Alexander. Crónicas Del Soldado Del Infierno (completa)

Capítulo 27. Cazadores

—estarás sola. Tengo cosas que hacer. —alza la cabeza.

Hace un mohín con la boca y me mira suplicante, pero con aire de diversión.

—no me obligues a meterte la polla en la boca.

Se ríe. Me zafo de su agarre y limpio la hilera de sangre que escurre por su cuello. Me lamo el dedo con el que limpie.

—Tendrás que esperarme aquí—me arreglo la ropa.

Niega tomándome del brazo.

—No, voy contigo.

—Te vas a asustar...—ladeo la cabeza sonriendo.

Se queda viéndome un par de segundos más antes de soltarme.

—si no vengo ni te enteras—Abrahel se detiene en la puerta. -Te busca tu padre.

— ¿Para qué? — me cruzo de brazos.

—solo dijo "dile que ya están todos reunidos y listos"

Capto a la primera. Le doy un vistazo a Perséfone.

—quiero que te quedes aquí con ella

—no, no, no. —retrocede negando.

—Sí. Y tú—me dirijo a Perséfone —te portas bien y no te toques sola—sonrío de lado. Me da un manotazo en el brazo. Sus mejillas se encienden. Camino afuera. Abriré un portal en otra habitación. No quiero que Perséfone salte a él para salirse con la suya.

—¡espera! — la voz de Abrahel me detiene.

— ¿Quién es ella? —se queda frente a mí.

—Diosa Perséfone, hija de Deméter y es mía—digo subiendo el mentón

—huele demasiado a ti

—me la folle, ¿por qué? ¿Es demasiado raro que este aquí?

—raro es que no estés desangrándola

Bueno le acabo de romper el culo. Literalmente.

—Ah—me alzo de hombros —quizás después. Pero ahora tengo trabajo y necesito que la protejas.

Abre los ojos sorprendida.

— ¿que? ¿Tú pidiéndome que la proteja? ¿Por qué?

—Luego te explico—camino a la siguiente puerta.

— ¿Y yo que gano? — se cruza de brazos, subiendo un poco sus senos. Ese traje de cuero le queda...Uff espectacular, y más ese escote en "V".

—Te recompensaré después—sonrío de lado y me lanzo al portal.

Voy cambiando mi forma a una más humana. Me acomodo una larga gabardina oscura y mis botas de casco.

Río maquinando un plan.

(...)

No puedo dejar pasar la oportunidad. Voy a los cubos: debajo del puente de las almas suicidas corre un lago de fuego en donde los descarnados nadan buscando ayuda y gritando piedad. Se les llama cubos porque después de medio año se encapsulan en un cubo y son llevados a su pena, depende de cada caso pasan por su mayor miedo durante años; luego vuelven aquí por otro medio año. 

Ahí veo a Carl, nadando entre ellos. Muchos se amontonan en las orillas pidiendo ayuda. Él me ve y su llanto de detiene.

Le sonrío. Vuelvo a mi forma original unos segundos. Lanzan gritos espavoridos y corren al otro lado. Excepto él quien grita que lo saque. Niego, divertido.

—fui convaleciente. A los pactos se les deja nadar en el mar de fuego por siglos.

Vuelve al llanto.

—Señor—un demonio de clase media, con cuerpo verde y cola puntiaguda, se inclina frente a mí un momento- su padre lo espera en la sala de reuniones.

—Reúne al ejército, nos iremos en un rato—hablo serio sin quitarle la vista a Carl.

—si señor—vuelve a inclinarse y se retira casi corriendo.

—descuida, cuidaré de tu familia—sonrío de oreja a oreja. Me despido moviendo de un lado a otro la mano.

Llego a la sala a la velocidad de la luz. Mi padre, los duques, marqueses, las Diosas, todos están aquí. Poblando las sillas que rodean la mesa en medio. Me siento en mi sitio.

—Belial—habla mi padre.

—Lucifer—respondo

—¿todo listo?

—todo listo.

...

Salgo topándome a mis legiones de pie con la mirada ardiendo en llamas. Como siempre.

Ordeno a mi pequeño ejército con la bruja de líder que saque todas las armas que están en la habitación de mi castillo y las repartan a los centrales de mis legiones.

—vámonos

Silbo y mi caballo de ocho patas y ojos en llamas. Llega galopando desde metros adelante. Me subo y mi ejército hace lo mismo con sus caballos.

...

Está oscureciendo cada vez más...los perros ladran conforme vamos pasando; invisibles a ojos humanos. Caminamos por en medio de los castillos vacíos. Muchos se habían refugiado en el nuestro después de los ataques.

El sur es parte de las zonas más tranquilas, excepto por las desapariciones que hacen esos malnacidos.

Parte de mi ejército me acompaña. Los demás están adelante junto a las legiones de demonios y los ejércitos de mi padre.

Llegamos al puente negro, detrás del castillo Jaimil. Afirmo con la cabeza en dirección a mi bruja que también viene montada en un majestuoso caballo negro y está levanta un muro cristalino de invisibilidad frente a nosotros. Ellos no nos verán, pero nosotros sí.

—ataquen por adelante. Nosotros iremos atrás—ordeno a mi soldado

—si señor

—todos listos para el ataque

Bajo del caballo negro. Este relincha sacando fuego por las fosas nasales. Le palmeo el hocico. Mi legión me mira en espera de una orden. Me pongo los guantes. Había tomado esa costumbre después de los trabajos con Carl.

Lanzas, arcos, ballestas, cañones y ahora con las armas de Carl; pistolas, rifles, ametralladoras. Esto será una masacre.

Todos se preparan a mis espaldas. Camino lento entre cerrando los ojos para una mejor visión. Buscando el calor de alguna criatura resguardando el lugar que atacaremos.

"¿están en sus puestos?", le pregunto a Lucifer telepáticamente.

"Nos han visto y se están agrupando para atacarnos"

Sonrío.

"Ese es el plan. Peleen sin piedad."

Entonces escucho gritos de guerra, espadas chocando, huelo sangre.

Cuento tres minutos. Lo necesario para que se distraigan lo suficiente. Saco mi daga y la convierto en una filosa espada.

Tres...dos...uno.

—¡ataquen! —rugo elevándome en el aire después de desplegar mis alas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.