Álex (viaje de fin de curso 2)

Sorpresas

Despierto pensando en pedir explicaciones a Dafne pero a quién encuentro a mi lado es a Estrella.

— ¿Qué haces tú aquí? Se supone que tienes que estar descansando.

— ¿Cómo es que no me has dicho que tenías novia?

— Y a tí que te importa— es una pesada, siempre quiere saberlo todo.

— Pues mira, si me importa, he sido yo quién ha estado a tu lado consolándote desde que lo dejaste con Rosi, incluso dejé de hablarle por tí, pensé que confiabas en mí, yo sí, fuiste el primero que supo lo del embarazo y que Aiden me había dejado— los ojos le brillan a punto de saltársele las lágrimas.

Me siento culpable por ser tan duro con ella, es verdad todo lo que ha dicho, ella me ha apoyado con Rosi y en todo, ha llorado y reído conmigo y cuando me ha tenido que reñir lo ha hecho sin remordimientos, si realmente tuviera novia ella sería a la primera persona a quién se lo hubiera dicho.

— Dafne...

— Señora, tiene que salir, debo explorarlo— el médico pone fin a mi confesión— ¿Cómo has pasado la noche?— el grupo de estudiantes de medicina que le acompaña miran el historial— ¿Te ha dolido algo nuevo?— niego con la cabeza— Sam, examínale la mano, Rebeca, reconocimiento general.

— Todo bien— dicen los dos a la misma vez.

—Entonces muchacho, a casa. En un rato vendrán con los  papeles del alta y las recomendaciones que tienes que seguir, descansa, tomate la medicación a tus horas y te veré en dos semanas. Y por supuesto si te duele más de lo normal, te vienes enseguida. ¿De acuerdo?— asiento mientras estrecho la mano que me tiende.

— Voy con Estrella a por el coche y te esperamos en la puerta principal— mi madre al igual que yo está deseando irse.

— Tita, mejor me quedo yo con él y que te acompañe Dafne— mi prima quiere seguir la conversación a toda costa, me conoce y sospecha que si no habla pronto conmigo puede que no le diga lo que pasa.

— ¿Cómo vas a empujar la silla de ruedas si apenas puedes andar? Dafne lo llevará, anda— la agarra del brazo para ayudarla.

— Te avisamos con un mensaje cuando estemos en la puerta— las despide Dafne. Nada más cruzar la puerta se vuelve a mí nerviosa— Antes que nada, déjame explicarte. No estoy loca ni te estoy acosando, eso lo primero. Lo segundo, gracias por no dejarme en ridículo delante de tus padres y de tu prima, no sé porqué ella no se ha creído que soy tu novia— parece ofendida— y tercero, siento haberme aprovechado de la situación, es lo primero que se me ocurrió. Te prometo que te lo explicaré cuando salgamos de aquí— no para de moverse por la habitación.

— ¿No habrás matado a nadie, no?— le sonrío al ver lo mal que lo está pasando. Total, es una mentirijilla que no hace daño a nadie.

— No te creas, que ganas no me han faltado— su cara se pone triste.

— ¡Ya lo sé! Eres un espía.

— Ni confirmo ni desmiento— se coloca detrás de la silla de ruedas y me empuja por los pasillos del hospital hasta la salida dónde nos van a recoger.

 

 

— ¿Dafne?— me giro para ver porqué se ha parado en seco y no continúa andando. Su cara desfigurada en una mueca de terror mira a un punto delante de nosotros. Me vuelvo y a unos pocos metros de nosotros hay un hombre que nos mira con odio. Su pelo sucio y revuelto junto con una barba de dos días desentona con el caro traje que lleva y el enorme reloj de oro que lleva en su muñeca.

—¿Por éste niñato no quieres volver conmigo? — Al tipo se le escapa la saliva de la rabia con la que habla— Eres una cualquiera, te abres de piernas con cualquier tío que tenga una cara bonita— su tez se va poniendo de color rojo — Ya volverás, no eres nada sin mí, sólo una buscona que ha tenido la suerte de encontrarme. Y tú pobretón de mierda, no pierdas el tiempo con ella, no vale nada, no sabe ni echar un buen polvo— ella no dice ni hace nada, está inmóvil mirándolo sin reaccionar, está muerta de miedo.

Intento levantarme pero ella no me deja, me agarra tan fuerte que sin darse cuenta clava sus uñas en mis hombros.

— Eso es lo que quiere, no le sigas el juego, está deseando que lo hagas. No merece la pena.

— Eso no decías cuando te llevaba de viaje y a los mejores restaurantes, ni cuando te follaba.

La furia me domina y pego un salto de la silla soltándome de Dafne, no voy a permitir que ese energúmeno hable así de ella, lo que haya pasado entre ellos no le da derecho a tratarla de esa manera.

— Vete de aquí— escupo las palabras.

— ¿Y que me harás si no lo hago?— avanza hasta mí con chulería.

— Álex, déjalo, por favor— Dafne me toma del brazo, su mano tiembla.

— ¿Quieres comprobarlo?— me coloco delante de él con los puños cerrados, sin previo aviso me da un puñetazo justo en la costilla herida, el intenso dolor hace que me caiga de rodillas sin poder respirar, aprovecha entonces y me agarra por los pelos para sacudirme en la cara, aturdido cómo estoy no puedo defenderme, veo su puño acercarse sin poder reaccionar y cuando está a punto de alcanzar mi cara, Dafne lo empuja con tanta fuerza que lo separa de mí llevándose algunos pelos de mi cabellera.

— ¡Fuera! ¡Vete de aquí y de mi vida!

— Hija de ...— intenta golpearla, Dafne sin dudar le da una patada de lleno en sus partes nobles, el tipo casi se cae al suelo, llevándose las manos a la zona se le escapa un grito agudo.

Varias personas aparecen junto con un guardia de seguridad al escuchar la pelea.

— ¿Que pasa aquí?— lleva la mano al intercomunicador para avisar a sus compañeros. El atacante se pone derecho con esfuerzo y simula una falsa sonrisa.

— El joven al levantarse se ha mareado y se ha caído, estaba ayudando a levantarlo.

— ¿Es cierto?— el guardia nos mira a los tres.

— Sí, es cierto— dice Dafne seria— Gracias— se inclina para ayudarme.

— No digas nada— me dice bajito al oído, miro al que he deducido es su ex que sonríe satisfecho, su prepotencia me hace hervir la sangre.




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