Cuando decidí mudarme a España lo hice con la intención de nunca más volver a Enniskerry: un pueblo de Irlanda el cual se encuentra a poca distancia de Dublín. El resto de mi niñez y adolescencia había crecido en ese pequeño pueblo, llamado hogar. Aunque nuestra vivienda quedaba algo retirada de la población, siempre me pareció un lugar aburrido. Por lo mismo en la primera oportunidad que tuve quise marcharme con el pretexto de estudiar mi carrera de psicología en Barcelona.
Y por eso ahora estás esperando abordar ese avión para regresar con la cola entre las patas.
Ajá, así mismo.
Duré tres años sin poner un pie en Irlanda. Y lo tuve que hacer por la peor estupidez. Claro que eso sería hasta investigar al sujeto ese de nombre Marwan, con el cual había firmado un estúpido papel matrimonial.
Mis uñas golpeaban el módulo mientras esperaba a que la vendedora de boletos de avión terminara con el proceso de venta. No sé por qué me sentía observada por todo el mundo, como si todos allí supieran que estaba huyendo de algo. Aunque claro está que quien no podía disimular normalidad era Nicole. No dejaba de morder sus uñas.
—Su vuelo a la Ciudad de México sale en una hora. Abordará por la sala número 23 y su número de asiento es...
—Sé leer —le dije y le arrebaté el boleto.
—De mi parte sería todo, que tenga un excelente viaje —dijo mientras le daba la espalda para marcharme.
No sabía en qué demonios me había metido.
No. Aclaración. Sí sabía en qué jodidos me había metido. Lo que no sabía era con quién carajos lo hice. Naím había intentado buscar información por doquier, creo que había puesto a la web de cabeza y no había logrado encontrar nada.
Leonel dejó de enviarme mensajes. Tampoco volvió a llamarme, así que supuse que se había resignado. Y aunque no pudiera descifrar sus expresiones, yo moría por verlas cuando me vieran pisar esa casa.
—¿Quieres dejar de hacer eso? —le dije a Nicky—. ¡Joder! ya nada más te hace falta quitarte las botas y seguir con las uñas de tus pies.
—Es que aún no entiendo por qué compraste un vuelo a otro país —caminaba de un lugar a otro—. Se supone que serían vacaciones en Alemania, viaje de chicas, follaríamos con alemanes, no nos íbamos a casar con uno —bufó y siguió caminando de un lado a otro—. Si aunque sea supiéramos quien es ese tipejo, ¡pero ni eso sabemos!
—Quieres calmarte, la gente nos está observando —la halé de su gorro para que dejara de moverse así—. Compré un boleto a México, porque de seguro ese tipo investigará a donde viajé y habrá un registro a México, eso me servirá para perderlo por un tiempo.
—Es que no quiero que te vayas —sus ojos se llenaron de agua—. Estoy demasiado acostumbrada a ti Jul, no puedes solo desaparecer de mi vida solo por haberla cagado así.
—Solo será temporal.
—Sabes que no tengo a nadie, llévame contigo —pidió.
—Escucha —la tomé de sus hombros para obtener su atención—. Si esto no se resuelve pronto, mandaré al jet por ti, no voy a dejarte sola, yo no lo haré ¿me entiendes?
Ella asintió.
—Es aquí en donde tú subes tu culo al avión que te llevará a Barcelona —le dije cuando escuché que mencionan su número de vuelo—. Y cuando llegues allá quiero que vendas este anillo —le entregué el anillo de matrimonio—. Marwan no sabrá si buscarme en Barcelona o México, y eso será ganancia de tiempo para Naím, para que pueda obtener más información.
—Joder Jul —ella derramó agua—. No quiero que te lastimen, no quiero que vuelvas a sentir que es necesario sentir dolor —dijo—. No si yo no estoy para ti.
—Afortunadamente no existe algo que me haga daño y relájate no volveré a cometer tal estupidez.
—¿Y si lo llegas a pensar?
—Entonces me hago otro tatuaje.
—Te amo, estúpida.
—Yo no, ahora lárgate ya.
Ella rió y limpió el agua que salió de sus ojos.
—No te vas a librar de mí —aseguró.
—Lo sé, eres un grano en el culo. Vete ya y ni siquiera se te ocurra...
Las palabras se quedaron en el aire en cuanto ella se abalanzó a abrazarme. Yo ni siquiera pude responder a ese abrazo. Nunca me gustaron las muestras de afecto.
—Te llamaré todos los jodidos días —aseguró.
—Y yo no te responderé.
—Ni en momentos así dejas de ser una perra —se limpió el agua de sus ojos.
—Solo soy yo, siendo yo. Anda vete, que ya me estás dando migraña.
Entonces ella se dio la media vuelta y caminó hacia los filtros de seguridad.
Yo, emprendí mi marcha hacia el jet que Naím me había conseguido con su padre biológico. El cual solo sabía su nombre y jamás lo había visto.
Naím siempre había sido mi 911. Me había salvado el culo muchas veces, y se había metido en muchos problemas por mi culpa. Aún así siempre me ayudaba en todo, aunque no pudiera, siempre buscaba la manera de hacerlo.
Cuando llegué al jet que me estaba esperando, el piloto ya estaba en su cabina y una azafata me informó que solo terminaban de cargar combustible y entonces podíamos despegar.
Ya había hablado con Naím, me indicó que podía llegar a su casa de Dublín —a la que ellos llegaban cada vez que visitaban Irlanda—. Él ya había hablado con el personal de su casa y ya sabían sobre mi llegada, incluso un chofer me estaría esperando al bajar del jet. También me dijo que sino me sentía segura de querer volver a Enniskerry, podía quedarme el tiempo que fuera necesario en su casa, que por Gabriela y Carlos —sus padres adoptivos—, no me preocupara.
Las siguientes dos horas me la pasé en las nubes, eso fue hasta que el jet aterrizó en Dublín. Tal como Naím me dijo, un vehículo estaba esperando por mí. Del aeropuerto hacia la casa de Naím el transcurso fue casi de una hora, ya que por lo regular la gente se vuelve loca con esas fechas decembrinas y el tráfico era un asco.
Eran las 6:00 PM y yo ya me encontraba en la habitación de Naím. Me había duchado, pero aún no me había arreglado, ni siquiera tenía algo que ponerme. Todo mi equipaje se había quedado en el hotel de Berlín, era un rotundo desastre.