Alexander. Crónicas Del Soldado Del Infierno (completa)

Capítulo 5. Reclutamiento

        


El cielo es naranja con rojo, cómo llamas. Siempre hace calor, pero eso no me afecta.

Miles de reinos residen aquí. En el infierno.

El reino de la malcriada Allaton, con el poder de tentar a los hombres a realizar actos impuros e inmorales. Además, esclaviza hombres para obligarlos a tener sexo día y noche con demonios de bajo nivel. Suena bien, pero es asqueroso. Los demonios de ese nivel son repugnantes, son seres que van desde demonios lagarto hasta pirañas de dos pies. ahora que lo pienso, tiene cierta similitud con mi hermana Galia, ambas malcriadas y esclavizadoras de hombres, vaya. No me había dado cuenta.

Luego el reino de mi favorita, Bast. Ella es una Diosa egipcia del placer, adicta a la sangre y al sadomasoquismo.

Luego el reino de Cali, Reina de demonios carroñeros y sultana del infierno a la que se le ofrecen sacrificios humanos

Los seis reinos que siguen son de contrabando de sangre, órganos y piel humana. Torturas y creación de demonios menores.

Más allá está el reino de la oscuridad. Luego el de Lilith. Después el de Andras, mi tía, la reina demonio con aspecto angelical que protege a asesinos y fanáticos.

Y a miles más está el de mi mujer, La Muerte.

En fin... hay muchos reinos. Solo nombro los que voy pasando en mi recorrido camino a casa.

Tengo hambre...

Cuando llegamos están mis hermanos reunidos.

Parece que hay problemas

— ¿Qué pasa? —pregunté confuso

—Un humano logró salir —dice mi hermano Asmodeus.

—jo...papá debe estar furioso

—si... y es contigo. No le has puesto atención al infierno.

—¡tienen a las Diosas!

—Belial...— escucho la voz de mi padre detrás de mí y un escalofrío me recorre la nuca.

—Lo sé, padre. Pero si me dejarás reunir mi ejército...

—He dicho que no— giro hacía él.

—¿entonces cómo quieres que...?

—no lo has necesitado

—Pues esta vez tengo que custodiar todo el infierno porqué nos invadieron unas ratas apestosas.

—¡Belial! — mi madre, la cual no veía en meses, me alza la voz con gesto de molestia. —no hables así, ten más respeto

—Respeto, mis huevos

—¡Belial!

— ¡Voy a despertar mi ejército y entonces atacaré porque quién es el guardián del infierno soy yo! ¡y punto! — salgo a máxima velocidad del castillo, creí haberme logrado perder, pero justo una flecha apenas llega a tocarme la nariz, lo bueno que alcancé a detenerla.

—¡Lo siento! ¿ves niña estúpida? ni para eso sirves — una de las Diosas corre a mí y me quita la flecha. Lleva puesta una armadura oscura y el cabello recogido de los costados, su estilo aterrorizaría a los mortales. Sin embargo, su mirada se parece a ... ¡oh sí! Justo a ella, a Perséfone quien viene detrás con gesto apenado. Por cierto, ya ha vuelto a ser pelinegra, por lo visto odia que cuando baje al infierno su cabello se vuelva plateado.

—Disculpa a mi hermana, es bastante torpe— delinea sus ojos al contrario que Perséfone, ella solo lleva unas largas y abundantes pestañas rizadas.

— lo sé, bastante torpe para meterse conmigo — sonrío burlón cuando me mira enojada. —Qué bueno que ya estés bien, me han mandado a la cuerva por tu culpa

Abre la boca sorprendida y a la vez con gesto de incredulidad

—¡No fue mi culpa! ¡tú me mordiste! —responde furiosa tratando de intimidarme, aunque no lo logrará, con su pequeña estatura causa risa.

—tú me besaste

—¡Necesitaba oxigeno!

—De mi boca precisamente —me hace gracia ver como pisotea el piso como berrinche. 

—Cielos, hermanito, te has pasado de la raya — Asmodeus aparece a mi lado y rodea mis hombros por atrás con un aire de hermandad. Sonríe. — Papá te enviará a las cavernas ¿eh? deberías tener más cuidado, a tu edad podría darte un ataque al corazón —dice con burla, aunque sé que está jugando.

— Que dices, si solo tengo treinta años humanos o bueno —me alzo de hombros— eso aparento

—Sí pero aquí...—frunzo el ceño, me mira con una sonrisita pillina.

—Ya cierra la puta boca— ruedo lo ojos con fastidio

—Agh era mejor cuando estabas con mamá

Oh si, pasé un tiempo con mamá, pero al final decidió regresarme a casa porque me follé a una angelita en su cama y desplumé a otro. En mi defensa solo puedo decir que ellos me provocaron.

—Como sea, ahora que quieres

—Nada, nada — les guiña el ojo a las Diosas. Ah, ya sé que quiere.

"Voy a hacer que quieran follar conmigo" — me habla telepáticamente.

"Estas loco" — le contesto

—Bueno pues me largo, tengo largo camino que recorrer antes de ir por mi ejército

—Te dijo Lucifer que no y no volverás a mis territorios — salta Perséfone

—¿Quién me va a detener? ¿tu? —me cruzo de brazos, me río a carcajadas y se me une su hermana.

—No le hagas caso, la niña cree que puede con todo —se burla también y ambos reímos.

Me lo estoy pasando bomba con una Diosa, quien lo diría.

Seguramente Ares las conoce, parecen de su época.

Mi diversión aumenta y mis pupilas se dilatan cuando veo aguarse los ojos Perséfone, parece que va a llorar. Me gusta, casi me hace babear. Nos mira y sale corriendo en dirección a los cubos, donde se encierran las almas para que sufran sus pesadillas en soledad. Espero que se sepa defender sino los teratornis se la comerán viva y Lucifer castigará a una de mis mascotas favoritas.

— ¿Te diviertes?

Ivory apareció a mi lado, mirándome divertida. Con cuernos y cola, aunque en el mundo humano se ve con piel clara, cara de niña y cuerpo cubierto con ropa oscura y de marca.

Justo a tiempo.

—Me voy — Seguimos caminando dejando atrás a la nueva víctima de Asmodeus.

—Tardaste mucho

—Toma—Me da un frasco envuelto en bolsa de papel. El olor llega a mí.

Comida. Pero de la mía.




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