— ¿Todo está en orden? —le preguntó Garup a la joven humana, ella estaba tomando una muestra de la saliva de un animal que Mark había capturado para que le revisara, este había jurado que le pareció ver que cuando mordió una de las hojas esta comenzó a secarse.
— Sí, no tengo ningún problema de momento —contestó. La extraña y pequeña criatura había intentado morderle uno de sus dedos en un intento de escapar, pero por el mismo grosor del traje no sintió nada y no tuvo contacto con aquel líquido, podría ser horrible tenerlo puesto, pero no mentiría diciendo que era una cosa inútil.
Estos le traían normalmente una que otra cosa para que pudiese tomar las muestras necesarias, el objetivo era tener una idea de lo que habría más adelante, determinar si podría ser una amenaza y de ser así encontrar la forma de lidiar con ella para salvaguardar sus vidas. Aunque al principio había tenido dificultad para sujetar las cosas ya podía trabajar con normalidad, debía guardar las muestras y llevarlas al laboratorio previamente abandonado de la nave, allí empezaría el análisis y de ser categorizados como peligrosos debía ponerse a trabajar. Algunas veces se ponía a pensar en el por qué aceptó, el rugido persistía y le ponía nerviosa, se suponía que le estaban cuidando, pero no disminuiría el temor que podría convertirse en pavor si lo que sea que provocara ese sonido llegaba a aparecer en frente suyo. Sin previo aviso escuchó que una de las armas de dotación se activó, ella retrocedió, el viento era fuerte, pero de ser necesario iría en su contra para refugiarse en la nave por más difícil que resultara caminar.
— Garup, estoy a 50 metros al sur —escuchó la voz de Mark, todos estaban conectados en un mismo canal, por lo que así no fuese ella la receptora deseada oía el mensaje— Encontré a esa cosa, es enorme, y no es quien está en la cima de la red trófica.
— ¿Y por qué activaste el arma? —respondió el poare.
— Porque esa cosa también intentó aprisionarme, tuve que atacar. Mantente en los árboles, no podrá llegar hasta ti.
— ¿Tu traje está bien?
— Afirmativo, no hay daños.
Antes de poder decir algo el poare se marchó dejándole sola mientras intentaba extraer el veneno de lo que se asemejaba a un arácnido emplumado. Segundos después escuchó más disparos y rugidos además de cómo ambos hablaban para coordinar sus ataques, ambos se felicitaron poco después. Permaneció en silencio mientras tomaba más de esas criaturas rastreras, era como cuando jugaba con los insectos de su jardín, pero a un nivel muy superior. Sentía que de momento lo estaba haciendo bien, ya tenía bastantes muestras con sus debidas etiquetas numeradas y las fotografías enviadas a la inteligencia artificial que servirían para que llegado el caso de que salieran heridos identificaran lo que les hizo daño y determinar si estaban en riesgo o podrían relajarse. Incluso tomó muestras del agua estancada, debía revisarle, no tendría el tiempo para hacer un cultivo de bacterias, pero por lo menos haría un análisis.
Algo tocó su hombro, como era de esperarse ella se sobresaltó y pegó un grito, del cual se arrepintió al ver que se trataba de Mark. Aquel joven hombre alcanzó a retroceder, como si hubiese sido una reacción cualquiera ante el peligro. Pero una vez esa acción terminó, ambos fueron invadidos por la vergüenza ante esos comportamientos tan tontos.
— ¡Casi me matas del susto!
— Pensé que me habías oído, te veías muy relajada.
— No, no pude escuchar tus pasos. Por Dios... No vuelvas a hacerlo, mi corazón late a millón... Si tuviese problemas cardíacos me hubiese dado un infarto de miocardio.
— Como sea, traje esto —dijo el cemaran y le entregó en su mano cubierta por el denso traje lo que parecía ser un colmillo— Una vez esa cosa huyó notamos que había un montón de huesos debajo suyo, y aproveché para tomar este.
— ¿Necesitas que lo analice?
— No en realidad, quédatelo, es de esas cosas que puedes tener y decir de dónde viene y absolutamente nadie te creerá.
— ¿En realidad puedo llevarme algo así?
— Sí, si puedes, desde que no sea nada peligroso, y sea desinfectado.
Sí, se sentía tentada a llevarse eso consigo, tal vez en el futuro podría decirles a sus hijos el origen del colmillo de 20 centímetros que tendría de adorno junto a las otras cosas de su colección de rarezas. Mark no estaba colaborando en su intento de dejar de lado el acumular cuanta cosa le pareciera curiosa, no había ni pasado un minuto desde que él se lo entregó, pero ya sentía que no podía irse sin eso. Lo guardó en la maleta que cargaba, una vez entrase a la nave lo resguardaría. Si todo salía bien formaría parte de un recuerdo agradable.
— En fin... De momento tengo bastantes muestras, creo que debería comenzar a determinar el nivel de amenaza que representan. Pero...
— ¿Pero?
— ¿Podrías ayudarme? El viento es demasiado fuerte, ni sé cómo andas como si nada.
— Oh, eso. Son las botas las que nos ayudan a mantenernos en nuestro sitio, o Peroti con lo liviano que es ya hubiese sido arrastrado. Lamentablemente tu traje no tiene lo mismo.
— ¿Y por eso tampoco pude escucharte? —preguntó mientras en el interior de la maleta empezaba a guardar las muestras.
— En parte, en mi otro trabajo aprendí a pisar de cierta manera para no ser escuchado, y que resulte más fácil disparar por la espalda a una persona desprevenida. Pero, el ruido de la lluvia también me favorece —respondió mientras le ayudaba.
El cemaran sirvió de apoyo para que ella pudiese llegar sin tropezar o retroceder, esperó a que las máquinas se activasen y dieran comienzo al análisis, de aquí a que regresara con la siguiente ronda ya deberían tener resultados. Ella pidió una pequeña pausa antes de volver a salir, solamente quería guardar el colmillo. Al salir de su habitación temporal notó que Peroti estaba saliendo con los detectores, unas piezas de tecnología que cumplirían solamente un trabajo hasta que se diese una nueva orden; al parecer rastrearían lo que Mark se había referido como una anormalidad, ese objeto a diferencia del cristal que su madre le había regalado si dejaba algo por lo que se podrían guiar. Los rastreadores estaban vinculados a una pulsera en específico, y se moverían en la dirección para guiarles, y su trabajo aparte de seguirlos sería asegurarse que no fuesen destrozados y cuidar su propia integridad física. El rago estaba pendiente, la sensibilidad debía ser la adecuada, podría no detectar nada o percibiría tanto el rastro que no sería específico y les tendrían dando vueltas y perdiendo el tiempo. Para empezar, para dar con la información de que ese planeta tenía uno de los singulares objetos se tuvo que usar un rastreador con una exagerada sensibilidad que cubrió gran parte de la galaxia. Esperaba no equivocarse, con el tiempo en que llevaban y la información adquirida hasta el momento había hecho lo posible.