Al asomarse al exterior se asombró de que ya hubiese anochecido, no sabía cuánto tiempo había transcurrido con exactitud, pero posiblemente ya había pasado el primer día en la Tierra desde su partida. Aquellos dos agentes aún no regresaban, y Mark estaba aplicándose algo que se suponía que aceleraba el proceso de sanación y de paso evitaría que una infección acabara de arruinar ese desastroso día. Se le hizo extraña una cicatriz en particular, y curiosamente este procuraba mantenerle cubierta la mayor parte del tiempo, como si desease que no fuese vista por nadie. Luego se sintió una mala persona por andar distraída mirando heridas que habían sanado en vez de preocuparse por el estado de Garup y Peroti.
Mark Yenter no podía salir a ayudar, esto por decisión de Cemitono, el cual procuraba mantenerlos con vida hasta una nueva orden. Podía notar con facilidad su enojo y frustración al solo tener que limitarse a esperar que llegasen con el objeto, es más, durante la intervención Garup solo tuvo que hacer un corte para levantar la piel y empezar a arrancar cada maldito brote antes de que causase más problemas; si le dolía, pero era muy poco, aún podría disparar y conducir. Maldecía a esa planta tantas veces como podía, deseaba que simplemente se extinguieran o jamás haber tenido que lidiar con esa especie y vivir ignorando su existencia. Estaba tan distraído en medio de su enojo que fue sorprendido por Sarah, ella se notaba agotada y llevada consigo un vaso, simplemente se lo dio y él tomó, hasta que cayó en cuenta de la posible estupidez que acababa de cometer.
— Sarah, dame el antídoto.
— ¿Cuál antídoto? Solamente agarré un zumo y lo calenté, luego caí en cuenta de que no puedo tomar ni comer nada mientras tenga este traje y se me ocurrió que tú podrías beber en mi lugar —habló ella con calma— ¿Crees que te envenenaría sin tu consentimiento? Me caes demasiado bien como para hacer algo así.
— ¿En serio no tiene veneno?
— Claro que no. No soy un genio del mal o algo por el estilo, así que bebe con calma. Soy Sarah, tu amiga la humana, soy inofensiva, y muy fácil de eliminar.
— Bien... Perdón por desconfiar de ti.
— Deberías confiar más en mi... Por cierto... ¿Qué se siente todo esto?
— ¿Por "esto" a qué te refieres? Si es por la planta de no ser por el riesgo de morir desangrado ya le hubiese pedido a Garup que empezara de una jodida vez. Odio este planeta y si no hubiera consecuencias iniciaría un incendio que consuma a todos esos malditos árboles.
— ¿No te duele?
— Solo tengo un pequeño fastidio, pero no es dolor.
— Yo lamento todo eso... Sé que intentaste protegerme y por eso ahora estás así.
— Si te sirve de algo fue más como un instinto, no pensaba claramente y la situación me emocionó. Y sinceramente, creo que este fue el mejor escenario posible, pudo ser mucho peor. Nada de lo ocurrido es tu culpa.
— ¿El instinto de proteger al débil? —preguntó ella notoriamente agotada y siendo arrullada por el sonido de la lluvia.
— No lo sé con exactitud, los cemaran bajo mucho estrés solemos ser guiados por ese tipo de impulsos: pelear, correr, intentar servir de escudo... Y pues, creo que de ser dominado por mi parte racional también hubiese intentando mantenerte a salvo, pero de una mejor manera —intentó explicar y dio otro sorbo al zumo tibio— Mira el lado bueno, no estoy fingiendo esta amistad, sería más difícil mentir que apreciarte.
— Quisiera tener ganas como para molestar e insistir que no soy débil, pero tienes razón, y no es que me afecte mucho. Y pues... ¿Qué se siente ser un cemaran?
— Toda mi vida he sido uno, así que para mí es normal, de vez en cuando me emociono mucho y solamente debo volver a calmarme, eso es lo único que puedo resaltar. Existen cosas de las que obviamente no debería hablar contigo, por cuestiones de respeto y todas esas cosas necesarias para que dos especies se lleven bien. Y bien... ¿Cómo vive un humano? Porque en mi caso siempre debo estar al tanto de que no se active la cascada, pero en ese sentido ustedes son más sencillos.
— No lo he pensado mucho, pero creo que de momento todo está bien, la vida ya no es tan difícil comparada con la que mencionan los libros de historia, solo debes estudiar para demostrar que vales algo, luego si se te da la oportunidad y quieres te casas, y si se es apto o tienes mala suerte puedes ser padre o madre, solamente tienes hijos; obviamente no he llegado a esos pasos porque mis ex novios fueron unos idiotas, pero ¿qué más da? De momento soy feliz, y si sientes que nada que hace falta pues no buscas nada. O bueno, por simple estadística debe haber algún otro humano al que le guste complicarse la vida.
— Suena bien, y sí, la mayoría de civilizaciones tienen pasados caóticos y manchados de sangre. Me tomo el atrevimiento de decir que nacimos en la época correcta.
Sarah sonrió, esa plática lograba relajar un poco a ambos, no deberían estar hablando con tanta calma tomando en cuenta el sitio en el que se encontraban y el trabajo que deberían estar desempeñando, pero les daba igual, era un poco de vagancia para calmar sus propios nervios. Intentó tocar nuevamente el tema del veneno, pero no se atrevió, no quería arruinar el momento. Se sorprendió que cuando intentó dar fin a la conversación para volver a su posición aquel hombre insistió en seguirle, obviamente quería escapar del aburrimiento de no hacer nada mientras los demás laboraban, esto hasta que se tomó un receso entre la charla, se dirigió hacia uno de los baños, y desde allí comenzó a escuchar como el agua corría y salpicaba. No tardó mucho en regresar al laboratorio, con su cara empapada y una expresión que delataba su agotamiento.
— Creo que me he relajado de más, me va a dar sueño —comentó ese hombre y se sentó en la silla más próxima— Y bien... ¿Has pensado en estudiar otra carrera?
— Con el paso del tiempo en cada programa educativo se han añadido más y más temas, y ya sé bastante de microbiología, toxicología y todas esas cosas, pero he querido saber un poco más de biología en general. Y tal vez luego ser docente en cualquier universidad, obviamente después de conseguir una maestría o doctorado.