Alessandro.

Capítulo 15. (EDITADO)

Recuerdo que si os gusta la historia, podéis apoyarla o comentar, eso me motivaría mucho a seguirla. ¡A disfrutar de la lectura!
 

Año 2021. Nueva York, Estados Unidos. 


La luz entraba suavemente por la ventana. Aún estaba amaneciendo y él no había sido capaz de pegar ojo en toda la noche mientras pensaba en su Alessandro y en lo que le había hecho.

El mismo Giovanni nunca había planeado que las cosas fuesen así y se saliesen de control de esa manera.

Pero Alessandro era suyo, su cuerpo había actuado instintivamente cuando él había tocado a otro chico. Giovanni estaba convencido de que él nunca volvería a permitir que Alessandro se fuese con otra persona y le abandonase de nuevo.

Aún así, cuando su prima Fiorella lo llamó de nuevo para informarle del estado de Alessandro una vez terminado el castigo, Giovanni supo que se había comportado como un auténtico cretino.

La culpabilidad no le había permitido dormir, pues según Fiorella la espalda de Alessandro tardaría al menos mes y medio en recuperarse por completo e incluso era probable que tuviese que acudir a un hospital en el caso de que no pudiese parar la hemorragia sangrienta que sus golpes le habían provocado.

Giovanni simplemente quería traerlo de vuelta a casa con él para no soltarlo de nuevo jamás, no mandarlo al hospital en su primer reencuentro tras seis largos años separados por culpa de su mal temperamento.

Giovanni era plenamente consciente de que había golpeado a Alessandro en exceso y este, ni siquiera había soltado un gemido de dolor. Lo mínimo que debía haber hecho era al menos quedarse a su lado, curarle las heridas y llevarlo a casa en su espalda como lo había hecho ese tal John que por alguna razón era tan molesto como un grano en el trasero.

Pero no, en vez de hacer todo eso, se había ido con Carlo desahogándose con sexo para olvidar su enorme culpabilidad. Fiorella tenía razón, aunque su prima mayor siempre lo molestaba con sus absurdos y maternales consejos, esa vez no se equivocaba al llamarle cobarde.

Había salido huyendo tras haber metido la pata en vez de actuar como el hermano mayor que era. Incluso Yamato-san, ese hombre de pocas palabras que rara vez juzgaba sus acciones y que había actuado bajo su mando durante muchísimos años para poder permanecer en la familia Salvatore, lo había mirado despectivamente, desaprobando sus sucios métodos.

¿Qué maldito derecho tenía Giovanni Salvatore a castigar a Alessandro si él era el primero que había salido corriendo con la cola entre las piernas?

Viendo que no podría dormir Giovanni se levantó con unas enormes ojeras mientras echaba un vistazo rápido al resto de la sala.

Sábanas revueltas; botellas de alcohol con pequeños vasos de chupito a medio beber; preservativos usados por todo el suelo junto a restos de colillas de tabaco Malboro y por último, él desnudo con el pelo revuelto y la mirada cansada. Un desastre.

Abriendo la ventana de par en par y dejando entrar la brisa matutina Giovanni prendió un cigarro mentolado, de esos que tanto le gustaba fumar y se asomó cruzando los brazos mientras negaba con la cabeza.

Carlo Montesino se había ido de su lado cuando habían acabado el acto y la soledad inundaba el cuarto. Giovanni jamás había dormido en la misma habitación que sus amantes, no pensaba hacerlo y esa, era una norma que todos ellos debían cumplir sin falta.

Al menos, tendría que disculparse con Alessandro y quizá comprarle algún detalle para hacer valer su sinceridad en el asunto ya que su hermano había aceptado volver a trabajar para él y Giovanni tenía que asegurarse de que esta vez todo iría bien a pesar de que habían comenzado con mal pie.

En esta ocasión, no lo dejaría huir, ni correr, ni alejarse un milímetro, pues Alessandro le había hecho mucha falta en esos últimos años.

¿Complejo de hermano? Quizá. Pero Giovanni estaba segurísimo de que lo amaba más que a nada. Para él lo único importante había sido siempre Alessandro y por ello lo había buscado tan fervientemente durante ese tiempo. No quería perderlo de nuevo.

Giovanni siguió fumando y mirando las vistas desde aquella ventana en uno de los pisos más elevados de aquel rascacielos en medio de la ciudad cuando su teléfono sonó sorprendiéndolo.

Era Yamato-San. Este le avisaba de que sería él quien recogería a Alessandro y le había mandado una dirección. Eso tendría que ser un regalo de los dioses que al menos le habían dado una oportunidad de quitarle tensión al ambiente antes de que ambos volvieran a trabajar codo con codo.

Una sonrisa se formó en su rostro. Y ahora, en aquella habitación a solas, tras haber pasado una noche de perros y en plena madrugada, con la ventana abierta y el fresco mañanero entrando por ella, por fin pudo quedarse dormido.

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Maldita sea. Ni siquiera se lo había dicho a John y aunque estimaba que solo estaría en casa un par de días hasta estabilizar todos esos conflictos del "Imperio Negro" quizá este se enfadaría hasta reventar o peor, hasta perseguirlo a Italia.

Alessandro sentía que ya iba siendo hora de que le contase la verdad a John, pero no se atrevía a confesarlo, a decir en voz alta que estaba enamorado de su hermano mayor, que lo había querido desde hacía al menos diez años y que se había ido de su hogar porque no aguantaba la envidia que sentía al verlo amar a otras personas.

Alessandro depósito el libro que estaba sosteniendo en la maleta mientras sacaba de una caja fuerte escondida detrás de un enorme cuadro un par de pistolas.

Estaba en proceso de armarse justo cuando escuchó el timbre sonando repetidas veces y pensó que seguramente sería John de manera que Alessandro se dio un tiempo para tranquilizarse y esconder todo aquel peligroso arsenal mientras se daba cuenta de que algo no andaba bien con su cuerpo.

Le dolía la cabeza y a pesar de haber tomado varios medicamentos, seguía sintiéndose pésimamente. No solo era la cabeza, también su cuerpo quemaba.



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Editado: 20.07.2021

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