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El País de las Maravillas brillaba bajo la luz de una luna llena, y mientras la mayoría dormía, Lía estaba despierta, mirando el cielo desde la torre más alta del palacio. Su mente estaba inquieta, llena de pensamientos sobre lo que había descubierto en las últimas semanas: un nuevo poder dentro de ella que parecía diferente a todo lo que había aprendido hasta ahora.
Un Poder Desconocido
Todo comenzó durante su última sesión de entrenamiento con la Reina Blanca. Mientras intentaba canalizar su energía para curar una planta, su magia había salido de manera diferente: en lugar de un resplandor cálido y controlado, una ráfaga de luz oscura y plateada había brotado de sus manos, marchitando las hojas en lugar de restaurarlas.
—Esto no es normal, Lía —había dicho la Reina Blanca, preocupada pero serena—. Este poder... es algo más antiguo. Debemos entenderlo antes de que pueda descontrolarse.
Lía no se atrevió a contarle a sus padres. No porque no confiara en ellos, sino porque no quería preocuparlos. Sabía cuánto significaba la paz del País de las Maravillas para Alex y Leo, y lo último que quería era ser la causa de un nuevo problema.
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Confidencias con Aurel
Lía sabía que había una persona a quien podía acudir: su hermano mayor, Aurel. Siempre había sido su confidente y protector, y esta vez no era diferente.
Encontró a Aurel en el invernadero, cuidando sus plantas bajo la luz de unas luciérnagas mágicas.
—Aurel, ¿puedo hablar contigo? —preguntó, su voz más temblorosa de lo que esperaba.
Aurel dejó de regar las flores y se volvió hacia ella, notando su expresión preocupada.
—Claro, Lía. ¿Qué pasa?
Ella le contó lo ocurrido, cada detalle de la energía extraña que había sentido y su miedo de lo que pudiera significar. Aurel escuchó con atención, su ceño fruncido en señal de preocupación, pero también de empatía.
—Lía, todos tenemos partes de nosotros mismos que no entendemos al principio. Pero eso no significa que sean malas —le dijo, colocando una mano en su hombro—. Quizá este poder sea parte de algo más grande, algo que aún no has descubierto.
—¿Y si es peligroso? —preguntó ella, con un nudo en la garganta.
Aurel sonrió con suavidad.
—Entonces no lo enfrentarás sola. Estamos aquí para ti. Siempre.
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El Secreto del Lago Plateado
Al día siguiente, Aurel decidió ayudar a Lía a entender su poder. Recordó un lugar que su madre, Alex, le había mencionado en alguna ocasión: el Lago Plateado, un sitio místico conocido por reflejar no solo la apariencia de quien se asomara, sino también su esencia.
—Si este poder forma parte de ti, el lago puede ayudarte a verlo con claridad —le explicó Aurel mientras caminaban hacia el lugar.
El viaje no fue fácil. El sendero hacia el lago estaba lleno de espinas y raíces que parecían moverse para bloquear su paso. Pero juntos, lograron abrirse camino.
Cuando llegaron, Lía quedó maravillada. El lago brillaba como si estuviera hecho de estrellas líquidas, y el aire alrededor era tan tranquilo que parecía fuera del tiempo.
—Acércate al agua —le dijo Aurel, animándola.
Lía respiró hondo y se inclinó sobre la superficie del lago. Al principio, solo vio su reflejo, pero poco a poco, algo más apareció. Una figura femenina, con cabello oscuro como la noche y ojos que brillaban como la plata, la observaba desde el agua.
—¿Quién eres? —preguntó Lía, sorprendida.
La figura sonrió, pero no respondió. En cambio, el agua comenzó a brillar intensamente, y Lía sintió una conexión profunda, como si el lago estuviera despertando algo dentro de ella.
Cuando el resplandor se desvaneció, Lía sintió que entendía un poco más su poder. No era oscuro ni peligroso; era el equilibrio entre la luz y la sombra, una energía que solo unos pocos podían manejar.
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El Regreso al Palacio
De vuelta en casa, Lía decidió que era momento de hablar con sus padres. No podía seguir guardando este secreto.
En el salón principal, encontró a Alex y Leo conversando tranquilamente. Sus rostros se iluminaron al verla, pero pronto notaron su expresión seria.
—¿Qué sucede, Lía? —preguntó Alex, dejando de lado lo que estaba haciendo.
Lía les explicó todo: el incidente durante el entrenamiento, su conversación con Aurel y lo que había visto en el Lago Plateado.
Alex y Leo la escucharon en silencio, sin interrumpirla. Cuando terminó, Alex se levantó y la abrazó.
—Lía, nunca tengas miedo de ser quien eres. Este poder es parte de ti, y estoy seguro de que encontrarás la manera de usarlo para el bien.
Leo asintió, colocando una mano en su hombro.
—Siempre estaremos aquí para apoyarte, pase lo que pase.
Lía sintió que una gran carga se levantaba de sus hombros. Por primera vez en semanas, se sintió en paz consigo misma.
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Un Nuevo Propósito
Esa noche, mientras la familia se reunía para cenar, Lía miró a su alrededor y se dio cuenta de cuán afortunada era. Tenía una familia que la amaba, amigos que la apoyaban y un mundo lleno de maravillas por descubrir.
Sabía que el camino por delante no sería fácil, pero también sabía que no estaba sola. Su poder, aunque misterioso, era una parte de ella, y con el tiempo, aprendería a controlarlo y usarlo para ayudar al País de las Maravillas.
Bajo el cielo estrellado, Lía sonrió, sintiéndose más fuerte y más segura que nunca. El futuro era un misterio, pero estaba lista para enfrentarlo, con su familia a su lado y un corazón lleno de esperanza.