Alexa Waldorf. El jardín de Glowess

1. Verano en Pennsylvania

Como cada verano, Alexa abandonó su apartamento en Nueva Jersey en el que vivía con su padre para pasar tres meses junto a su madre Greta y su abuela Eleanor en Pennsylvania. El Señor Wayne era un hombre algo corpulento, alto, de cabello castaño y piel oscura, a pesar de haber pedido él el divorcio nunca ha mostrado una discreción acerca de acompañar a Alexa hasta la pequeña urbanización donde su madre, Greta Waldorf, vivía junto a su abuela, Eleanor Waldorf. Alexa lleva varios años pasando allí el verano, aproximadamente cinco desde el divorcio de sus padres, lo cuál ha causado que conozca a varias personas de su edad que viven en la misma urbanización, como Evelyn, una chica que vivía dos casas a la izquierda de Alexa, en el número 19. Alexa y Evelyn se conocieron hace tres años en el noventa cumpleaños de Eleanor, al que Evelyn asistió acompañada de su dulce abuela. La abuela de Evelyn aparentaba tener mucha más edad que Eleanor, y eso que Eleanor le saca cerca de 10 años, pero aún así tiene la apariencia de una mujer de sesenta años, incluso mantiene una hermosa cabellera rubia castaña por la que no pasa ni un solo pelo canoso.

 

La madre de Alexa trabaja durante todo el año excepto en verano como profesora, lo que hace que ella y Alexa puedan pasar mucho tiempo juntas descontando el tiempo que Alexa pasa con Evelyn cuando esta visita su casa. 

 

El verano pasó y Alexa se encontraba a tres días de su decimosexto cumpleaños y a cinco de su marcha de vuelta a Nueva Jersey. Su madre y su abuela pasaban días pensando en qué podía hacerle feliz a Alexa, según Greta los 16 son una edad que siempre recordarás y quería regalarle algo que pudiese serle útil y a la vez que pudiesen permitirse.

 

Greta y Eleanor salieron una mañana de casa dejando a Alexa y Evelyn en la misma para ir a elegir un regalo para Alexa. No tenían muy claro qué podían regalarle, ella era muy de libros y cosas sencillas, pero este año iba a ser distinto y debía ser algo especial. Pasaron por varios centros comerciales y pasada la mañana no encontraron nada que se adaptase a su persona, por lo que hicieron una pausa con la búsqueda y pararon a comer en una pequeña cafetería en el centro comercial. Cuando les sirvieron la comida Greta no dejaba de darle vueltas a cuál podría ser el regalo que marcase la diferencia junto con todos los demás. Ojeaba cada esquina y columna del centro comercial hasta que vio algo que le llamó la atención: un tablón de anuncios. Era un tablón en el que había distintos carteles; clases de verano, ofertas de trabajo, promociones... pero lo que le llamó la atención a Greta fue un anuncio ofreciendo una oferta de un -67% en un Ford negro,  y fue ahí cuando supo que había encontrado el regalo perfecto.
 

—Madre, ya lo tengo. — exclamó Greta a medida que apartaba la vista del tablón de anuncios y la fijaba en su madre.

—¿El qué querida? — preguntó confundida Eleanor.

—Pues el regalo para Alexa. Es perfecto. Un coche. Le vendrá genial para cuando tenga que ir a...ya sabes. —termina de decir.

—No podemos permitirnos algo así, pero sin duda sería el regalo perfecto. — Greta señaló con la cabeza el anuncio, Eleanor volteó para verlo y enseguida esbozó una sonrisa.

—¿Dejarás que vaya sola? — preguntó Eleanor.

—No es una cría madre, está incluso más preparada que los demás. — contestó Greta.

—No me cabe duda de eso Greta, pero no conoce nada de...eso.

—Aprenderá, igual que aprendí yo y al igual que aprendiste tú. — el tono que estaba usando Greta comenzó a subir de temperatura y Eleanor simplemente asintió.

 

Greta mantenía una buena relación con Eleanor, pero discrepaban continuamente la una con la otra. Cuando terminaron de comer pagaron y salieron del centro comercial para dirigirse al concesionario donde existía tal promoción. Una vez allí vieron que el valor del coche era de tan sólo 5.679$, algo que podían permitirse. Encargaron el coche y pidieron que lo entregasen mañana mismo en el 17 de Garret Foster.

Una vez en camino hasta Garret Foster, Eleanor, quien ocupaba el asiento del copiloto notó algo extraño por carretera, una niebla poco usual un verano en Pennsylvania. No le dio demasiada importancia debido a la poca luz que se hallaba en la carretera, pero no pudo sacarse de la cabeza este suceso durante horas.
 

Greta y Eleanor entraron en la casa cruzándose así con Evelyn, quien se estaba despidiendo de Alexa.

       —¿Ya te marchas Evelyn? — dijo Eleanor.

       —Mi madre me ha dicho que fuese hoy antes para ayudarle a cocinar. — dice Evelyn excusándose.

       —Eso es lo que yo llamo una chica trabajadora,¿ verdad que sí Alexa? — dejó caer Eleanor. Alexa puso los ojos en blanco y Greta y Evelyn rieron.

       —Bueno, nos vemos mañana. — dijo Evelyn marchándose de la casa.

Alexa y Evelyn se la pasaban viendo series, hablando sobre lo que les pasaba y a veces salían con un grupo de amigos que tenía Evelyn en la urbanización, pero sólo a veces. Alexa estaba tan agotada que decidió irse a dormir sin tan siquiera cenar. Greta y Eleanor se durmieron unas horas más tarde, pero bien es cierto que apenas era medianoche.

La madrugada pasaba y altas horas de la noche eran cuando  despertó de la nada. Pensó que debía ser consecuencia de haberse dormido más temprano que nunca, pero estaba algo equivocada. Pasó varios minutos viendo su teléfono hasta que encendió la lámpara de mesilla para leer un rato e intentar caer en un sueño de nuevo. Comenzó a leer uno de sus libros favoritos: Canción de hielo y fuego. Llevaba todo el verano leyendo ese libro cada vez que tenía un rato libre, que no era muy a menudo... Después de varios minutos largos de lectura Alexa comenzó a cerrar los ojos hasta que un bruto ruido sonó y consiguió llamar la total atención de Alexa.




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