vamos? ¿Por qué el rifle?
—También sé lo de Luke y tu hija. Y tampoco me gusta, para serte sincero, pero no puedo meterme en los asuntos amorosos de mi hijo. Lo escuché hablar del nuevo centro de recreación y también nombrar a Aleris en la misma conversación. No hay que ser un gran detective para atar cabos. Y también he escuchado como todos que los dueños de ese engendro son algo de cuidado, por eso mismo el rifle. ¿Quieres seguir perdiendo tiempo interrogándome o podemos irnos a buscarlos?
Martin encendió el vehículo sin decir más. Esperaba menos honestidad y colaboración de aquel hombre.
Editado: 28.09.2022