Aleris del Infinito

Capítulo 16 - Carretera al más allá

El auto de Douglas finalmente se detuvo al tiempo que comenzó a perder combustible. No había razones para que arda en llamas pero no dejaba de constituir un peligro. Jobbs salió despedido por la ventanilla, con varias heridas en el cuerpo. La escopeta que llevaba quedó enganchada en el manillar y se disparó rozando el guardabarros. Y allí fue cuando estallaron las llamas. Del otro lado, Aleris empujaba el cristal de su lado que permanecía intacto y al mismo tiempo intentaba despertar a Luke que parecía haberse golpeado fuerte. Su padre tampoco reaccionaba en el asiento de adelante. Entonces Aleris vio un brillo muy intenso al frente y sintió como todo comenzaba a elevarse. Frente a ella, una mujer de blanco y cabellera muy profusa agitaba una mano, al tiempo que cada pieza del vehículo parecía aflojarse y desarmarse prolijamente. Estaba en el aire, ella y todos a bordo. El metal se desplegaba e iba dejándolos expuestos. Finalmente, las butacas fueron apoyadas en el pavimento, todos estaban inconscientes menos Aleris. La mujer se acercó lentamente hacia ella. Pudo reconocerla de inmediato.


—¡Madre!
—No te alarmes, todo esto pasará.
—Pero, papá, Luke, parecen estar lastimados… ¿Qué pasó? ¿Estás viva o todo es un sueño?


La mujer puso la mano en su cabeza con suavidad.


—Ellos estarán bien, y nunca podrán saber que estuve aquí, contigo, ¿de acuerdo? —Aleris asintió con cara de preocupación— Si pasa en tu mente, es real, nunca lo olvides. No estoy aquí, en este plano, pero de alguna manera tengo presencia para poder ayudarte. No fui quien lo decidió así, ni sé por cuánto tiempo más.
—Pero, ¿estás muerta? No entiendo por qué no apareciste antes…
—Me gustaría tener todas las respuestas, pequeña, pero no es así. Solo sé que debes cuidarte mucho y a tu padre, y a tu amigo, es un buen chico, te quiere bien.
—¿Qué pasará ahora?
—Hay algo muy oscuro, muy perverso que quiere usarte. No sé para qué, ni cómo. Habrá señales a las que debes estar muy atenta. No eres como las demás niñas.
—Eso… lo sé bastante bien.
—No, no me refiero a tu enfermedad, sino a tu poder de observación. Hazle caso a tus instintos. Es tu mejor arma.
—Lo de mi enfermedad…
—No lo veo muy claramente, ojalá pueda decirte más. La presunta cura milagrosa y repentina puede ser un engaño. Ten cuidado y trata de que tu padre no se ilusione demasiado. Sufriría mucho si no te recuperas.
—¿Engaño? ¿De quién?
—No lo sé, es eso oscuro de lo que te hablé. Debo irme. Te amo, cuídate mucho y cuídalos a ellos, tú eres más fuerte que todos.

Aleris sonrió al tiempo que dejó escapar unas lágrimas. Su madre retrocedió al tiempo que comenzaba a maniobrar con sus manos, las piezas de metal crujieron y retomaron su posición original. Luego no vio más nada hasta que de nuevo estuvo sentada en el vehículo, como antes del accidente. Sin haber perdido ni un solo segundo de los recuerdos de lo que acababa de suceder, su boca se abrió.


—Papá, ¿recibiste alguna noticia últimamente?


Douglas miró por el retrovisor y luego de asombrarse comenzó a sonreír. Aleris miró al frente del camino.


—Papá, ¡cuidado! ¡Frena ya!


Douglas clavó los frenos y giró el volante, un segundo antes de que se produzca la explosión del neumático, ya con el auto detenido y a salvo, aunque en medio de la carretera. Todos exhalaron la respiración luego del susto. Douglas frunció el ceño y giró para ver a su hija a la cara.


—¿Cómo diablos pudiste saber que el neumático iba a reventar?


La niña se encogió de hombros.


—Supongo que de la misma manera que sabía que mi enfermedad comenzó a retroceder, ¿verdad?


Douglas se quedó con la boca abierta, se estaba asustando. Prefirió cambiar de tema, miró a Jobbs de manera un tanto más amistosa.


—Supongo que se te debe dar mejor cambiar llantas mejor que a mí, ¿verdad?
—No quisiera ofenderlo, Sr. Douglas, pero si deja que me ocupe probablemente lleguemos más rápido a casa.


Así lo hicieron, mientras Aleris y Luke intercambiaron miradas de complicidad. De todos modos el chico seguía impresionado por la aparente clarividencia de su amiga. Más tarde Douglas dejo a ambos Jobbs en su casa y hasta hubo promesa de futuras invitaciones a cenar, siempre y cuando Luke desista de sus hábitos de secuestrador. Douglas se sorprendía a sí mismo por ese ánimo jocoso que hubiese sido impensado minutos atrás. De algún modo, el buen semblante de su niña contribuía.
Sara los esperaba preocupada en la casa. Aleris estiró los brazos y como hacía tiempo no ocurría (si sucedió alguna vez) se dieron un abrazo. A Sara le brillaron los ojos y Douglas, que no olvidaba la responsabilidad de su mujer en la “fuga”, se sintió también muy feliz.



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En el texto hay: fantasmas, fantasa, amor adolescente

Editado: 28.09.2022

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