―Te diré la verdad, Nat ―susurraba Ash mientras Nathan estaba a su lado y Alex estaba de guardia―. No sé si logremos llegar, casi hemos muerto ahí, de igual forma... ¿quién está ahí que le importa tanto a Alex rescatar?
―No lo sé Ash, quizá alguien muy importante o querido para él, quizá solo quiere ser el héroe... pero debe ser una razón que en verdad sea importante y con un gran impacto para hacerlo cruzar esto ―contestó Nathan señalando la oscuridad casi plena del Camino de la Serpiente. Alex se detuvo en seco, como si hubiera algo más adelante.
― ¿Alex? ―preguntó Ash en un susurro―. ¿Qué pasa?
―El Camino ―contestó Alex―. Se vuelve más extenso, y ¿oyen eso? ―levantó la mano y la colocó en su oreja (como hacían en las películas) para oír una especie de rugido lejano―. No creo que sea bueno avanzar ahora, por lo menos hay que esperar a que se deje de oír ese ruido.
Se recostaron, Alex hacía guardia por dos razones: la primera, él llevaba un traje que resistía prácticamente a todo y dos espadas. Segunda razón, no quería dormir, sea lo que fuese, estuviera cansado o no, el Camino parecía avivar sus pesadillas, haciéndolas más horribles y traicioneras, su subconsciente más activo y todo parecía real, la chica rubia era un buen ejemplo; además de todo, se sentía idiota, un monstruo lo había engañado, haciéndole creer que era Jeff; pensó en ese momento, ¿acaso su amigo estaba muerto y él no lo aceptaba?, reflexionaba en qué le diría a María ahora que Jeff ya no estaba, ese chico había estado con él en las mejores y en las peores... y ahora quizá estuviese carbonizado por la lava. La sola idea de eso lo hacía estremecerse. Sacó su espada y la analizó para despejar su mente.
No veía nada excepto sangre seca, expandida por el filo de la hoja, extraños y diversos colores, pero resaltaba más un azul metálico, se quitó el traje por un segundo y arrancó un pedazo de su camisa, volvió a ponerse el traje y comenzó a limpiar su arma, por desgracia, era muy difícil quitar la sangre, frotó con más fuerza hasta que empezaba a desaparecer, "Bien, sigue así" pensó, en ese momento la voz de la chica volvió a oírse, esta vez con más intensidad.
―Alex ―decía de nuevo.
―Déjame en paz, no sé quién eres, no sé dónde estás, no sé cómo ayudarte, déjame tranquilo ―dijo Alex al mismo momento en que soltaba la espada y se tapaba los oídos.
La voz no dejaba de oírse, cada vez más y más fuerte, ya no quería eso, despertó a Nathan para decirle que dormiría un rato y que él vigilase.
―Alex ―decía la voz.
Para sorpresa de Alex, Nathan dijo:
―Alex, ¿escuchaste eso? ―el chico quedó muy sorprendido.
―Nat, ¿la escuchaste?
―Claro, se oye cada vez más fuerte, cómo no oírle.
―Creí que era una pesadilla, pensé que...
―Vaya, y ¿para qué crees que me busquen? ―dijo Nathan.
― ¿Cómo?
―Sí, has dicho que escuchas la voz que dice mi nombre.
―La escucho, sólo que, al escucharla, dice mi nombre.
Se miraron fijamente, ambos igualmente desconcertados, al mismo tiempo se oyó el rugido que habían escuchado al principio, esta vez más fuerte, luego desapareció como si jamás se hubiera escuchado. El Camino comenzó a agitarse y, segundos después estaba frente a ellos una figura enorme, peluda y grotesca, la cual los miraba con sus enormes ojos rojos inyectados en sangre, tenía una especie de bate de baseball con el cuádruple de tamaño, y unas gigantescas manos con garras, era una especie de gigante, en un segundo soltó un aullido, muy diferente al rugido de tiempo atrás, pero eso no importaba, igualmente, ese gigante los quería asesinar, y no se detendría hasta lograrlo o morir en el intento.
El monstruo rugió y levantó el bate, Alex se quitó de la trayectoria antes de que lo golpeara, sacó la espada (la cual acababa de terminar de limpiar, obviamente soltó una maldición), se lanzó al ataque, el gigante se defendió y soltó un manotazo, Alex cayó a punto de desmayarse, no podía ponerse en pie.
―Cielos, que buen golpe ―rio el chico en el suelo―. Ash, despierta. Hora de la pelea ―puso los ojos en blanco y cayó. Por suerte, Ash se despertó y comenzó a sacar fuego a montones.
―Oh no, no es posible ―dijo Ash.
―Ash, ¿Qué sucede? ―preguntó Nathan mientras se frotaba un ojo y bostezaba.
―Nat, es un gigante, creí que se habían extinto hace años, son muy difíciles de vencer ―respondió el dragón.
El gigante rugió y fulminó con la mirada a Ash, el cuál lanzaba fuego hacia sus ojos.
El monstruo se hizo hacia atrás y se cubrió los ojos, levantó el bate, Ash cayó desmayado, al parecer el bate era igual que el fuego, con esa cosa podía golpear monstruos sin que el Camino explotara. Sólo quedaba Nathan, levantó la daga, pero vio que eso no sería suficiente. A lo lejos divisó a Alex tendido en el suelo, con espada a la mano. Nathan corrió esquivando los golpes del gigante, llegó hasta Alex y le quitó la espada.
―Sé lo que dije, pero la necesito por un segundo ―volteó y lanzó dos cortes, uno de ellos dio de lleno en el estómago del gigante, que aulló de dolor y se tambaleó, Nathan no sabía qué hacer después, al parecer lo pensó mucho, ya que el monstruo se incorporó lleno de rabia y furia. Nathan se lanzó hacia él, le hizo un corte en la mano y se preparó para matarlo, pero el gigante fue más veloz y el pequeño no alcanzó a medir la velocidad del puño gigante que se dirigía hacia él.
Alex despertó, no veía nada, no podía moverse, estaba atado y había sido metido en un saco, se tambaleaba un poco por el movimiento que hacía el gigante al caminar, hasta Leonard de la Cruz podría deducir que había sido capturado; de pronto una intensa luz iluminó el interior del saco, decidió ver el lado contrario a donde el gigante caminaba para poder volver ahí. El tambaleo se detuvo, Alex decidió girar el botón "luz" de su reloj, las espadas salieron y el traje lo cubrió. Al surgir, las espadas rompieron sus ataduras, tomó una, hizo un corte y el saco se partió.