Alex Reidfield y el Camino de la Serpiente

7. EN BUSCA DE RESPUESTAS.

Alex debía saber dónde se encontraba la criatura y para ello debía tener un plan. Volvió adentro, vio a Melanie y se sentó en una silla del comedor, pensando en las cosas que podía hacer para averiguar donde se escondía la gárgola. Pensó y pensó durante horas, hasta que por fin se le ocurrió algo, un plan improvisado, tonto y peligroso, por lo que Alex lo manejaría muy bien, además, el odio intenso que le tenía a la criatura era enorme, así que eso lo haría tener más adrenalina para completar lo que quería.

Jeff lo apoyaría en todo y eso era un alivio, ya que el plan era tan peligroso que quizá no regresaría con vida.

― ¿En qué estás pensando hermano? ―preguntó desconcertada Melanie al día siguiente al ver a Alex concentrado en su cuaderno.

―En nada ―dijo el chico―. ¿Qué llevas ahí? ―preguntó al ver la cacerola que llevaba Melanie debajo del brazo.

―Estofado de ternera ―dijo Melanie –Me lo ha dado Delancey, ha dicho que está delicioso, aparte ya me he aburrido de los vegetales así que creo que está bien.

―Sabes que un estofado lleva vegetales ¿cierto? ―dijo Alex aguantando la risa. Era bueno tener un poco de receso en esos momentos.

― ¿Enserio? ―dijo Melanie, después abrió la tapa de la cacerola y soltó un gruñido parecido a "Ahggg"―. Estoy harta de los vegetales.

―Calma, Mel, solo tienes ocho años, debes comer eso para crecer ―dijo Alex riendo.

―Lo sé, pero creo que de vez en cuando debo dejar de comer vegetales... todo es malo en exceso ―dijo Melanie riendo. Dejó la cacerola en el comedor y se quitó el sudor que le había provocado el vapor de la cacerola en la frente―. ¿Qué haces?

―Nada Mel, tarea ―dijo Alex como excusa.

―De acuerdo, pero ¿has visto mi poney?

―Debe de estar en el sofá.

―No, no está ahí.

―Pues búscalo, no soy el niñero de tu poney.

―Bien, ah, y sobre lo que hagas, son los dibujos más feos que he visto ―dijo Melanie, después le mostró la lengua a Alex y se fue.

Era cierto, debido al déficit que atormentaba a Alex, no podía escribir y después repasar el plan, así que lo dibujaba y así se entendía todo (Al menos la parte donde los dibujos se veían bien). Podría haberse molestado por el comentario, pero en vez de eso, agradeció a Melanie el hacerlo sentir bien, aunque fuera por un momento.

Cuando la noche llegó, Alex supo que era el momento de actuar, salió de su casa y paseo por la ciudad un poco, después subió hasta la cima del edificio más alto que encontró, y esperó... y esperó... y esperó. Obviamente se aburrió un poco, así que hizo lo que todo héroe en desarrollo haría: Jugar en su teléfono. Jeff le regañaba por el audífono para que prestara la atención necesaria, pero Alex ya tenía mucho sueño y parecía que se quedaría dormido, no había rastros de nada anormal, Nueva York le parecía tan tranquilo esa noche. Así que con un sonoro "¿pues ya qué?", se recostó en el tejado del edificio y cerró los ojos. Soñó de nuevo con Lux Village, solo que esta vez, él estaba recostado al pie de una espeluznante mansión color azabache.

Tocó a la puerta, tenía hambre y quería comer. Nadie respondió, las puertas seguían cerradas. Tenía además miedo y frío, terrible combinación. Seguía tocando, de nuevo nadie respondió. De pronto todo se oscureció, una sombra gigantesca apareció, alguien estaba detrás de él, tragó saliva y fue volteando lentamente, poco antes de que terminara, la sombra rugió y lo atacó, lo único que pudo atinar a ver fueron dos gigantescos ojos amarillos.

Alex gritó y despertó, preguntándose qué era lo que había visto. Poco después, el mismo ruido que hizo la criatura al atacar volvió a sonar, esa especie de rugido no había salido de un sueño.

Sonaba como un gruñido, luego aulló como lobo, luego un chillido, Alex se incorporó temblando, sacudió la cabeza y se dio una bofetada. ¿Dónde demonios estaba el fúrico y valiente Alex cuando se le necesitaba?, a pesar de su miedo, logró asomarse por la cornisa y lo vio.

Era grande, mucho más que un humano promedio, con cola de un metro de largo, cuernos y alas gigantescas. La primera impresión de Alex fue un dragón, pero no, era muy pequeño, muy delgado, y tenía la piel tan gris como la piedra, una gárgola.

Alex la miró fijamente, notó que llevaba a alguien agarrado por su pata, una persona. No atinó a ver quién era, ni siquiera logró ver si era hombre o mujer, pero eso no importó, debía hacer algo al respecto. Tomó vuelo, llegó hasta el otro borde del edificio y suspiró tres veces, una por sus padres, otra por Stephanie y la última por Melanie (Ella estaría a salvo pasara lo que pasara). Ya finalmente relajado y tras haber silenciado a la parte de su cabeza que impedía sus locuras (O que al menos lo intentaba), corrió hacia el borde y se lanzó en picada veinte pisos. Aterrizó con la rodilla izquierda en el suelo y el pie derecho recto, la acera se partió por el impacto, pero Alex no sintió dolor (Quizá por la adrenalina) y comenzó a correr.

La gárgola giraba en todas direcciones, a Alex le costaba un poco no derrapar, la velocidad del traje era un poco mayor que la última vez, pero le afectaba demasiado. Se dio cuenta de que no era la gárgola de la imagen en la televisión; la que perseguía en ese momento era delgada y pequeña en comparación. Era uno de sus seguidores, "Hubbles tenía razón" pensó y por alguna extraña razón, su primera reacción fue restregárselo a Jeff.

―Jeff ―dijo Alex―. ¿Me escuchas?

―Claro.

―Hubbles tenía razón ―dijo Alex jadeando pero sin detenerse.

―Creo que eso ha quedado más que claro Alex.

―Debo derribarla.

―No te detendré, viejo, pero te ayudaré en todo lo que pueda.

Claro, tu apoyo moral me hará falta.

―De acuerdo ―dijo Jeff, luego rio, se aclaró la garganta y comenzó a gritar―. ¡Vamos, tonto! ¡Crees que la gárgola se detendrá sola! ¡Se ríe de ti en este momento!

Eso está perfecto ―rio Alex y continuó corriendo.




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