"Unos Cambios En Lía" capitulo 20

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Un Nuevo Comienzo

El País de las Maravillas había cambiado, evolucionando con el paso del tiempo. Las flores seguían floreciendo y los ríos seguían corriendo, pero dentro del palacio, un cambio aún más grande se estaba gestando. Lía, la pequeña niña traviesa que solía pintar las paredes con colores brillantes, ahora se encontraba en la etapa de la adolescencia. Su cuerpo había crecido, al igual que su curiosidad y sus deseos de independencia.

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El Despertar de una Nueva Lía

Una mañana, Alex y Leo despertaron con una sensación extraña en el aire. No era que algo estuviera mal, sino más bien que algo estaba a punto de cambiar. Lía había comenzado a salir más temprano, desapareciendo por horas sin dar muchas explicaciones. Era un cambio sutil, pero Alex lo había notado: su hija estaba buscando su propio camino.

Cuando Lía entró al desayuno esa mañana, su cabello ya no caía desordenado como solía hacerlo. Ahora, lo llevaba atado en una coleta elegante, y su mirada tenía una profundidad que no había tenido antes.

—Buenos días, mamá, papá —saludó Lía con una sonrisa tímida, pero llena de una nueva seguridad.

Alex la miró con una mezcla de orgullo y melancolía. A veces era difícil aceptar que su hija ya no era la niña que solía correr por los pasillos. Pero sabía que ese era el curso natural de la vida.

—Buenos días, hija —respondió Alex, tratando de ocultar la emoción en su voz.

Leo, quien siempre había tenido una relación más relajada con Lía, la observó con una sonrisa cómplice.

—¿Algún plan para hoy, Lía? —preguntó Leo mientras servía el desayuno.

—Sí, tengo una clase de entrenamiento con la Reina Blanca —respondió Lía rápidamente—. Y después quiero pasar por el mercado, si me dejan.

Alex y Leo intercambiaron una mirada. El mercado era un lugar con mucha vida, pero también lleno de distracciones. Sabían que Lía comenzaba a explorar más allá de su hogar, buscando su propio lugar en el mundo.

—¿Qué tal si te acompaño? —sugirió Alex, sin querer dejarla ir sola.

Pero Lía levantó la mano, evitando la sobreprotección.

—No te preocupes, mamá. Estoy bien. Solo será una visita rápida. Además, Cael me dijo que pasará por allí también. —Lía sonrió al mencionar a Cael, su amigo y compañero de entrenamiento, que también estaba comenzando a dejar su huella en el mundo.

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El Entrenamiento de Lía

El entrenamiento con la Reina Blanca había sido una constante en la vida de Lía desde pequeña. A lo largo de los años, había aprendido a controlar su magia, perfeccionando la conexión con los elementos de la naturaleza. Hoy, sin embargo, había algo diferente en su actitud.

—Hoy quiero probar algo nuevo —dijo Lía con determinación mientras se preparaba para la sesión de entrenamiento.

La Reina Blanca, siempre atenta, la observó con curiosidad.

—¿Qué tienes en mente, Lía? —preguntó con tono amable, pero firme.

—Quiero aprender a controlar no solo los elementos, sino a cómo canalizarlos para ayudar a otros. No quiero ser solo una guardiana del País de las Maravillas. Quiero ser más que eso. Quiero usar mi poder para sanar.

La Reina Blanca sonrió, reconociendo la madurez en las palabras de Lía.

—Eso es un gran paso, Lía. La magia no solo está destinada a la protección, sino a la curación y el equilibrio. Esta es una lección importante.

Durante la sesión, Lía canalizó su energía, no para crear destellos o explosiones, sino para curar una planta marchita que había encontrado en el camino. Al principio, las ramas no respondieron, pero con paciencia y concentración, un suave resplandor emanó de sus manos, trayendo la vida de vuelta a la planta.

—Lo lograste —dijo la Reina Blanca, impresionada. Lía, por primera vez, se sintió en paz consigo misma, como si estuviera tocando una nueva parte de su ser.

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El Encuentro en el Mercado

Después del entrenamiento, Lía se dirigió al mercado, donde Cael la esperaba. El aire estaba lleno de aromas de especias y frutas frescas, y las voces de los vendedores se mezclaban con el sonido de las aves en los árboles cercanos. Lía se sentía libre, pero también consciente de la mirada constante de sus padres. Sabía que estaban preocupados por ella.

Cael estaba en su puesto de frutas, como siempre, vendiendo las cosechas más frescas que traía de su jardín.

—¡Hola, Lía! —dijo Cael al verla acercarse, sonriendo ampliamente.

—Hola —respondió Lía, notando que algo en él había cambiado también. Había una nueva serenidad en su rostro, una confianza que antes no había tenido.

Pasaron la tarde caminando juntos entre los puestos, charlando sobre todo y nada. Lía comenzó a notar cuán diferente se sentía en su compañía, ya no solo como amiga, sino como algo más profundo. Había algo en su mirada, una chispa que nunca había notado antes.

—¿Te gustaría acompañarme a la cima de la colina al atardecer? —preguntó Cael, como si estuviera esperando el momento adecuado para decirlo.

Lía lo miró, sorprendida, y luego sonrió.

—Claro, ¿por qué no?

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El Atardecer en la Colina

Al llegar a la cima de la colina, el sol ya comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo con colores anaranjados y morados. Lía y Cael se sentaron en silencio, observando la belleza del paisaje.

—¿Sabes? —dijo Cael después de un rato—, he estado pensando en lo que dijiste hace unos días. Sobre cómo quieres ayudar a los demás.

Lía lo miró, sorprendida de que él hubiera estado pensando en eso.

—¿Y qué pensaste? —preguntó.

—Que creo que lo que buscas no es solo poder, sino propósito. Y eso es algo que se encuentra cuando estás dispuesto a dar todo de ti, no solo en los momentos fáciles, sino también en los difíciles.

Lía sonrió, sintiendo que algo dentro de ella se había encendido, no solo por las palabras de Cael, sino por la verdad de su propia existencia. No quería solo ser una guardiana; quería ser alguien que pudiera cambiar la vida de los demás, que pudiera hacer del mundo un lugar mejor.