---
Con el País de las Maravillas restaurado, Alex y Leo se habían convertido en los guardianes de un mundo que parecía renovarse a cada paso. Pero, aunque el amor entre ellos florecía como nunca, una sensación extraña seguía rondando el corazón de Alex. Sabía que, aunque el País había vuelto a la vida, algo aún no estaba completo. Algo importante y profundo aún les esperaba.
Una noche, mientras caminaban por un sendero cubierto de flores plateadas, una luz fugaz cruzó el cielo. Alex, con una intuición extraña, sintió que esa luz era un mensaje, una llamada que venía de algún lugar profundo, más allá de lo que conocían.
—Leo, siento que algo más está por suceder. No sé cómo explicarlo, pero mi corazón me dice que debemos partir en otro viaje. El País de las Maravillas ya no es lo que era, y tal vez eso signifique que algo más nos está esperando.
Leo lo miró con cautela, pero sin dudar. Sabía que Alex rara vez hablaba de esa manera, como si fuera guiado por algo más grande que ellos mismos. Tomó su mano con firmeza.
—Si tu corazón te lo dice, vamos. Estaré contigo, siempre.
El Portal a lo Desconocido
Alex y Leo se adentraron en el bosque, siguiendo la luz de la estrella fugaz. El aire se volvía más denso y el cielo más oscuro conforme avanzaban. Llegaron a una extraña puerta flotante, envuelta en una niebla brillante que parecía emanada de un sueño lejano. Sin pensarlo dos veces, Alex la abrió, y ambos se encontraron en un lugar que no reconocían.
Este nuevo lugar era distinto a todo lo que conocían. No había árboles ni flores, solo vastos paisajes de colores brillantes y cambiantes, como un mural que cobraba vida. Todo parecía etéreo, como si estuvieran dentro de un cuadro que nunca dejaba de cambiar.
Un ser imponente apareció frente a ellos. Tenía la forma de un hombre, pero su cuerpo brillaba con luz pura y su rostro era indescriptible, como si estuviera formado de las estrellas mismas.
—Bienvenidos, Alex y Leo —dijo la figura con una voz profunda, que resonaba en cada rincón de su ser—. He estado observando su amor. Han salvado el País de las Maravillas, pero ahora deben enfrentarse a algo más grande. El Corazón del Mundo está en peligro.
—¿El Corazón del Mundo? —preguntó Leo, confundido.
La figura asintió.
—El Corazón del Mundo es la fuente de toda la vida, la conexión entre los mundos, los sueños y la realidad. Si no lo protegen, toda la existencia podría desmoronarse. El amor que comparten es la clave, pero necesitarán algo más que solo su fuerza para salvarlo.
El Laberinto de los Sentimientos
La figura les explicó que, para llegar al Corazón del Mundo, debían atravesar un laberinto que representaba los miedos, deseos y dudas más profundos de su ser. Cada sección del laberinto se formaba a partir de sus propias emociones, recuerdos y anhelos.
El primer obstáculo que enfrentaron fue una habitación oscura y vacía, donde Alex comenzó a dudar de sí mismo. La oscuridad representaba sus miedos más profundos: el temor a perder a Leo, la inseguridad de no ser suficiente, la duda sobre si el amor que compartían podría soportar lo que vendría.
—Alex, ¿qué pasa? —preguntó Leo, al verlo desconcertado—. No dejes que esto te controle.
—Es más difícil de lo que pensaba —respondió Alex, con la voz quebrada—. Siento que siempre estoy al borde de perderlo todo.
Leo, al escuchar sus palabras, entendió que el desafío no solo era físico, sino emocional. Se acercó a Alex y lo abrazó con fuerza.
—Recuerda lo que hemos pasado, Alex. Cada prueba, cada desafío... lo hemos enfrentado juntos. No hay oscuridad que pueda separarnos. No te dejes atrapar por tus miedos.
Las palabras de Leo fueron el faro de luz que necesitaba Alex. Juntos, se abrazaron y la oscuridad comenzó a desvanecerse, dejando paso a una brillante luz dorada.
La Prueba del Amor Verdadero
Más adelante, llegaron a la siguiente sección del laberinto, donde una figura desconocida los observaba desde la distancia. Era un reflejo distorsionado de ellos mismos, pero con un aire frío y distante. El ser parecía no tener emociones, solo vacío.
—¿Quién eres? —preguntó Leo, desconcertado.
—Soy lo que podría ser, lo que podrían haber sido si no hubieran luchado por su amor —respondió la figura con voz vacía. —El amor verdadero es solo una ilusión, una fantasía. ¿Realmente creen que su vínculo es suficiente para salvar el Corazón del Mundo?
Alex sintió un nudo en el estómago, pero antes de que pudiera responder, Leo lo tomó de la mano.
—Nuestra conexión es real —dijo Leo con firmeza—. Y aunque a veces duela, es lo que nos ha hecho fuertes. No importa lo que nos diga esta figura. Nuestro amor es más que una ilusión, es lo que nos ha permitido llegar hasta aquí.
Con esas palabras, la figura desapareció en una explosión de luz, revelando el último tramo del laberinto.
El Corazón del Mundo
Finalmente, llegaron al corazón del laberinto, donde el Corazón del Mundo, una esfera brillante y pulsante, flotaba en el centro de un templo antiguo. Pero la esfera estaba rodeada por una sombra oscura, como si estuviera siendo consumida por algo maligno.
La figura del ser estelar apareció nuevamente y les dijo:
—Solo ustedes dos pueden restaurar el Corazón del Mundo. Su amor es la chispa que lo encenderá de nuevo.
Alex y Leo se acercaron a la esfera, pero el mal que la rodeaba los atacó con una fuerza abrumadora. Sin embargo, en ese momento, sintieron una conexión profunda entre ellos, como si sus corazones se fusionaran en una sola luz. Al tomarse de las manos y mirarse a los ojos, un destello de luz pura surgió de ellos, disolviendo la oscuridad y restaurando el Corazón del Mundo.
El caos se calmó. La luz que emanaba del Corazón del Mundo se expandió, restaurando la armonía entre los mundos y cerrando el portal que habían cruzado.
Un Amor Eterno
Al regresar a su hogar, el País de las Maravillas, Alex y Leo se dieron cuenta de que no solo habían salvado su mundo, sino que habían encontrado algo aún más valioso: el significado profundo de su amor. El Corazón del Mundo, restaurado gracias a ellos, ahora brillaba con una intensidad única, reflejando la pureza de su relación.