Alex Reidfield y el Camino de la Serpiente

10. NOTICIAS.

― ¿El Camino de la Serpiente? ―preguntó Alex.

―Así es ―contestó Samanta.

― ¿Que acaso no estaba en Perú? ―preguntó Alex desconcertado.

―No. O bien, no lo sé. Nadie ha entrado y salido vivo de ahí, es un lugar peligroso.

―Pero ¿por qué dijeron que estaba Ploterjack abandonado?

―Muchas personas se han ido, es normal. Antes de que el Camino se descubriera este era un lugar muy visitado, sin embargo, muchos científicos tenían la curiosidad de investigar las playas vírgenes cercanas al pueblo ―su cara se volvió sombría―. Bueno... jamás se volvió a saber de ellos.

―Samanta... ―dijo Alex.

―Oh, puedes llamarme Sam.

―Sam, ¿cuántos años tienes? ―preguntó Alex ya que aún veía un poco borrosa a la chica.

―Doce, ¿y tú?, digo... no te ves mucho mayor.

―Once, pero ¿porque solo me rescataste a mí?, ¿y los demás pasajeros? ―preguntó Alex temiendo conocer la respuesta de Sam ya que él mismo había visto a los pasajeros tendidos en el suelo, muertos.

Desgraciadamente, tenía razón, ¿o no?

―Solo sobrevivió uno aparte de ti, o por lo menos hasta ahora.

― ¿Dónde está?

―Lo llevaron al hospital, no sé siquiera su nombre, pero sé que está vivo. Ven, vamos a mi casa, está más cerca que un hospital. Aparte no te ves tan destrozado ―dijo Sam mientras caminaban apoyando a Alex con su brazo entre sus hombros.

La casa de Sam era una pequeña choza de paja, barro y maderas. Pero era acogedora, caliente y tenía comida, entonces Alex era feliz.

―Sam ―dijo Alex mientras se acomodaba en el sofá con el fuego de la chimenea tiritando a su izquierda―. ¿Cómo pasó todo esto?, quiero decir ¿por qué ya no viene nadie?

―Era un pueblo muy feliz, todos hacían lo que querían hacer, todo era perfecto, un día, un grupo de personas... boy scouts, aparecieron para hacer su expedición por las costas, fueron diez a la expedición, volvieron dos; pero no se veían bien, estaban tristes, tenían miedo y lo primero que quisieron fue hablar con el gobernador, le explicaron que había algo extraño en las costas, el gobernador mandó un grupo de cuarenta hombres a investigar, entre ellos, estaban mis padres, solo volvieron cinco, mis padres no. Al mes siguiente llegó un chamán, dijo que la playa y la isla estaban malditas, que estaban así desde tiempos inmemoriales y que las cavidades estaban abiertas. Bueno, era un loco. Pero aún así, el gobernador le creyó. Nos mudamos, todo el pueblo. Transportamos literalmente todas nuestras pertenencias a la otra costa de la isla, construimos casas y empezamos a vivir aquí, es bueno ―concluyó Sam―. Y tú, ¿a qué vienes a Ploterjack?

Alex había mirado hacia el horizonte, tratando de imaginar al pueblo de chozas como una verdadera ciudad, siendo devastada por los monstruos como La Mujer Serpiente del avión. Por lo tanto, la pregunta de Sam lo tomó desprevenido.

― ¿Yo?, esto... ―pensó Alex, ¿qué debía decir?, no le habían advertido que debería hablar de sus razones con un tercero―. De... debo averiguar algo, tengo una cuenta pendiente con alguien, necesito verlo.

― ¿Cuenta pendiente? ―preguntó Samanta.

―Exacto ―dijo Alex.

En ese momento, el celular de Alex comenzó a sonar.

―Disculpa ―Alex salió de la choza, cojeando un poco, sin embargo, al parecer el traje había colocado una especie de curación rápida en su pierna antes de desaparecer, ya que esta le dolía menos que antes. Contestó el celular―. ¿Sí?

― ¿Alex?, ¿eres tú?

― ¿Jeff?, ¿qué ocurre?

―Alex, terribles noticias ―dijo Jeff sollozando.

― ¿Que tienes?

―María y Melanie ―dijo Jeff.

― ¿Ajá?

―Se las han llevado Alex.

Alex se dejó caer de rodillas, ya que no podía mantenerse de pie y se hechó a llorar, ahora estaba más cerca de la otra cavidad, El Camino de la Serpiente. Ahora ir hacia él era una obligación completa, no solo era por sus padres y por Stephanie, ahora era su hermana, la persona a la que se suponía debía proteger, estaba ahí también.

―Pero ¿cómo pasó Jeff?

No lo sé, después de hablar contigo, cuando tu avión se fue del aeropuerto, María se despidió de mí y fue a casa, así que decidí ir a ver a Melanie a tu casa, para saber cómo estaba, cuando llegué escuché gritar a Silvana, así que corrí, le pregunté sobre lo que había pasado, y me ha dicho que desde la mañana no los encuentra.

Alex sintió una culpa horrible, había salido de casa sin asegurar que Melanie estuviese bien y a salvo.

―Y, ¿con María?

―Yo mismo he visto cómo una gárgola se la llevaba.

― ¿Y por qué no la has detenido?

No podía, me llevaban ventaja, pero las dos se han ido Alex ―dijo Jeff sollozando―. Por lo menos ya estás de camino a Veracruz, pudiste tomar otro avión, ¿cierto?

―Si... sobre eso...

―Alex, ¿Qué ha pasado?

― ¿Recuerdas que el avión que me traía se estrelló?

Si...

―Pues, caí en Ploterjack

¿El pueblo abandonado?

―Ese mismo. De hecho, siento que estoy más cerca de las chicas ahora.

― ¿Cómo lo sabes?

De pronto se oyó una voz por detrás de Alex, antes de que éste pudiese contestar.

― ¿Alex? ―preguntó Sam saliendo de la choza; sorprendiendo a Alex, que instintivamente terminó la llamada―. ¿Estás bien?

Alex estaba tan pasmado que no respondió, no podía decir ni una palabra. Sam se acercó a él, para mostrarle su apoyo, en ese momento, en una de las chozas de barro que estaban a los lados de la casita de su nueva amiga se escuchó un terrible grito de tristeza.

― ¡Tommy!, ¿dónde estás hijo?

Alex y Sam fueron a ver lo que ocurría, pero cuando estaban a punto de llegar a la puerta de la choza se oyeron más gritos como:

― ¡Hijo!

― ¡Matt!

― ¡¿Donde están?!

―Todos han desaparecido ―dijo Sam totalmente desconcertada―. ¿Qué estará pasando?

Alex tenía una buena idea sobre eso, abrió la boca, pero no alcanzó a decir nada, ya que Sam señaló el horizonte.




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