Al abrir los ojos me encuentro con Lucifer cruzado de brazos, de pie frente a mí. La hechicera está a su lado con unos exóticos ojos de colores.
Vamos, no es para tanto.
—una maldita semana dormido...—se inclina con los ojos entrecerrados—...bravo Alexander
Me levanto despacio. Siento el cuerpo pesado. Tengo la ropa empapada de sangre seca. En la cama está la cantante, ya recuerdo el nombre: Alicia, se ve demasiado pálida tanto o más como la sabana que la cubre.
—Necesitaba una siesta—Lucifer, abre demasiado los ojos y se van tornando rojo, extremadamente rojo. Está furioso.
—te voy a...—dice, pero es interrumpido por la hechicera.
—Lo bueno es que lo encontramos ¿no? — me da una pequeña sonrisita.
Ambos se miran y Lucifer suspira. No me creo la "preocupación por su hijo" más bien creo que es porqué sin mí no tendría soldado que hiciera sus trabajos sucios mientras se divierte con Lilith en la tierra. Listo lo dije.
— ¿Que no tienes trabajo que hacer? —pregunta serio
Si claro padre, estoy bien.
—me pondré al corriente. Iré por mi ejército.
—más te vale
Me masajeo las cienes. Me duelen. Tengo sabor a sangre en la boca. Quizás la usaron para despertarme más rápido.
— me tengo que ir. Date prisa —sale de mi habitación y la hechicera lo sigue.
Volví a morir y mi madre...cantando con los emplumados, por eso los odio. A todos, los odio.
Me siento a los pies de la cama. Incluso me siento mareado. Esto de la transformación es una mierda. ¿Cuánto tiempo durará?
De acuerdo, pausare los golpes. Debo estar en mis cinco sentidos mientras aún no atrapo a los cazadores. No quiero sorpresitas.
—¡Ivory! — grito
Un portal se abre frente a mí y se cierra detrás de ella. Sale la nombrada portando un traje de cuero negro. Se ve magnifica. Si no estuviera lleno, me la comería.
—quiero que la cuides. No quiero que le pase nada ¿comprendes?
Asiente varias veces.
Abro un portal directo al bosque donde veo que ya ha florecido de nuevo. Arranco las ramas y formo el pentagrama con ellas. Me pongo en frente y muerdo mi muñeca para dejar salir unas gotas de mi sangre justo en medio. Me alejo un poco y comienzo a recitar el conjuro. La tierra tiembla y el cielo se oscurece. Se abren grietas en el suelo. Poco a poco mi ejército sale a la luz. Todos llevan armadura negras y grandes túnicas oscuras con capucha que les cubre hasta la mitad del rostro. Sus armas cuelgan en sus caderas y en sus espaldas. Poseen garras negras, piel roja, dientes filosos y ojos rojos, inyectados de ira. Y hablando se ira, el mismísimo demonio de la ira, sale junto al demonio de la crueldad y se plantan delante mí.
Mis mejores demonios, mis mejores creaciones.
—¿que ordena su majestad? —me hacen reverencia y todas mis legiones los imitan.
Dejo salir a mi pequeño ejército de mis brazos en forma de tinta negra. Toman forma junto a ellos. La bruja, el anciano y el adolescente se ubican al frente.
De inmediato siento su poder. Es tan grande que debo esforzarme por controlarlo. De lo contrario, me jodería la cabeza.
Todos mis males se desvanecen. Me siento como nuevo. Con ansias de comerme al mundo.
—Tenemos trabajo. Esperen mis órdenes. —sonrío.
Ira y Cruell me acompañarán siempre. Se plasman en mi piel en forma de tatuajes mientras que mi ejército se vuelve siluetas negras y bajan a mi castillo. Se resguardarán ahí mientras tanto.
...
—Padre ya tengo mi...
Me detengo en el marco de la puerta. Lucifer está sentado en su trono con la cara metida en el cuello de Lilith y ella encima de él gimiendo mientras se mueve de adelante hacia atrás. Están follando.
Ambos voltean a verme. Se quedan quietos. Mi padre se ha puesto blanco y me mira asombrado mientras que Lilith me guiña un ojo y se pasa la lengua por los labios mirándome seductora. Frunzo el ceño. ¿Qué no se supone que está con mi madre? Ahora entiendo lo de "problemas en el paraíso". Parece que mi padre no sabe que su amante me está coqueteando. Va más de un siglo ¿cuándo se dará cuenta?
—Belial, sal ahora mismo. —ordena mi padre señalándome la salida.
—Sí, sí...—agito la mano restándole importancia— solo dime ¿dónde encuentro a los que han herido los cazadores?
—En el reino de Muerte.
Doy la vuelta y abro un portal.
Cuando llego, camino por el camino empedrado, rodeado de cuervos. El cielo está oscuro y truenos lo adornaban. Varias gárgolas guardias se giran a verme en posición de ataque, pero en cuanto me ven me hacen reverencia.
—Vengo a ver a muerte— informo
Las gárgolas abren el gran portón y entro.
— ¿Qué haces aquí? —escucho a mis espaldas y giro a ver de quién se trata.
Es Muerte con su guadaña y su oscura capa larga. Viene de la tierra. Cambia poco a poco sus facciones hasta ser la Muerte de carne y hueso. La de apariencia humana.
—Quiero saber dónde se encuentran a los heridos— digo entrando sin más a la sala y me dejo caer en el largo sillón adornado de cráneos.
Ella me sigue sin quitarme su oscura mirada de encima.
—¿has pensado en lo nuestro? —subo los pies al sillón y me recargo en el respaldo. Frunzo el ceño.
—Para nada. —se sienta en su trono frente a mí poniendo la guadaña detrás del respaldo y bajándose la capucha de la capa —Ahora dime
—Belial...
Chasqueo la lengua.
—Muerte...dime ya. No vengo para hablar del pasado.
Entrecierra los ojos.
—qué tal si te digo después—se levanta y se acerca a mí. Sonríe acercándose demasiado a mi boca, muevo la cabeza.
—Muerte esto es enserio
—Vamos...—susurra volviendo a acercarse. Se sienta en mi regazo. —Belial...— se mueve en círculos sobre mi entrepierna. Aprieto los labios. Cambio a mi forma humana. La tomo de la cintura y la pego a mí. Uno nuestros labios.