No tuvo que esperar más de cinco minutos, rápidamente llegaron esos dos, Mahira había dejado su casco en el mismo sitio donde debía haber dejado a ese desconocido y se sentó al lado de ellos. Sintió la mirada de esa cemaran, y ella tampoco pudo evitar detallar la vestimenta de quien estaba enfrente. Sin embargo, aunque le hubiese visto con un semblante intimidante en ese momento parecía ser una mujer tranquila y confiable.
— ¿Y ustedes desde hace cuánto se conocen? —preguntó Sarah mientras dirigía su mirada a ambos extranjeros de piel grisácea.
— Uy, pues hace como 11 años —dijo Mahira mientras estaba detallando en esos instantes la decoración y echaba una mirada rápida a los demás clientes.
— Sí, 11 años —confirmó aquel cemaran dando un sorbo a su bebida.
— Nos conocimos en Mardo, se me hizo raro ver a prácticamente un niño dispuesto a arriesgar su vida por dinero —comentó la cazarrecompensas con bastante alegría.
— Y tú eras una adolescente, así que no había una diferencia abismal —habló Mark y pidió una bebida para Mahira.
— ¡¿En serio te metiste en algo así siendo un niño?! — exclamó Sarah algo sorprendida e irritada, y notó como aquella cemaran volteó a mirar a otro lado para disimular su sonrisa.
— Sí... Pero no lo hice solo, Mahira y yo estábamos en un grupo, así era más probable salir con vida de esos trabajos. Además, así, conseguí bastante experiencia y recursos.
— ¿Por qué te metiste en algo así? —preguntó la mujer humana.
— Dinero —respondió de inmediato.
— ¡Yo también! —exclamó Mahira y recibió la bebida que había traído el mesero.
— Ay, por Dios...
— Oye, si fueras de una especie un poquito más fuerte te diría que hicieras el intento —continuó la Cemaran— Le da emoción a la vida. ¿No es así Mark?
— Si, es bastante emocionante —contestó este mientras revolvía su cóctel.
— No les daba miedo, ya saben ¿morir? —preguntó Sarah. Para ella ponerse en un riesgo tan elevado para conseguir únicamente dinero era tener poco amor propio.
— Como a todo el mundo— habló Mahira —Pero de todos modos algún día nos vamos a morir, y pues prefiero esto a una vida aburrida en una oficina.
— Casi muero en el transcurso de esta semana, y pues, si da temor, pero es cuestión de unos días para superarlo. Los traumas físicos y mentales pueden superarse desde que no los ignores y dejes que crezcan. Por eso nos encontramos en buenas condiciones la mayor parte del tiempo.
— Bien, ustedes son unos duros... ¿Quieren hablar de sus vidas? Para conocernos mejor y esas cosas —dijo la humana mientras buscaba en su cartera el dinero para pagar lo consumido.
— Todo se puede resumir en viajes al espacio y peleas con pistolas —habló Mahira mientras revisaba el listado de personas por las que se daría una recompensa, terminó de beber bastante rápido; no se sabía si era por afán o por pura costumbre, pero eso no era relevante.
Sarah volteó a mirar hacia aquella cemaran, tal vez fuera algo de esa especie, pero realmente ambos evitaban dar muchos detalles sobre su pasado, solo tocaban muy por encima ese tema y lo decoraban como si fuese algo espléndido. Iba a decir algo al respecto, pero alcanzó a ver en aquel dichoso listado su nombre y una fotografía, ella palideció y dejó caer su bolso. Pasó en menos de un segundo de alegría a temor.
— E... E... ¡¿Esa soy yo?! —dijo Sarah empezando a temblar, aunque intentaba controlarse, en esos momentos estaba pensando demasiado rápido. Dudaba que el encuentro con Mahira fuese una coincidencia, y tal vez fue un trabajo en conjunto; tal vez hubiese seguido en ese estado de alerta de no ser por sentir la vibración en la mesa y el sonido de un golpe del lado por el que se encontraba sentado aquel cemaran.
— Mahira... Maldita sea... —habló entre dientes Mark— Eres tan descuidada...
— Oh, linda, no te preocupes, yo no vine por ti —intentó arreglar las cosas aquella Cemaran empezando a apenarse— Además, si hubiese sido así al saber que eres amiga de mi antiguo compañero me detendría. Es algo implícito entre cazarrecompensas.
El hombre se levantó y dejó unos billetes en la mesa, solo un poco más de la cantidad que debería haber pagado, pero realmente no le importaba. Recogió el bolso color rojo y dejó que Sarah se apoyara en él, tal vez la sensación del viento en su rostro haría que se calmara un poco, por lo que le recomendó que se pusieran de pie y salieran del establecimiento. Mahira caminó detrás suyo, arrepentida por haber alterado el estado anímico de la indefensa humana. Se hicieron en donde sabían que Gene estaba haciendo presencia para que se sintiera más segura, ambos se sentaron a lado y lado de la temerosa mujer.
— Sarah, no te preocupes por eso, mientras estés en la Tierra estarás a salvo —habló Mark evitando hacer mucho contacto físico.
— ¡¿Por qué mi cabeza tiene precio?!
— Algunas veces personas adineradas pagan, no siempre son autoridades como La Guardia o Provie. No siempre las personas por las que se ofrece dinero son malas o los clientes buenos —continuó el cemaran— Y sabes que estuviste a punto de elaborar algo que despertó el interés de uno de esos sujetos. Sé que es difícil, pero mantén la calma. Vas a estar bien