— No hay ningún clan que se llame así. ¿Estás con el enemigo, verdad? Porque juró que...
— ¡Por dios! ¿Enemiga? Una mierda. Te recuerdo que salvé a tu hijo y también a tu querido clan de...
— Mujer, cuida tus palabras... —Alec maldijo, intentando controlarse para no romper algo—. De tu boca solo salen malas palabras cada vez que hablas.
— Pues ya somos dos. Tú también, con eso de "mujer", "maldita"... Creo que no es justo que solo me critiques y te olvides de ti. —Le dijo mientras, en su interior, se preguntaba si estaba bien hablarle a ese hombre así. ¿Y si la mataba ahí mismo? Capaz de hacerlo sin que nadie le reclamara por tal acto. ¿Qué podía esperar de alguien de esos tiempos? La verdad no sabía ni cómo todavía no la había mandado al calabozo.
— Maldi... —se detuvo, al ver que ella se cruzaba de brazos mientras lo miraba con una sonrisa burlona, claramente divirtiéndose a su costa. ¿Por qué tenía que soportar a esa mujer?— Muy bien, entonces déjame preguntarte de otra forma. ¿Cómo supiste lo que pasaría y lo de mi hijo?
Alessandra apartó la mirada al oír esa pregunta. ¿Qué podía decir a eso? Sonrió al ver cómo el niño se limpiaba la boca y le acarició el cabello.
— Qué tierno. Ian, ¿quieres pasear conmigo después? Hace un bonito día, algo fresco, pero...
— Él no saldrá a ninguna parte, los Cameron...
— Debe salir. No puedes encerrarlo en este castillo como un maldito preso. —No se podía creer que Alec no quisiera a su hijo, que lo tratara de esa forma. Sabía que no quería verlo porque le recordaba a su esposa que lo había abandonado.
— Mujer...
— Alessandra, ese es mi nombre y no "mujer". Es una falta de respeto dirigirse a alguien así después de haberte ya dicho mi nombre.
— ¿Cómo supiste lo de anoche?
— No lo sé...
— Si crees que soy un...
Blair entró interrumpiendo el momento. Se acercó a Alec y le susurró algo al oído, lo que hizo que se levantara maldiciendo.
— Blair, haz que la señora Gab se lleve a Ian a...
— No, yo me encargo de él.
— Haz lo que quieras, después volveré y hablaremos. —Dijo antes de salir, dejándolos solos.
— ¿Quieres dar un paseo fuera?
— No le gusta que salga. ¿Estará bien? —Preguntó el niño tristemente.
Alessandra lo cogió en sus brazos y le dio un beso en la mejilla, haciendo que este sonriera tímidamente.
— No dirá nada, vamos. —Los dos salieron y estuvieron paseando por el amplio jardín que había. Sabía que tenía que volver a ese bosque para buscar el trozo de cristal de la bola, pero el niño estaba tan feliz de poder jugar que estuvieron un buen rato jugando al escondite.
Alec los observaba desde la ventana, sorprendido al ver a su hijo correr y reír. Desde que su madre se fue, se había vuelto un niño callado y reservado con todos.
— Mi laird, Rory Cameron al parecer no está nada contento por lo que pude saber.
— A ese bastardo le daré el peor castigo por haberse atrevido a atacarme. Esas tierras eran mías y yo se las regalé por el matrimonio que hubo entre los dos clanes... pero ahora ya no hay ningún matrimonio.
— Mi laird, ellos tenían planeado sembrar el caos anoche. Algunos resultaron heridos, también ahora estaríamos lamentando el secuestro de Ian, si no fuera por esa mujer —dijo mirando también por la ventana sonriendo. Al parecer, a Ian le agrada la joven.
— Tonterías, manda a alguien para que averigüe sobre ella y también refuerza la seguridad en el castillo y la aldea. Esos malditos de los Cameron no se quedarán callados. También quiero saber quién es realmente Alessandra Sorni, esa mujer no es de fiar todavía —le ordenó mientras seguía mirándolos jugar.
La señora Gab salió para llevarse al niño, pero este se escondió detrás de Alessandra, negándose a entrar. Ella sonrió a la mujer mientras se arrodillaba para mirar a Ian.
— Ian, sé que eres un buen niño. Ya hemos jugado demasiado por hoy. ¿Qué te parece si vas con la señora Gab a tomarte un vaso de leche?
— ¿Tú también vendrás? —preguntó el niño sonriendo.
— Claro, iré después de hablar con tu padre. Ve con ella y después iré a verte.
Este asintió entrando con la mujer, Alessandra preguntó por Blair a una de las criadas y ésta le dijo que estaría en los establos. Al llegar a los establos lo encontró limpiando su espada.
— Blair.
— ¿Qué hace aquí? —preguntó sorprendido.
— Quiero que me dejes un caballo y una daga.
— ¿Mi laird lo sabe?
— Así es, le pedí permiso y dijo que por haber ayudado a su hijo me dejaría. ¿Acaso no me crees? —Al ver que este no decía nada, asintió con la cabeza cruzándose de brazos—. Muy bien, entonces volveré y le diré que no me hiciste caso y...
— Está bien, espera.
Este le trajo uno de los caballos y sonriendo, ella lo montó sin perder tiempo alguno. Si Ian se llegaba a enterar, no la dejaría irse.
— Gracias por la daga, gracias a ti también, Blair —dijo antes de salir de ahí.
Después de ver irse a la joven, Blair, algo confundido y sospechando de todo eso, fue directamente a ver a su laird para confirmarlo por él mismo.
— ¿Qué pasó?
— Mi laird, ¿dio alguna orden para darle un caballo a esa mujer?
— ¿De qué estás hablando? —Se levantó confundido.
— Mi laird, creo que he cometido un grave error... —Agachó la cabeza avergonzado de haber sido engañado por ella, al darse cuenta de que su laird no sabía nada.
Alec comprendió la situación y salió directamente para seguirla. ¿Adónde habría ido esa mujer? Junto a Duncan y Blair, la buscaron por los alrededores. Alessandra dejó el caballo atado a un árbol mientras buscaba el trozo de cristal. No sabía dónde se había caído, pero estaba segura de que había sido en esa zona donde había golpeado a ese hombre. De pronto oyó unas voces y se escondió rápidamente detrás de unos arbustos. Miró cuidadosamente y maldijo al ver a su caballo. ¿Qué debía hacer ahora? Pudo ver a dos hombres que iban armados inspeccionando el lugar. Al rato, oyó cómo uno de ellos le dijo al otro que había encontrado algo y ella maldijo al ver que era su trozo de cristal. ¿Era en serio? Había estado buscando ahí y no lo vio. ¿Cómo lo pudieron encontrar? Apartó esos pensamientos de su mente y se enfocó en oír lo que decían entre ellos.