Alex se despidió de Stephanie y fue a la casa de Jeff, aún preocupado por el doctor Hubbles. No dejaba de pensar en las cosas que había dicho su propio psicólogo, ¿la criatura era una gárgola?, ¿las gárgolas podían reunir un ejército? Todo eso sonaba completamente ilógico.
Tocó a la puerta de la casa de su amigo y para su desgracia el que abrió fue Travis Thompson, el hermano mayor de Jeff.
― ¿Qué quieres aquí?, ¡lárgate!― dijo con su profunda voz.
―Quiero ver a Jeff― contestó Alex―. Hoy no estoy de humor.
― ¿Para qué?
―El proyecto de ciencias.
― ¿Esa cosa de nerds?
Alex se ofendió, ¿lo habían llamado nerd?, si él no se podía mantener despierto en ciencias ¿en qué cabeza cabía que él era un nerd?
―Solo, déjame pasar, ¿vale?― de pronto la voz de Alex se alzó un poco―. Enorme cuerpo de rinoceronte.
― ¡Cállate!, cuerpo de alambre.
De pronto una voz surgió de dentro de la casa.
―Deja pasar a mi amigo, Travis― era Jeff que salía a ayudar.
―De acuerdo, pasa― dijo Travis de mal modo, luego fulminó a Alex con la mirada―. Pero no creas que te saldrás con la tuya ¡eh!
―Claro, claro― decía Alex al entrar―. Ya me amenazaste hoy, ¿acaso tu diminuto cerebro ya lo olvidó?
―Dile a tu novio que se calle, Jeffrey― dijo Travis. Alex presionó los puños, cerró los ojos y suspiró.
―Cállate― dijo Jeff―. Vamos, Alex.
La casa de Jeff no era prácticamente lo que se podría llamar una casa "modelo", había basura en algunos rincones y la pintura de las paredes comenzaba a desgastarse.
―Vamos a mi habitación― dijo Jeff.
―Pero, debemos terminar el proyecto.
―Confía en mí― dijo Jeff―. Aparte, mi hermano nos molestará, y dudo que te contengas.
Subieron por la pequeña escalera de caracol y llegaron a la habitación de Jeff, de la cual colgaba un letrero que rezaba "NO MOLESTAR, GENIO TRABAJANDO", abrió la puerta de madera y dio paso a una habitación normal de un chico de once años, excepto por una palanca a un costado de la cama.
― ¿Listo?― preguntó Jeff.
― ¿Para qué?― preguntó Alex de vuelta, Jeff tiró de la palanca y se vieron segundos después, resbalando por un tobogán metálico de unos cinco metros de largo para caer finalmente ante la entrada de una especie de bóveda.
―Auch― dijo Alex, que había caído boca abajo―. Debes tratar de avisar, viejo.
Jeff lo ignoró riendo y abrió de un solo giro hacia la izquierda la puerta de la bóveda y pudieron entrar a la habitación siguiente. Era una sala completamente blanca e iluminada, con muchos artilugios extraños que Alex jamás había visto.
―Vaya― dijo Alex―. ¿Qué es esto?
―Esto, era un antiguo laboratorio de la fábrica química en la que trabajaba mi padre― respondió Jeff.
― ¿Y cómo inventaste todo esto?
―Algunos inventos ya estaban aquí, yo solo les quito el polvo y veo para qué sirven. Debo admitirlo, es genial hacerlo, pero lo que sí he hecho, yo solo... es eso― dijo señalando un lugar específico.
De su bolsillo, Jeff sacó un botón del tamaño de una moneda, lo presionó y el suelo solitario comenzó a abrirse para dar paso a una gran caja de cristal, dentro de ella había un traje de látex color negro.
― ¿Qué es eso?― preguntó Alex.
―Esto es como la columna robótica, pero ya no tan bizarra.
―Y, ¿Qué hace?
―Creo que una mejor pregunta sería, ¿Qué no hace?, ¿No crees?
― ¿A qué te refieres?― preguntó Alex.
―Haces muchas preguntas, ¿lo sabías?― dijo Jeff―. Póntelo.
― ¡¿Qué?!― Preguntó Alex de nuevo.
―Solo hazlo.
Alex obedeció y se puso el traje de mala gana, el invento de su amigo no estaba probado, podía ser peligroso.
― ¿Y ahora qué?
―Quieres ver qué es lo que hace, ¿no es así?
―Ya no estoy tan seguro.
―Solo, corre.
― ¿Qué?
― ¡Corre!― gritó su amigo.
Alex hizo caso y corrió, no quería ver. Cuando abrió de nuevo los ojos estaba en la otra zona de la habitación, no entendía que era lo que había pasado, pero algo si sabía: Eso era lo más cool que había hecho en su vida.
Alex volvió a entrar a su lugar anterior esperando que Jeff le brindara una explicación.
― ¿Qué fue eso?― preguntó Alex emocionado.
―Nuestro proyecto de ciencias― contestó Jeff―. Una combinación de rapidez, fuerza y agilidad combinada con comodidad.
―¡Increíble, ya quiero que sea la próxima semana!― dijo Alex olvidando por completo su temor―. Quiero ver la cara de Twerlik al verte correr.
―Espera un momento.
― ¿Qué pasa?
―Yo lo cree, ahora es tu turno de demostrar lo que puede hacer.
―Me parece justo― dijo Alex soltando una risita.
―También noté que entraste un poco angustiado, ¿qué pasa?
Alex llevaba ya un buen rato sin recordar al doctor Hubbles, así que su día se fue al caño. Le contó a Jeff todo, desde el sueño hasta las murmuraciones del doctor.
―Entonces, la criatura, ¿es una gárgola viviente?― dijo Jeff.
―Según el doctor, si.
Todo se quedó en silencio durante un rato, hasta que Jeff comenzó a reír.
―No puedo creer lo que dices Alex, y lamento decepcionarte... las gárgolas no viven.
―Pero Hubbles lo decía tan seguro de sí― de pronto recordó todo lo que había dicho su psicólogo y reflexionó sus palabras―. Quizá sea cierto― afirmó Alex―. Qué tontería.
―Ya no te preocupes y ve a dormir que necesitaremos toda la energía posible mañana para seguir trabajando... debemos planear aún que es lo que vas a hacer para demostrar el traje.
―Cierto.
Alex se despidió y fue a casa, eran ya las siete de la tarde y todo estaba tranquilo, el señor Williams escuchaba música clásica, la casa de Stephanie Parker estaba a oscuras, la escuela seguía tan horrible como siempre, todo era normal. Ni siquiera recordaba lo que le preocupaba, así que empezó a tener sueño, de nuevo. Sus padres lo recibieron al llegar a casa.
―Alex, ¿Cómo te ha ido en la escuela?― preguntó su madre dándole un abrazo.