El corazón de Sarah se aceleró, las tinieblas desaparecieron dejando apreciar la particular belleza de las formas de vida de Pazen. Ya no se veía tan apocalíptico. Hasta las plantas manifestaban movimientos en una competencia para adquirir más luz al mismo tiempo en que los herbívoros comían a un ritmo acelerado sin dejar de lado el que podría aparecer algún predador. La vida persistía gracias a esa extraña luz, obtuvieron una respuesta que generó más preguntas.
—Creo que... Yo no sirvo para analizar algo así —comentó Damian mirando al firmamento.
—¿Tú crees que yo sí? —preguntó Mark al no poder comprender todo eso.
Se hizo presente ese particular malestar, aquel que parecía un débil corrientazo. Mientras asimilaban lo ocurrido intentaban calmarse, pero entre más conexiones establecían parecía que sus nervios empezaban a tomar el control. Y lo que confirmó la sospecha fue ver cómo un satélite natural fue movido de un sitio a otro por una mano desgastada y de aspecto enfermizo. La luz que les estaba iluminando y que había salvado a esas pocas especies de la extinción era Sikle...
La mujer había palidecido y no sabía qué hacer, y el cemaran al ver lo perdida que se encontraba solamente la tomó de la mano y la arrastró para que acelerara el paso. La exploración de Pazen debería irse al demonio, no era un sitio seguro con esa cosa cerca. Damian estaba realmente asustado y asombrado, pero al contrario de Sarah si pudo razonar lo suficiente como para correr hacia la nave. Pese a ese estado de agitación en que se encontraba fue incapaz de partir sin ellos, podría ser un delincuente, pero no tenía el corazón para hacer algo así.
—¡¿Entonces eso es Sikle?! —exclamó Sarah mientras salían de la atmósfera.
—Claro que lo es, nunca lo había visto de tan cerca, ¡es enorme! —gritó Damian como una forma de intentar disminuir su propio miedo.
El extraño ser de luz tras dejar de observar y manipular aquel pequeño cuerpo celeste volteó hacia otro lado, para alivio de ese pequeño grupo. Pensaron que ya se iba a ir a quien sabe dónde, pero empezó a arañar hacia la nada, o eso creyeron hasta que logró desgarrar algo, como si se tratase de papel tapiz. Seguía con esa extraña actividad, y parecía que lo que sea que estaba intentando hacer no tenía éxito, como si hubiese capa tras capa, y que los pedazos desprendidos intentaban unirse para volver a tapar. No parecía querer detenerse, se notaba rabia en cada movimiento realizado, y también cómo la frustración seguía en incremento. Cada vez salían a volar más partes, de una forma más agresiva aquel intentaba intentar que volvieran a unirse.
Querían contactar con los demás, pero ante la posibilidad de que él los descubriera solo se alejaron poco a poco rogando no ser detectados. Sarah permaneció en silencio, estaba aterrada, y sostenía con las pocas fuerzas que tenía en sus brazos a esa cosa... Volteó a mirar a Mark, este estaba tan ocupado guardando registro con su comunicador que ni se había percatado de ello; y Damian estaba tan centrado en alejarse de allí que posiblemente tampoco fue consciente de la otra cosa que había pasado.
—Mark... Yo... Traje a esta cosa... —le habló tras dudarlo por un buen tiempo.
—¿A qué te refieres? —preguntó el joven cemaran sin hacer contacto visual.
—¿Recuerdas esa cosa que capturaste? ¿La que estaba durmiendo encima de aquella roca? Pues a esa me refiero, estaba tan alterada que no la solté y... Ya sabes...
Mark permaneció en silencio mientras observaba a la mujer humana y al pequeño animal, normalmente eso le preocuparía, pero siendo sincero en aquel instante no le importaba en lo absoluto; no volverían allí mientras aquella particular forma de vida estuviera cerca. Notó lo aterrada y apenada que se encontraba Sarah, no es que lo hubiese hecho a propósito, pero se notaba con una claridad abrumadora que en realidad lamentaba lo ocurrido.
—No vamos a volver. Que se quede —le habló a su amiga.
—¿Nos lo vamos a comer? —preguntó Damian quien no pudo evitar escuchar la conversación y meterse.
—Claro que no. No sabemos si sería seguro —aclaró Mark para alivio de Sarah—. Además... Tendríamos una prueba viviente de todo lo registrado. Si salimos de aquí, obviamente.
—Bien, está bien. De todos modos, a lo mucho alimentaría a dos personas. Seguiremos comiendo lo del pequeño cultivo que literal tarda semanas en producir algo decente.
—¿Puedo ponerle nombre? —preguntó ella para sorpresa de ambos—. Digo, no quiero que lo llamen "espécimen #402" o algo por el estilo.
—Desde que no sea horrible no hay problema —añadió Damian intentando bromear más que todo para relajarlos.
—Pues... No espero que lo trates como si fuera una mascota, obviamente no lo es —comentó Mark—. Solo lo mantendremos en una jaula, desde que esté vivo...
—Supongo que eso es un no...
Iban a seguir hablando al respecto, pero los escalofríos y los leves corrientazos les interrumpieron, Damian hizo que la nave diese una vuelta rápida para poder apreciar lo que sucedía; había logrado desprender algo, y lo que sea que fuese eso se desvaneció segundos después. Hecho eso les pareció ver una sonrisa en aquel deteriorado rostro, no tardó mucho en marcharse nuevamente. Ya no percibían peligro, pero seguirían con rumbo a la ubicación de la Brisa Dorada y la Fugaz Escarlata. Parecía que nada había cambiado durante su ausencia, quien tenía una labor la estaba haciendo, y quien no solamente no estorbaba. Antes de descender Cemitono les advirtió que la otra nave estaba por ingresar a la zona de abordaje por lo que recomendaba esperar a que la misma se estacionara, eso hicieron; bajaron primero y se vieron cara a cara con David, quien se veía desgastado y alerta. Hasta a Damian se le hizo extraño su comportamiento, pero prefirió no preguntar.