Siempre dije que querer ser como los demás o aparentar serlo era una mierda, pero a pesar de que yo siempre lo decía o me lo repetía, caí.
Llegue en un punto donde no me gustaba mi vida, era estresante, sentía que ya nada tenía sentido.
Teniendo en cuenta que yo apenas tenía 17 años y según todos era la chica bonita del salón, por tener los ajos azules y el cuerpo “perfecto” ante los ojos de los demás, porque para mí no era así.
A mi ya no me importaba como estaba ante los ojos de los demás, a mí solo lo que me importaba era que alguien me pudiera escuchar, alguien que me dijera que todo iba a estar bien y que no necesitaba de fingir lo que no soy, que siendo yo misma era perfecta.
Creo que lo anhele tanto, que se hizo realidad de una manera extraña.
Todo cambio cuando llego él, “Alessandro”.