Alerta de proximidad

Capítulo 17: Prohibidos los agentes

— ¡El tiempo para apostar se ha terminado! Y ahora... ¡Que comience lo bueno! —anunció el locutor, un sonido similar a un bocinazo apareció dando por comenzado el combate.

El método de Inserción fue algo prohibido rápidamente, pero terminó por hacerse público y el morbo que generaba el controlar a monstruos y un cuerpo completamente diferente causó un boom en el momento; la mayoría de insertores fueron destruidos por las autoridades de cada rincón del territorio conocido, y en espacio de nadie Provie y la Guardia hicieron lo suyo. Los animales eran sometidos a cirugías invasivas para poder ser usados como recipientes, cuerpos desechables superiores físicamente a del que estuviese conectado; y cuando no se encontraban bajo control estaban encerrados en una celda, algunos hasta se negaban a comer para dejarse morir, pero en esos casos se dice que no hay nada que un suministro de nutrientes por vía intravenosa no solucione. Y en cuanto al conectado también corría peligro, la mayoría sabían que eso podría dejar marcas en su psique que podrían desembocar en un trauma, sentir las heridas que padeció el animal incluso si no se tenía una extremidad similar, y uno que otro trastorno de identidad al confundirse a sí mismo con la criatura; esto último ocurría más al manipular más a una especie o individuo.

Quien estaba a la cabeza de ese negocio logró ver tiempo atrás una mina de oro, proporcionaba una experiencia nueva a quienes se animasen y una recompensa a quienes lograran mantener a la criatura asignada hasta el final. Habían intentado por años detener esa actividad que convertía la agonía y muertes en efectivo, pero esa zona era muy peligrosa, y los poderosos de ese territorio lo protegían de ataques exteriores. Y ahora había un agente en medio de una de esas peleas ilegales.

El murútna intentaba inmovilizar a su contrincante, no estaba teniendo resultado, las ocho extremidades del enemigo eran un condenado problema. Mark estaba mirando más que todo los planos que tenían del sitio, aprovechaba que ambos empleados encargados de vigilarles no tenían el sentido de la vista y asumían que podría estar haciendo otra cosa como chatear; llevaba tiempo sin tener dificultades para concentrarse, la excitación del público y el ruido provocado entre el agresivo contacto entre los animales le tentaban a echar un vistazo rápido. Peroti podría ver únicamente lo que el murútna veía, y también experimentó oler, era algo que le chocaba, pero no se perdía en esa potente sensación ya que con cada golpe recibido se estremecía.

Finalmente logró sujetar firmemente una de las patas del parestepia, notaba que el humano detrás del monstruo no tenía experiencia manipulando algo con más extremidades, él no era experto, pero al parecer las palabras de Mark sirvieron de algo, el agarre del murútna era enorme, y con tanta fibra muscular le fue realmente sencillo no solo romper el hueso medio de la extremidad, sino también hacer que se doblara por donde no debería ser posible. Los espectadores estaban emocionados, y el parestepia rugió como una señal de que el humano había sentido ese traumatismo como si fuese propio, Peroti permaneció con la mente centrada en el combate, debía continuar, aunque eso significaría asesinar a ese animal, o sentir cómo es morir en un cuerpo ajeno.

Aún con una de sus patas inservible seguía dando pelea, intentando derribarle y hacer presión en su pecho hasta provocar una hemorragia interna. El rago no sabía manipular los zolats, eran buenos para una distancia media, solamente les usaba para azotar porque no era capaz de lograr que se aferraran a su enemigo para inmovilizarle. Se abalanzó sobre el parestepia, y falló, sintió cómo le estaba oprimiendo el pecho, el aire comenzaba a salirse acompañado de un singular dolor como si algo se hubiese roto en su interior. Y para completar gota a gota el ácido comenzó a caer encima del murútna. Peroti sentía miedo, empezaba a quedarse paralizado asumiendo prematuramente su derrota; no era del todo un combatiente, sí sabía tomar las armas, pero sabía que simplemente no podría ganar en un combate uno a uno; ante los demás era pequeño y débil, y en parte por eso se hizo técnico, podría ayudar de otras maneras y no dependería de su fuerza. No debía estar pensando en todo eso, solo perdía el tiempo y el combate con cada segundo que pasaba; y no le contó a Mark que la primera vez que había manipulado a una forma de vida tonta fue derrotado, y sintió como con cada mordida la carne era desgarrada hasta que se dio por finalizada la conexión tras tanta agonía y lograr saber lo que se sentía morir siendo una presa. Seguramente si no les hubiese tocado un Murútna el joven cemaran ya hubiese terminado la maldita pelea, alguien más joven y acostumbrado a tener un cuerpo fuerte como este lo hubiese logrado y no estaría atravesando por algo tan doloroso.

— ¡Pelea maldita escoria! —pronunció iracundo uno de los apostadores golpeando una cacerola sacándolo de esos pensamientos. Aquellos ojos ajenos le sirvieron para observar a ese desconocido, y para girar a ver al contrincante, las diferencias entre ambos animales eran grandes, depredadores, pero con formas distintas de matar. Se fijó en los colmillos del murútna sintiéndolos como propios, los superiores eran considerablemente más grandes que los inferiores, y sin pensarlo mucho logró enrollar un zolat en una de las patas del temible parestepia, esto para acercarle a la boca y morderle.

Los ragos eran casi exclusivamente herbívoros, pero en ese momento su cuerpo estaba distante y resguardado, estaba usando a un monstruo, uno que, aunque controlaba no podía hacer que abriese la boca y soltara esa pata, esto por la forma de la dentadura. El parestepia sangraba, y se notaba agitado, parecía ser que la mente humana no tenía tanta fortaleza e intentaba hacer que le soltara, pero entre cada movimiento la herida se abría, era de esas veces en que cualquier acción empeoraba todo. Una vez el murútna le soltó se llevó consigo un gran pedazo, y el olor a sangre y sabor de la carne abrió el apetito de ese cuerpo controlado. El parestepia se estaba desangrando, al parecer uno de esos colmillos llegó a romper uno de los grandes vasos sanguíneos, y sus movimientos eran torpes.



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En el texto hay: alienigenas y humanos, aliens, space opera

Editado: 25.07.2021

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