Alessandra se alegró al ver a Alec. Se levantó, limpiándose el vestido, emocionada por contarle cómo Rory había huido humillado. Cuando iba a abrazarlo, de repente una bofetada le cayó en toda la cara. Se frotó la mejilla mientras miraba a Alec, aturdida, sorprendida, temblando. ¿Qué acababa de pasar? ¿La acababa de golpear? No podía creerlo. ¿Qué había hecho mal para merecer ese trato? Sintió ganas de llorar al ver cómo él la miraba. Y encima la miraba ¡enojado! ¡Era ella la que tenía que estar maldiciéndolo y devolviéndole el golpe!
-Mi laird, por favor, no lo haga -rogó Blair, horrorizado por lo que acababa de pasar.
-¡Silencio! -gritó Alec, girándose hacia ellos-. ¡Vosotros actuasteis sin mi permiso! ¿Acaso olvidaron quién es vuestro laird? Esta mujer no es nadie para que la sigáis.
Alessandra no podía creer lo que estaba oyendo. ¿No era nadie? Pensó que, aunque no era una McLean por nacimiento, al menos ellos ya la trataban como parte de la familia. Pero ahora se daba cuenta de que todo eso había sido solo su imaginación. El dolor que sintió al escuchar esas palabras fue desgarrador. ¿Cómo podía ser que él, la persona que más admiraba, la tratara así? Hubiera preferido que la abofeteara de nuevo antes que oír eso. Sentía una presión en el pecho y, al ver cómo él se acercaba a ella, levantó la cabeza para mirarlo a los ojos. ¿Por qué solo veía ira en esa mirada? Quería ver algo cálido, algo que reflejara la confianza que siempre había tenido en él. Su única intención había sido ayudar, ayudar a su clan y él ¿Era eso tan malo?
-¿Por qué estás aquí? ¡¿Acaso te pedí algo así?! ¡¡Maldita sea, respóndeme!! -gritó Alec, su voz llena de furia.
Alessandra, aterrada por la agresividad con la que hablaba, dio un paso atrás.
-Solo quería ayudarte. Si les decía la verdad, ellos...
-¿La verdad? ¡Maldita sea, mujer! -dijo él, apretando los dientes.
-¡¡¿Qué hice mal?!! -Alessandra gritó, ya harta de ser tratada así-. Si se trata de ver quién es el mejor gritando, ¡¡entonces yo también puedo hacerlo!! Solo quería hacer algo bien. ¿Acaso es tan malo ayudar?.
-¿Todavía piensas que hiciste algo bien? -gritó él, empujándola con fuerza, haciendo que ella casi perdiera el equilibrio-. ¡Maldita sea, Less! ¡Por tu culpa ahora todos pensarán que me escondo detrás de una mujer!
-¡¿Cómo?! ¡¡Eres un cabrón!! Yo... maldita sea... ¡odio esto! -exclamó Alessandra, sintiendo que la rabia la consumía.
-¿Cómo? ¿Acaso no te das cuenta de tu error? -respondió él, girándose para intentar calmarse mientras fulminaba a sus hombres con la mirada. Luego, volvió a mirar a Alessandra, asintiendo con la cabeza-. Sé que eres diferente, actúas muy diferente y estás perdida de... -hizo una pausa, negando con la cabeza, como si intentara ordenar sus pensamientos-. Lo mejor es que volvamos y hablemos en casa.
-Mi laird, es mejor que no diga más. Solo está complicando las... -Duncan dejó de hablar al ver cómo Alec lo desafió con la mirada.
-Se acabó. ¿Dices que lo dejarás pasar? Hahaha -Alessandra se limpió las lágrimas mientras asentía y reía al mismo tiempo. Lo miró, decepcionada, por no darle ni la oportunidad de explicarse. Sentía una rabia indescriptible-. Esto se terminó, me da asco con solo mirarte. ¿Así me agradeces? ¿Golpeándome? ¡¡No tienes ningún maldito derecho de hacerlo!! ¿Sabes qué? Quizás me lo merezca, ya que fui tonta al admirarte tanto -dijo, pasando frente a él.
-Alessandra, debemos de... -Alec la sujetó del brazo, intentando detenerla, pero ella, sin dudarlo, se zafó de su agarre y corrió hacia su caballo. Montó y salió de allí sin importarle los gritos de Alec.
-Mi laird, ella no hizo nada mal.
-¡Vosotros después os...!
-¡Basta, mi laird! -interrumpió Blair, poniéndose delante de él.
-¿Ahora te atreves a desafiarme?
-Jamás lo haría, pero acabas de cometer un grave error. Less humilló hoy al clan Cameron delante de los demás clanes.
-¿De qué estás hablando?...
*****
Alessandra cabalgó rápidamente hasta el castillo, con su mente llena de pensamientos y emociones caóticas. Recordaba todo lo que había hecho, todas las decisiones que había tomado, pero ¿de qué había servido? Ella solo quería proteger el futuro de Alec y su clan. No quería que los McLean perecieran, como decía la historia. Pero él la había tratado como si no importara, como si sus esfuerzos no significaran nada. Cuando finalmente llegó al castillo, entró buscando al niño. No lo encontró en su habitación. Bajó a la cocina y encontró a la señora Gab, preparando el desayuno. La mujer la miró sonriendo, pero notó algo en Alessandra. Algo no estaba bien.
-¿Qué pasó? Niña, dime qué...
-No es nada, señora Gab. ¿Dónde está Ian? Necesito verlo ahora mismo.
-Está en tu habitación. Esta mañana despertó algo molesto, parece que quería...
-¡Alessandra! ¡Estás de vuelta! -gritó Ian desde la puerta, corriendo hacia ella, abrazándola-. ¿Dónde estabas?
-Ian, escúchame bien -le dijo, arrodillándose para hablar con él-. Debo irme. No, Ian, no pongas esa cara triste -le pidió al verlo a punto de llorar. ¿Qué podía hacer? No podía quedarse después de todo lo que había pasado.
-¿Hice algo que te molestara, Less? Si es así, yo prometo que...
-No, cielo. Claro que jamás me hiciste nada malo. Eres un buen niño, Ian -sonrió, girando la cabeza para evitar que él viera las lágrimas que amenazaban con caer. Lo abrazó con fuerza-. Haz caso a la señora Gab y a papá. Recuerda que te quiero un montón -le dijo, dándole un pequeño beso en la frente antes de levantarse.
-¿Qué pasó? ¿Es verdad lo que acabas de decir?
-No pasó nada y sí, debo irme -Al ver cómo la señora Gab la miraba con preocupación, Alessandra sonrió conmovida. Siempre había pensado que no le agradaba-. Gracias por preocuparte por mí, señora Gab. Pero simplemente creo que este no es mi lugar. No me llevaré nada de aquí, ya que esos vestidos no me pertenecen. Por favor, cuida muy bien de Ian -le pidió antes de salir.