Alexander. Crónicas Del Soldado Del Infierno (completa)

Capitulo 14. Demone

Salgo del portal viendo un hombre de la silla, creo que ya ha perdido la consciencia. Su cabeza cuelga y la sangre lo empapa.

Carl lo jala del cabello para alzarle la cara y darle unas palmaditas en las mejillas, como intentando despertarlo y cuando entre abre los ojos vuelve a golpearlo.

— ¿Qué quieres de ese hombre? — me duele la cabeza, quizás también bebí demasiado. Hmm comiendo se me quita. Me alimentaré de él, el miedo lo rebasa, aunque lo oculta y huele delicioso.

—información —responde sin dejar de verlo. Este se está durmiendo de nuevo. Agoniza. Lo huelo.

—si hago que suelte la sopa, me lo dejarás. Tengo hambre.

Se gira a mirarme con cara de "te has vuelto loco". Alzo las cejas.

— ¿Cómo harás eso? Si llevamos dos días intentando de todo

—Tengo mis métodos —chasqueo la lengua. Desvía la vista al piso y se lo piensa.

—Hecho—se hace a un lado —quiero todo lo que tenga que ver con su jefe.

—Hasta te dirá el color de su bóxer—camino a él, arremangándome las mangas de mi oscura playera larga.

Arranco la empapada camisa blanca del hombre y dejo salir mis garras, las paso por su abdomen, solo por encima sin tocar algún musculo y chasqueo los dedos encendiendo una flama. La acerco a su piel y el inmediatamente despierta con un grito. Rasgo cortes por todo su torso y murmuro unas palabras. Las llamas entran por sus cortes y el empieza a gritar y revolverse desesperado.

— ¿ahora si dirás el nombre de tu jefe? —gruño — ¿o tendré y quemar tus órganos lentamente?

Su sangre huele...Uff.

Corto las cuerdas que lo sujetan a la silla y lo arrojo al piso.

— ¿¡qué haces!?—grita Carl, angustiado.

—Shh—el hombre se arrastra a la salida, mirándome con terror y yo, solo lo sigo con la mirada. Sus desgarradores gritos son música para mis oídos. Ya solo falta unas preciosas súcubo a mis lados y es como si estuviera en casa.

Me paro delante del hombre y me acuclillo a su lado. Lo sujeto de la pierna para que no siga moviéndose. Se paraliza del miedo. Esta temblando como gelatina.

—esto no es nada. Puedo hacer esto durante mucho mucho tiempo, al fin que tu cuerpo resistirá hasta que yo lo decida. — tose con lágrimas en los ojos.

Chasqueo lo dedos y su sufrimiento se detiene.

— ¿y bien?

—Alfredo Campos coff cof...—jadea con voz temblorosa— zona sur —y deja caer la cabeza al piso. Agotado. Observo a Carlos, y este asiente.

—con eso atacaremos. Bien hecho muchacho— sonríe se acerca para palmearme el hombro

—hecho— me levanto, listo para ver donde me apetece desangrarlo. Doy media vuelta para irme cuando me habla Carl, interrumpiéndome.

— ¿Quieres ganarte dinero extra?

—no lo necesito. Un chasquido y obtengo lo que quiero

—podrás comprarte ropa cara y autos de lujo— chasqueo la lengua. Por mi mente pasa cientos de paquetes de polvo mágico. Ya no tendría que quitarle a Iván, compraría los míos, me compraría carros para las carreras y ropa costosa para las reuniones.

Nunca he comprado algo. ¿Cómo sería? La curiosidad me pica.

—también podrás comprarte mujeres— mujeres para mí solo. Muchas. Muchísimas. —nadie las buscara, serán para ti nada más. Para que hagas con ellas lo que quieras.

—hecho—sonrío de lado.

...

—yo creí que iríamos por coca —comento desilusionado. Iván me da la razón.

—creí lo mismo.

—malditos drogadictos —escuchamos a nuestras espaldas. Volteo dispuesto a arrancarle la cabeza. Un hombre ordena unas mochilas en el piso. Aparenta no saber que lo hemos escuchado.

—¿Qué has dicho pedazo de mierda? — lo arrojo a la pared. Lo tomo del cuello y este sonríe mostrando unos largos colmillos y ojos de serpiente. Es un demonio de clase baja.

—basta muchachos. Trabajarán juntos —Carl viene caminando hacia nosotros. Acomodándose el saco. Detrás de él vienen sus guardaespaldas.

—¿Qué pasa? ¿coleccionas demonios? ¿eres algo así como un segundo rey Salomón? ¿O su descendencia? —gruño molesto.

—trabajarán juntos y punto. Los necesito al cien, el golpe será grande— nos dice a ambos. Serio.

—pues este pedazo de...

—más respeto, soy un príncipe y tengo un dios de mi lado. —alzo el mentón orgulloso. Se quiere abalanzar sobre mí, pero Carl se mete en medio.

—¡basta! ¡al carro, ahora! Tú...—señala al demonio ojos de serpiente —te irás en el de atrás. Alexander irá conmigo.

Sonrío al ver su cara enrojecer de la ira.

Sigo a Carlos al auto.

—quiero mi propio carro

—con el dinero de este trabajo, lo comprarás. Ya verás. —me palmea el hombro y entra al vehículo.

...

Me cuenta el plan en el canino. Nos estacionamos tres calles atrás. Antes de salir me tiende un manos libres inalámbrico. Camino por las banquetas hasta detenerme justo enfrente del edifico de más de ocho pisos. Espero que sirva el elevador. Nunca he caminado tanto. Guardo el manos libres en mi saco. Los hombres de seguridad de la puerta me observan.

Una mujer sale guardando un folder en su bolso. Pongo la sonrisa más grande que tengo y me preparo mentalmente. Es hora de actuar. Me aseguro de que me vea.

Saco un pequeño sobre naranja de mi saco y lo abro, discretamente dejo caer algunos documentos — ¡Ay no! — me agacho a empezar a recogerlos.

Enseguida se detiene a ayudarme agachándose a mi lado, momento que aprovecho que está distraída y descuelgo su gafete sin que se dé cuenta.

—gracias por ayudarme. Soy un idiota— murmuro levantándome metiendo las hojas dentro del sobre de nuevo.

—ay, no es nada-se levanta sonriéndome -bueno yo...— un notable sonrojo aparece en sus mejillas y sus ojos se iluminan. —...me voy. Hasta...hasta luego- alza la mano varias veces con nerviosismo.

Le sonrío y asiento.

—que te vaya bien

Bajo la mirada y da vuelta. Voltea varias veces antes de doblar en la esquina.




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