Alessandro.

Capítulo 9. (EDITADO)

Año 2021. Nueva York, Estados Unidos. 

Giovanni siguió fumando, llenando el aire de olor a cigarrillo sabor menta. Ya había pasado alrededor de una hora y algo y Alessandro todavía no había llegado al edificio y eso le tenía preocupado. Quizá, había sido demasiado duro con él al ponerle esa prueba tras seis años sin practicar.

Por su parte, Alessandro sonrió, había logrado infiltrarse de alguna manera en el edificio, mientras todos aquellos hombres de negro seguían esperando, impacientes por asaltar aquel viejo edificio cuando los altos mandos diesen la señal y la orden no llegaba.

Si supieran que esa orden estaba perdida quizá hubieran muerto de indignación, pero lo cierto era que Alessandro había matado por pura casualidad a los encargados del mando, esos que iban en la enorme furgoneta cargada de lo que para él fueron ricas golosinas explosivas.

Mientras caminaba por los pasillos abandonados y sucios, se río de sí mismo. Seis años sin verlo y ahora, sucio y lleno de sangre aparecería delante de él.

Cuando Alessandro llegó a la puerta final custodiada por dos hombres de negro bastante aterradores y en guardia, este pidió educadamente pasar, causando que los dos hombres se partieran de risa.

Un mocoso delgado, bonito y delicado cómo ese, ¿Era todo lo que los Kaminsky podían enviar? A ambos se les había informado de la redada que pretendía organizar el jefe de la mafia rusa contra su propio maestro y un sudor frío les había recorrido la espalda tras visualizar como el edificio estaba rodeado por esos espantosos vehículos negros.

Sabían que Giovanni había pedido refuerzos, y que llegarían pronto, lo que les había concedido un margen de tranquilidad que había aumentado cuando ambos guardaespaldas comprobaron que nadie entraba en el edificio.

Solamente se escucharon los pasos de aquel chico, herido en el cuello, con la camisa manchada de sangre.

Eso debía ser una broma de mal gusto. Ambos se miraron con incredulidad, no era ni necesario avisar al jefe. Ellos podían encargarse solitos de echarlo de nuevo por la puerta.

El guardaespaldas de la derecha, instintivamente cogió la pistola, pero al ver lo delicado que era el chico y la poca fuerza que aparentaba tener, simplemente cambió de dirección su mano para hacerle una llave y dejarlo inconsciente pensando en tirarlo a la calle después, sería piadoso con él.

El segundo guardaespaldas, tenía pensamientos más obscenos. Ese chico era malditamente hermoso, y sus preferencias sexuales, tras haber estado unos años en un ejército prácticamente masculino habían cambiado.

Pero cuando este último vio como su compañero era tirado contra la pared más cercana sin piedad quedando inconsciente en el acto por el golpe, su mano automáticamente agarró el taser que colgaba de su cintura.

Alessandro sonrió mirando el arma eléctrica con burla y le hizo una perfecta llave al hombre que minutos antes le había mirado con tanto deseo. El pesado cuerpo del hombre, cayó con un ruido sordo, retumbando por todo el pasillo de una manera tan fuerte que incluso Giovanni, que lo había sentido desde el interior de la habitación, salió para comprobar que demonios había pasado, encontrándose con una escena que John, quien desde dentro de la habitación podía visualizar todo el panorama, no podía creer.

Alessandro delante de esos matones inconscientes en el suelo, muy quitado de la pena, sacudiendo sus manos de una forma muy elegante, como si no fuese la primera vez que tumbaba a alguien que le sacaba al menos cuarenta y tantos kilos.

La sonrisa de Giovanni se ensanchó cuando lo vio, mirándole con ojos de anhelo. En esos seis años, no había cambiado mucho, su mirada seguía siendo inexpresiva y él tremendamente atractivo, aunque sí que había adquirido un toque de madurez muy positivo en sus rasgos físicos.

Con seguridad, se acercó a él, agachándose justo en frente y recogiendo el taser del suelo. Alessandro, parado, sin moverse, observaba como su hermano se acercaba a sus guardaespaldas y les enchufaba con una dolorosa corriente eléctrica para que volvieran en sí mientras desvelaba quién era aquel joven que habían tomado por una persona insignificante.

-Hermano, mucho tiempo sin vernos. Te he echado de menos muchísimo Aless.- Dijo mientras lo estrechaba entre sus brazos.

-No me vuelvas a dejar.- Su tono era amenazante, desesperado quizá y resonó tan cerca del oído de Alessandro que este último se estremeció.

John, había oído algo, pues con pequeños saltitos, atado de pies y manos, se había acercado a ver cómo era la situación e incrédulo, pensó que había escuchado mal. ¿Hermano? ¡Si ambos eran tan diferentes como la sal y el azúcar!

Giovanni tenía el cabello dorado cobrizo, un cuerpo musculoso, bronceado y grande y unos profundos ojos verdes que le daban el aspecto de una fiera, mientras que Alessandro era pequeño, delgado y elegante, su cabello era negro, sedoso y brillante al igual que sus ojos, inexpresivos y carentes de emociones, su piel pálida lo hacía parecer un vampiro y tenía ese encanto endemoniado oculto por su aspecto de tierno e indignado conejito.

Eran más como la presa y el cazador, aunque tras ver cómo Alessandro se acomodó encima del regazo de Giovanni como si fuese un sofá dudó mucho de quién tenía el papel dominante y quien se veía forzado a obedecer.

John, todavía con la boca abierta, atado de pies y manos, trató de preguntar, su padre, había hecho negocios con los Salvatore anteriormente y todos los pertenecientes al clan principal tenían un símbolo distintivo que nunca había notado en Alessandro. Al igual que ambos guardaespaldas, que confusos, tampoco lo habían visto.

Giovanni, como jefe de la familia, y parte de la mafia, poseía el tatuaje en uno de los brazos pero por más que miraban a Alesandro, quién por consideración para no manchar a Giovanni se había quitado la camisa ensangrentada, no veían ninguna marca de los Salvatore.



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En el texto hay: boyslove, drama -romance, amorprohido

Editado: 20.07.2021

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