—Atención: Se ha vuelto a establecer contacto con la nave tipo F044E nombrada Fugaz Escarlata. Por favor realizar los preparativos siguiendo la orden 62 y 63 para la nave no oficial que ha sido autorizada para el ingreso a Auri B.
La noticia circuló rápidamente, y se retiró de inmediato la recompensa por dar información que llevase al paradero de la misma. Aquella idea de que nave que estuvo desaparecida regresara así sin más resultaba sospechosa o como mínimo extraña. Los datos de los tripulantes ya estaban en manos de quienes les recibirían, entre ellos Viina, quien dudaba que todo eso fuese una realidad. No solo sentía un alivio por la información sobre qué estaban vivos, también por aquello que se habían ido a buscar en primer lugar. Hasta se había hecho uso del vociferador para intentar encontrar el preciado objeto que transportaban, por lo que no se le ocurría una explicación a lo acontecido. Pero quería limitarse a sentir alivio, la Fugaz Escarlata estaba en camino, no todo estaba perdido.
***
Mark Yenter aún no se asomaba por la sala de mando, si estaba al tanto que en Provie ya sabía que se dirigían hacia la sede Auri B, le provocaba alivio saberlo; y eso implicaba ya no tener que ingerir más dosis leves de veneno para rematar a lo que había intentado crecer en su interior y alimentarse de su carne, además de que podría finalmente dejar de sentirse responsable por si algo malo llegase a ocurrirle a su amiga. Había dudado mucho sobre si llamar a Kurt, pero tras escuchar esos audios y leer aquellos largos mensajes cargados de tristeza y arrepentimiento le llamó, sentía cierto malestar tras haber sentido lástima por un hombre en una posición y estatus superior al suyo. El tono de voz de su hermano era lo más expresivo y sincero, escuchó su dificultad para expresarse, la incredulidad inicial, y sus ruidos de alegría; de ser humano seguramente aquel hubiese llorado de esa profunda felicidad.
—¡Mark! ¡Lë xaj! ¡Sinra lë xaj za! / ¡Mark! ¡Te amo! ¡Realmente te amo!
—Ne, ne... Baszhu... Lë xaj det trezse a gi / Sí, sí... Lo sé... Yo también te amo y todo eso.
—¡Faniya lï dasjo, Mark! ¿Caru lë? / ¡Debemos encontrarnos, Mark! ¿Te busco?
—Dai va, det wry... Ynta tins pox det gaus lë / Aún no, estoy ocupado... En cuanto pueda iré a verte —se limitó a contestarle a su hermano mayor.
Pese a lo mucho que Kurt insistía se mantuvo firme, no estaba seguro del tiempo que tendría que permanecer en Provie y suponía que el tiempo de descanso que le permitirían (si le daban uno) sería muy corto, pero uno par de fazes bastarían para ver el rostro de su hermano; el problema radicaba en el propio Mark, no se sentía preparado para volverlo a ver dadas las circunstancias, incluso se le dificultó hablarle y aparentar estar calmado. Se acostó en la cama pensando en que él era quien estaba actuando mal, no le fue posible dejar de juzgarse hasta que el sonido de cómo alguien tocaba la puerta le hizo levantarse y ver de quien se trataba. De haberse distraído del todo le hubiera sido fácil saber que se trataba de Sarah Montenegro. La joven humana llevaba consigo dos tazas con algún líquido caliente de una tonalidad rojiza, se las había arreglado para tener ambas en una sola mano y haciendo algo de trampa apoyando una contra su abdomen.
—¿Cómo va todo? —hizo un gesto con su mano libre, para rápidamente tomar una de las tazas antes de que ocurriera algún accidente, le ofreció una—. Uno para ti y otro para mí.
—Oh, pues bien. He hablado con Kurt y pues está bastante sensible... Nada del otro mundo. Él es así, se alegra y días después se enoja por mis imprudencias.
—Tú también debes calmarte, así que empieza a tomar, te juro que no te estoy envenenando a escondidas. Y antes de que me preguntes el por qué digo eso me voy a adelantar, se te empiezan a notar esas liniecitas en tu rostro y brazos. No soy experta, pero de lo poco que he leído es algo que se nota cuando se está muy tenso.
—Está muy generalizado, pero en su mayoría es cierto. Y, gracias por la bebida —respondió Mark—. Es una reacción normal en los cemaran, y en mi caso, se supone que se manifestó muy temprano, ya sabes... El miedo constante a ser agredido influyó tanto que era frecuente en mí.
—De nada, procuro endulzar de una forma u otra —comentó ella y esperó una reacción por parte de Mark—. Además... Pese a lo que has dicho considero que tú puedes ser bastante... Tierno, por así decirlo. Rápidamente te volviste una persona muy importante en mi vida, y todo eso. Digo, eres bastante rudo una que otra vez, pero con los demás, conmigo eres genial.
—Pero tampoco me vayas a empalagar. ¿A qué viene toda esa palabrería? ¿Qué demonios te dijeron esos dos? —en lo último se estaba poniendo un poco a la defensiva.
—Nada, solo es algo que quería decirte. Tú me has dado pistas y una que otra vez has sido directo respecto al cómo te sientes, y has sentido. Quería decirte que incluso si tienes alguna especie de inestabilidad, te admiro —habló Sarah ingiriendo una bebida tras cada oración—. Es parte de abrirse a alguien, y no tiene nada de malo, o raro. No me importa si crees que me excedo, algún día te volverás así de "empalagoso".
—Lo dudo. No hay historial así, y los antecedentes familiares no cuentan. Y si llego a volverme un idiota súper expresivo por favor pégame un balazo.
—Muchas cosas pueden ocurrir incluso sin antecedentes, y deberías saberlo... Todo esto te ayuda de una u otra forma, a dejar muy al fondo todo lo feo. Es agradable verte sonreír.
—Solo pones esto aún más empalagoso.
—Sé que te agrada, las líneas desaparecen. Te calmas porque disfrutas este ambiente libre de la hostilidad y amargura usual. Bueno, dejando de lado el que pudo ser algo incómodo.
—Es lo normal, no lo pintes como si fuera algo extraordinario —habló Mark en parte aliviado al saber que ella no se había percatado de que, al igual como los humanos se ruborizaban, en los cemaran se podía ver cambios en la intensidad del gris de sus ojos dependiendo de las emociones, no lo diría, pero la situación le avergonzaba, demasiado afecto injustificado a su parecer.