Salgo del portal. Me recargo en la puerta con los brazos cruzados. Está sentada en el piso con el torso en la cama y los brazos cubriendo su cabeza.
—ya deja de llorar— ruedo los ojos. Fastidiado.
Clava sus ojos llorosos en mi unos segundos y vuelve a enterrar la cabeza en la cama. Se cubre con los brazos.
Camino hasta sentarme en la cama.
—¡Largo de aquí! — grita empujándome.
—Esta es mi casa, mi habitación y mi cama— la tomo del cabello para levantarle la cabeza. — y puedo hacer lo que se me pega la gana. —canturreo lo último.
En sus ojos se refleja el terror. Y en los míos, la satisfacción. Por fin obtengo su miedo.
—Déjame en paz, por favor
—¿Qué te ha enseñado hoy Alicia?
—Lo mismo que tu durante estos ...que no tienen corazón
—oh, qué pena
—Señor, su encargo llegó— vocifera un demonio al otro lado de la puerta.
—entra
El demonio de ojos negros y cuernos en proceso abre la puerta y empuja a una pelinegra de poca ropa. Esta cae el piso. Bufo y voy por ella. Retrocede angustiada. Oh, joder, deliciosa.
—ven aquí— canturreo juguetón. La tomo del brazo y la hago levantarse. —Ya vete— le ordeno al demonio.
Cierra la puerta y me acerco a Perséfone quien ve todo confundida.
—A ella le gusta ser comida de demonios— ambas chillan.
—No, por favor— Perséfone se levanta.
Justo al mismo tiempo que le clavo una garra en el cuello a la pelinegra en mis brazos y su sangre salpica mi cara. Le hago un corte de extremo a extremo. Su cabeza cuelga y su cuerpo cae flácido que si no fuera porque la sujeto ya hubiera caído al suelo.
—bebe de ella— sentencio
Perséfone niega, aunque sus ojos van cambiando a rojo. Mierda, eso no debía pasar. ¿Es que tiene veneno de demonio...? Oh oh, es el mío.
Sus ojos se alternan entre rojo, luego negros y vuelven a amarillos verdosos con una línea negra.
Mierda y más mierda. ¡Joder!
—debes dar aquí— muerdo a la pelinegra en la yugular y su sangre brota descontrolada.
—No, no, basta ¡basta! — y una bruma negra sale proyectada de su cuerpo para impactar en el mío y mandarme metros atrás. Caigo de espalda, mi cabeza cruje. Me quedo impactado, sorprendido, y más cuando Perséfone se abalanza sobre ella. Muerde donde deje mi marca.
Suelto a la pelinegra y me siento a observar cómo se inclina sobre ella, como se pone en cuatro y devora no solo la sangre, también arranca piel y la mastica enseñando unos colmillos de serpiente combinando con unos dientes filosos como los míos.
El veneno de Demone y el mío está en su cuerpo.
Mi mente grita ¡peligro!
Pero otra parte de mi grita ¡es grandioso!, eh creado una Diosa mitad demonio mitad serpiente. Es más valiosa que Alicia e incluso que todos en el infierno.
Me conviene tenerla de mi lado.
—Bien, eso es. Esa es mi chica— le susurro mientras voy creando un plan perfecto.
Alza la cabeza y la sangre resbala por su boca. Me mira.
—Solo quería enseñarte— mient0 —No me siento nada a gusto viéndote morir de hambre. ¿Quieres más?
Jadea.
—Quiero de tu sangre— articula y una sonrisa escapa de su boca.
—Bien— muerdo mi muñeca y se la pongo en frente. Gatea hasta llegar frente a mí. Se lanza a beber. Trago saliva. Se siente tan bien. Con el otro brazo la acerco más. Junto las piernas para que se siente y lo hace de espaldas a mí. Se pega a mi torso. Jadeo.
Nadie debe saber de ella.
Ni siquiera tú. Pero aquí estas.
Alza la cabeza y veo su cuello de cerca. Me lamo los labios. ¿Y si...? Clavo los dientes en él. Ella gime arqueando la espalda.
—Más...— susurra en un tono sensual que me eriza la piel.
Bebo su sangre, su deliciosa sangre. Un poco más y juro que llego al orgasmo.
Balancea sus caderas mandándome calambrazos por todo el cuerpo y entonces pierdo la cabeza. La tomo de la cintura y me levanto con ella. Deshaciendo el enlace. Quito mi muñeca para alzarla y llevarla a la cama, la recuesto. Me meto entre sus piernas. Ella misma se alza el vestido y baja sus bragas, pero se quedan en sus rodillas así que me hago a un lado para sacárselas y mandarlas lejos. Acaricio su cuerpo. Jala mi cabello atrás para despegarme de su cuello y une nuestras bocas. El sabor es...indescriptible. Simplemente fascinante.
—Déjame ver tu forma humana— masculla en medio del beso. Lo hago. Acaricia mi espalda y va bajando hasta arañar mi abdomen, baja para abrir mi bragueta. Me estoy desesperando. Así que me bajo el pantalón junto con el bóxer y entro en ella de una estocada.
Gime. Embisto de prisa. Desgarrándola. Haciéndola chillar. Se agarra de las cobijas y busca mi cuello para clavar los colmillos. Le doy vía libre pero también ladeo su cabeza y muerdo. Arde su mordida y lo filoso duele un poco pero así me gusta.
Jadeo ronco. Maldición, es tan placentero.
Trago de su sangre. Se revuelve con gesto de placer. Es tan...caliente y.... joder, esto no está bien.
Debo alejarme.
Me separo, pero vuelve a atraerme con sus piernas. Envuelve sus brazos alrededor de mi espalda. Le abro más las piernas. Mis ojos arden al igual que mi cuerpo al ser inundado de placer.
Embisto mas rápido, clava sus uñas en mi espalda. Me suelta para echar la cabeza atrás y soltar un fuerte gemido. Tapo su boca, no quiero oídos en la puerta ni visitas inesperadas.
Rasguña mi espalda, mis brazos, mi pecho, mi abdomen y las arrastra de nuevo arriba. Suspiro fuerte. Siento el sudor empaparme. Le destapo la boca.
Vuelve a clavar sus dientes, pero esta vez en mi hombro.
Le suelto el cuello. Alzo una de sus piernas para ponerla sobre mi hombro y muerdo su muslo. Disfruto sus gestos.
Su cuerpo tiembla y la veo respirar más agitado. Se corre. Sus labios vuelven a ser rosados.
Continuo follandomela de prisa. Viendo sus pechos saltar. Y después de unas cuantas arremetidas más me libero por completo sobre su vientre.