Alexitimia

Capítulo 2

Viajar para mí era algo insignificante, sin embargo, para Nicky no lo era. No entendía como podía permanecer con su estúpida sonrisa en todo momento.

—Te doy la ventanilla si quitas esa cara de estúpida que tienes —le dije.

—Oh vamos, no seas amargada ¡Es Alemania! —me dijo mientras pasábamos por el filtro de seguridad del aeropuerto.

Rodé los ojos mientras abría mis piernas y brazos para que me pasaran el detector de metales.

Después de salir del filtro caminamos derecho a la sala, por la cual abordaríamos el avión a Berlín. Nicky se encargó de entregar nuestros pases de abordar, para así darnos pase al túnel que nos llevaría directo al avión.

—¡Estoy tan emocionada! —exclamó con la misma sonrisa estúpida.

—Ajá.

Nos adentramos al avión y acomodé mi equipaje de mano en los cubículos de arriba. Nicky hizo lo mismo y después me miró con una sonrisa la cual era más estúpida.

—La ventanilla es tuya —le dije.

Nicky pegó un chillido y de inmediato se sentó en la ventanilla. Yo de lo contrario, solo me acomodé en el asiento del medio, rogando para que nadie se sentara a mi lado.

—Leeré Romeo y Julieta —dijo Nicole—. A ti te traje "El conde de Montecristo" —puso el libro sobre mis piernas.

Volteé a verla sin ninguna expresión en mi rostro. Ella sonreía y gracias a mi rostro sin expresión, fue que esa sonrisa estúpida por fin se había eliminado.

—¿Qué? —masculló.

—Límpiate el culo con las hojas del conde —le regresé el libro.

Un señor asiático llegó dirigiéndose hacia nosotras. Hablando su idioma natal, como no entendía ni una mierda de lo que decía, solo le di un codazo a Nicky para que respondiera ella. Los coreanos tienen una forma rara de hablar. Al conversar pareciera que se estuvieran rayando la madre —como diría mi mamá—.

Antes de poner mi celular en modo avión, abrí la bandeja de mensajes y por supuesto tenía un mensaje de Leonel. "Espero y ya vengas sentada en ese avión comercial". Eso es lo que decía. Así que le respondí: "por supuesto, estoy cómodamente sentada". Luego de responder, lo puse en modo avión. No mentía sobre el vuelo, la cuestión es, que él esperaba que ese vuelo fuera para Irlanda y en realidad a donde me dirigía era a Alemania.

Abría y cerraba mis manos debido a la ansiedad que me estaba consumiendo. Entre escuchar a los dos coreanos conversar y a la azafata explicar las medidas de seguridad, sentía que no faltaba mucho para explotar. Así que antes de que eso sucediera me coloqué los audífonos de diadema que Naím me había regalado cuando fue a España.

Cerré mis ojos después de haberle puesto play a la música y así permanecí durante todo el vuelo. Me quedé dormida. No sentí el despegue, ni el aterrizaje. Nicole tuvo que despertarme porque estaba que le picaba bajarse del avión.

—Hace un frío de la mierda aquí —comentó mientras frotaba sus brazos.

Ya habíamos salido del aeropuerto y también ya era de noche.

—No te quejes. Tú quisiste venir así que ahora te aguantas. ¿Hiciste la reservación, verdad? —pregunté lo que realmente me importaba.

—Sí. Mira, allá hay un mototaxi —señaló y arrastramos las maletas.

La próxima hora la pasamos en el asqueroso tráfico de Berlín. Hasta que por fin paramos en el hotel, el cual no me fijé siquiera en su nombre. Solo entramos y el personal se acercó a atendernos.

Mientras Nicky fue a recepción para que le dieran nuestras llaves, yo me quedé observando el alrededor del hotel. Había una pecera gigante, la cual quedaba exactamente en medio del hotel, parecía como una cápsula alargada. Dentro de ella había distintos tipos de peces y esto no me gustaba para nada.

—Listo, tengo las llaves —Nicole llegó a mi lado y me mostró la tarjeta.

Caminé por su lado sin decir absolutamente nada. El maletero iba detrás de nosotras y así fue hasta que llegamos al ascensor.

—¿A dónde iremos? —preguntó Nicky cuando ya íbamos subiendo.

—Tú, no sé, yo a ningún lado —respondí sin importancia.

—No seas tan perra. ¡Es Alemania! ¡Es Berlín! no venimos hasta acá solo para quedarnos a mirar Netflix.

Fijé mi mirada en el chico que llevaba las maletas. Supuse que no entendía ni una mierda de lo que íbamos hablando, ya que lo hacíamos en español.

—Yo quiero ver Netflix en Berlín —le dije—. Tú puedes irte a donde se te hinchen las ganas de ir.

El ascensor se detuvo y las puertas se abrieron.

—Al menos por esta noche hay que ir a caminar algunas calles —insistió.

—No.

—Hazlo por mí —chilló frente a la puerta de nuestra habitación.

—Por ti es que estoy aquí —solté—. Te acompañé hasta acá, ahora deja de joderme y lárgate por un alemán.

Deslizó la tarjeta por la cerradura y enseguida la puerta se abrió.

Oh, mierda... —susurró aquella voz en mi cabeza que se había mantenido callada por bastante tiempo.

—Puedo explicarlo —se apresuró a decir.

—¿Qué coño es esto? —inquirí.

Nicole miró al chico de las maletas, le entregó algunos euros y después el chico desapareció murmurando no sé qué mierda en alemán.

Nicole suspiró después de cerrar la puerta de la habitación—: no había hecho una reservación porque no había —dijo sin verme—. Solo quería venir a Alemania y si te decía que no había reservaciones no ibas a querer venir —Nicole se volteó con su mirada baja—. Y al llegar aquí esto fue lo único que pude conseguir —abrió sus brazos para que observara la habitación.

La habitación estaba llena de pétalos, velas, globos y toda esa cursilería. Y para acabarla, solo había una jodida cama.

Solo falta que salga un unicornio del baño.

—Solo estaba disponible esta habitación de una pareja que pasaría su luna de miel aquí, pero al final la reservación se canceló —murmuró.

Volteé hacia la ventana la cual solo tenía vista hacia la pecera. O sea, toda nuestra vista era una jodida pecera.

Los peces son lindos.

—Vendrán a limpiar todo esto —se apresuró a decir—. Es por eso que te decía que saliéramos, para que el personal de servicio se encargara de arreglar todo mientras no estuviéramos.




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