¡Zarpen, todo está preparado! - Ordeno el capitán mientras Huijh y yo dormíamos plácidamente -Vamos, ya es hora de zarpar, Alexander. Necesito hablar contigo.
-Tiene la palabra, mi capitán- Respondí esperando lo que me diría.
-Sabes que Valdoria es muy grande- Aseguro el capitán -. Aunque nos dedicáramos toda nuestra vida a explorarla, nunca sabríamos lo que hay en cada rincón.
-Tiene razón capitán, Valdoria es demasiado vasta para una sola vida, es un mundo lleno de magia, criaturas adorables y espeluznantes, lugares maravillosos.
-Tienes razón Alexander- Exclamo el capitán mientras llenaba una copa de vino -Una vida no es suficiente…
El capitán bebió lentamente de su copa mientras yo volteaba hacia la puerta. Al salir me fije que mi mejor amigo Huijh coqueteaba con la cocinera del barco. Le mire con una sonrisa de orgullo mientras caminaba a mi habitación. Al entrar me recosté en mi cama y miré hacia mi libro de hechizos. No sabía que hacer; necesitaba entretenerme con algo. Así que corrí hasta la punta del barco con un papel y dibujé toda la tarde.
- ¿Alexander? ¿Qué haces aquí? – pregunto Huijh confundido.
-Matar el tiempo- respondí con frialdad-. ¡Quiero llegar ya! Llevamos cinco meses en alta mar… me siento vacío lejos de casa Huijh.
-Tranquilo, amigo. Llegaremos pronto. Pronostico aproximadamente tres días- dijo con tono burlón. Se sentó a mi lado y charlamos un poco. Le pregunte por la cocinera y me respondió que habían tenido una tarde inolvidable. le miré con orgullo y le dije que era un tipazo.
Cuando regresamos a la habitación vimos comida en la litera.
-Te ganaste la vida. hermano- de dije admirado.
Nos comimos todo lo que la cocinera había dejado. A mi parecer se le había acabado la sal, pero tenia buen sabor. Aquella noche fue eterna, dormí hasta el amanecer. Seré sincero: realmente si me creí lo de tres días… y me enteré del vacile al escuchar que llegaremos en la mañana.
Ya estábamos cerca del bosque que rodea el pueblo. El camino era corto, pero el tiempo se sentía largo.
—¡Buenos días, tripulantes! —saludó el capitán—. Hemos llegado al bosque de los Mondra.