Alex Reidfield y el Camino de la Serpiente

19. DE VUELTA A NUEVA YORK

Cuando salieron de aquella sala se asombraron de ver que todos los secuestrados se encontraban ya despiertos.

―Pero... pero ¿cómo? ―se preguntó Alex.

―Cuando llegué desperté a uno de los chicos y le dije que despertase a los demás... no hay mucha ciencia en eso ―dijo Jeff.

―Bien, nosotros ya casi lo habíamos logrado... vámonos de aquí ―dijo Nathan.

El viaje de vuelta fue más sencillo, ya que aparte de la promesa de no separarse en el laberinto, la mayoría de los monstruos que encontraban ahora tenían o recibían una flecha en la cabeza propinadas por Jeff. Alex cargaba a Stephanie y los demás chicos iban detrás, protegidos por el campo de fuerza de Nathan. Las hojas del laberinto daban una vista muy limitada, por lo que los tres héroes tuvieron que estar al frente del grupo, vigilando cada rincón por si un monstruo se aproximaba. Todo estaba calmado, los monstruos no aparecían desde una hora atrás, podían hablar sin preocuparse.

―Alex, ¿cómo estás? ―preguntó Nathan.

―No pasa nada amigo, estoy bien. Sigamos ―respondía Alex.

―De acuerdo, sobre Ash...

―Ya deja eso, Nat. No te preocupes ―dijo Alex, sin embargo, no pudo contener una lágrima que caía por su mejilla.

―No te hace bien intentar verte como "el fuerte" del grupo, Alex ―dijo Jeff.

―No, pero por lo menos sirve de esperanza para estos chicos.

― ¿Esperanza para qué? ―dijo Nathan.

―No rendirse a pesar de lo que pase.

―Pero eso no implica llorar cuando se pierde a alguien querido... ¿o sí? ―dijo Jeff.

―Lo llamé miedoso ―sollozó Alex.

―Lo sé, pero bueno. Creo que nos ha dado una buena lección, ¿no crees? ―dijo Nathan.

―Sí, es cierto ―Alex sonrió―. Y aunque lo conocimos poco, nos dejó mucho.

― ¿Qué día es? ―preguntó Nathan. Alex encendió su teléfono, solo atinó a ver el mes antes de que su pantalla se apagara.

―Es Diciembre ―dijo.

―Entonces no fue tan poco tiempo ―rio Nathan y por gracia del destino, Alex sonrió―. Mira, nosotros aún estamos aquí, y el "muerto viviente" ha regresado ―le dio un golpe a Jeff en el hombro―. Ash estará siempre con nosotros, pero él sabía que debemos aún terminar con esto.

―Es cierto ―dijo Alex al reponerse―. Hay que seguir.

―De acuerdo ―accedió Jeff―. Por aquí.

Se encontraron con dos caminos del laberinto, uno hacia la derecha y otro hacia la izquierda.

― ¿Y ahora qué? ―preguntó Nathan―. No podemos separarnos, no sobreviviríamos otro ataque como el del filoterric.

―Creo que, para poder pensar, debemos descansar ―dijo Alex, el cuál seguía cargando a Stephanie―. Se me han dormido los brazos.

―No podemos descansar ―dijo Jeff, el cual pareció haber adquirido una nueva personalidad de liderazgo―. El tiempo pasa más lento dentro del laberinto, o eso me ha dicho Nat. Así que, si no nos apresuramos, quizá ya no haya un Nueva York al cual regresar.

Nathan y Alex supieron que Jeff tenía razón, sin embargo, no podían avanzar más; estaban exhaustos, y por si eso fuera poco, tenían enfrente un enigma que resolver, ¿izquierda o derecha?

―Creo que debemos ir por aquí ―dijo Nathan señalando el camino de la izquierda, el cual, por una extraña razón, estaba un poco iluminado.

―No lo sé ―dijo Jeff―. Podría ser una trampa, no confío en esas lucecitas.

―Yo digo que vayamos por ahí ―dijo Nathan.

―Yo digo que por el otro lado ―dijo Jeff.

― ¡Izquierda!

― ¡Derecha!

― ¡Izquierda!

― ¡Derecha!

Y así, la discusión continuó. Alex se mantenía un poco más ocupado en averiguar con los sentidos de vista y oído lo que era probable encontrar en cada una de las opciones.

― ¿Tu qué dices Alex? ―preguntó Nathan.

―No lo sé, mientras ustedes dos peleaban, yo pude oír unos gruñidos como los que producía el filoterric por el camino de la izquierda ―dijo Alex.

― ¡Ja! ―exclamó Jeff y Nathan puso cara de disgusto.

―Sin embargo ―dijo Alex y la cara de Jeff cambió de alegría a confusión―. Estoy oyendo varios monstruos más en el de la derecha, así que, es su decisión.

―Alex ―susurró Stephanie―. Apóyalos. Técnicamente eres el líder.

― ¿Qué tu no estabas dormida, amiga mía? ―preguntó Alex.

―Ya no más ―contestó Stephanie.

―Bien, entonces creo que podrás caminar sola a partir de aquí.

―Espera un momento, Reidfield ―dijo Stephanie―. Recuerda que eres el héroe, debes salvar y complacer a las personas. Además, me encanta que me cargues, se siente bien.

Alex rio, pero Nathan y Jeff los interrumpieron.

―Qué asco ―dijo Jeff―. Hey, debemos seguir.

―Es cierto ―dijo Alex sacudiendo a cabeza para volver a la realidad―. ¿Hacia dónde?

―No hay duda. Apenas salimos vivos contra un filoterric; por el lado derecho ―dijo Jeff.

―Bien. Entonces, saquen sus armas, chicos. Será una gran pelea ―dijo Alex―. Steph, creo que ahora no te queda otra opción más que bajar.

Stephanie asintió y bajó de los brazos de Alex, después corrió junto Melanie y María.

―Bien, vamos ―dijo el chico y avanzaron hacia el camino de la derecha.

Iban lo más tranquilos posibles, el grupo de secuestrados en medio de Alex, Jeff y Nathan, los cuáles formaban un "triángulo de protección", todo estaba muy callado. Llegaron pues a la primera curva del Camino, Alex asomó la cabeza.

―Roma ―dijo Alex―. Debajo del coliseo.

Cuando metió la cabeza de nuevo, se oyó un siseo, como el de una serpiente. No podía ser todo tan fácil como estaba hasta ese momento, en algún momento deberían pelear. Alex sacó las catanas, Nathan la daga y Jeff su arco, pero su carcaj no tenía flechas.

―Amm, ¿Jeff? ―dijo María―. No tienes flechas.

Jeff miró su carcaj vacío, luego presionó un botón de su pulsera y el carcaj se llenó de pronto de flechas color verde fluorescente.

―Cierto, lo olvidé ―dijo María―. Soy novia de un genio en desarrollo ―Alex rio y Jeff se sonrojó.

―Entonces... ―dijo Alex―. ¿Ya son novios?




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