Aleris del Infinito

Capítulo 20 - Casi todo puede esperar

Martin Douglas se sirvió un vaso de escocés con el que creía una vez más que aliviaría su dolor de cabeza. No creía que fuese nada serio pero si producto del estrés de lo vivido en estos días. Sara ya no intentaba persuadirlo de dejar el alcohol, tampoco le preocupaba porque su esposo no era precisamente autodestructivo ni cultor de los excesos.


—¿Te sirvo uno? Supongo que querrás que hablemos.
—No, gracias. Pero te escucho.
—¿No tienes nada para decirme antes?


Lo sabía, Sara supo en ese mismo momento que Martin sabía lo de su entrevista con Rusnak.


—Nada más importante que lo que está sucediendo con Aleris, dime por favor de qué se trata.


Bien jugado, pensó Martín, que no tenía intenciones de revelar aún y hasta que se lo dijese ella misma que sabía lo de la entrevista. Lo único que lamentaba era que su mujer fuese tan poco astuta y no hubiese tomado ninguna precaución para no ser vista. Era subestimarlo en extremo. Tomó un trago para que darle tiempo a que ella despejara esa cara de miedo.


—No hay una explicación lógica o razonable, pero la enfermedad degenerativa está retrocediendo. O como si de repente fuese regenerativa, algo que el doctor no puede explicarme ni explicarse de ninguna manera.
—Entiendo, por eso tampoco estás tan optimista.
—No puedo darme el lujo de estarlo, las mejoras y las recaídas son normales en estos procesos aunque los médicos esta vez parezcan desconcertados.
—Aleris parece de mejor semblante, pero aún no veo diferencias.
—No solo de mejor semblante, de alguna manera lo sabe. Y no es que solo lo sienta, sabe que algo pasa con ella, pero no me dice como y eso me desconcierta. ¿Qué hay de ese chico que la visita? Sé que lo hace con frecuencia, trepa su ventana casi a diario. ¿Te cae bien?


Sara tragó saliva, la preocupaba una sola visita de la que había sido testigo y era toda una rutina de la que Martin estaba al tanto y sin decirle palabra, ¿cómo era posible ocultarle su entrevista laboral?


—¿A diario? Dios mío… pero… ¿Cómo?
—No importa. Es buen chico, lo investigué y ayer estuve con sus padres. Han sufrido demasiado y se han preocupado porque su hijo sea un hombre medianamente de bien. Esta locura del rapto fue cosa de Aleris, puede manipular a quien quiera.
—Me siento tan inútil…
—No seas tonta, te estoy diciendo que Aleris es muy especial. Al menos intentas ponerle un freno y no te detesta, al margen de todo lo que haya pasado entre ustedes. Sé que no.
—”No te detesta” es casi un “te quiere” según su estándar. Y casi de acuerdo al tuyo.


Martín subió la mirada de su vaso al rostro de Sara. Parecía severo pero dulce al mismo tiempo.


—No estaría contigo de otra manera.


Sara sonrió con halagada mesura, se había acostumbrado ya demasiado a esas demostraciones de afecto parco.


—Hay algo de lo que quería hablarte a decir verdad…—casi susurró aprovechando el momento.
—¿Te importa si me lo dices mañana? Esta jaqueca no se me pasará ni aunque me baje media botella de esta cosa.


Sara suspiró asintiendo


—De acuerdo, no es nada importante, puede esperar.—él le dio las gracias y la besó en la frente antes de ir a su cuarto. Si por algo amaba y temía a ese hombre al mismo tiempo era por su manejo de las situaciones y de los tiempos. Aunque a veces lo impredecible se tornara algo peligroso.



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En el texto hay: fantasmas, fantasa, amor adolescente

Editado: 28.09.2022

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